Chalets en la naturaleza en el Zorongo: "Que tengamos valla no implica que el Consistorio de Zaragoza deje de traer el agua"

Los residentes lamentan la dejadez que sufren desde años y explican que pagan el mantenimiento de la carretera y la depuración del agua.

Armado y Darío Navarro, en la atalaya de El Zorongo.
Armando Herrero y Darío Navarro, en la atalaya de El Zorongo.
Guillermo Mestre

Una bacheada carretera conduce hasta la valla de control de acceso a El Zorongo. A 15 kilómetros de la capital aragonesa, la urbanización surgió en los años 80, cuando un grupo de zaragozanos montó la peña El Zorongo para vivir en la naturaleza. En 1982 empezó la urbanización, y después llegaron las viviendas. Desde entonces, los únicos servicios del Ayuntamiento son el autobús y el servicio de basuras. "Lo demás, lo pagamos los vecinos", explica Armando Herrero, miembro de la junta de la comunidad. Asegura que aunque dicen que allí "viven millonarios", la mayoría son "trabajadores". Como es su caso. Cuando él llegó tenía unos 13 años, es de los pioneros. 

El suministro de agua corre a cargo de los vecinos. Captan el agua de un pozo de Villanueva de Gállego y la conducen hasta una planta depuradora que está dentro de la urbanización. Pagan también el asfaltado de la carretera. "Se trata de dos temas que no deberían ser así", lamenta. No está claro por qué en 2002 decidieron que pasara de San Juan de Mozarrifar a Juslibol. La zona histórica del barrio, que está a 13 kms. de la urbanización, ni siquiera se ve desde allí. 

Tras varios años en los que, según consideran. no han recibido tanto dinero de la junta vecinal como merecían, la gota que colmó el vaso ocurrió el año pasado, cuando reventó una de las tuberías y el millar de residentes se quedaron un mes sin agua de boca. "Llamamos a la junta y al Ayuntamiento y nos trajeron una cisterna quince minutos. Tuvimos que pagar las cisternas nosotros, y también el arreglo de la tubería", critican.  

Justifican la barrera de acceso en que la urbanización es como "un bloque de edificios en medio del campo". "Que tengamos una valla no implica que el Ayuntamiento deje de traer el agua", señala. Y desliza, a modo de ejemplo, que sería como si a un vecino de una urbanización del Canal Imperial o Casablanca le hicieran captar y depurar el agua.

Les suministra el agua una entidad urbanística de conservación, que es un ente en el que participa el Ayuntamiento y en el que delega el suministro. Pero no aporta. Al pasar un mes sin agua de boca, y al sentirse "desatendidos", los vecinos han empezado a movilizarse. Ganaron la alcaldía del barrio rural, aunque Javier Ortega, un vecino que se presentó como independiente, prefiere quedarse al margen. Y se plantean ahora ser un concejo local o un barrio independiente, explica Darío Navarro, vocal de Vox en el barrio. En la urbanización hay empadronadas 1.050 personas, y en verano casi el doble. 

Para Armando Herrero la única solución sería la segregación. "No tiene sentido que el Ayuntamiento se desentienda porque piensa que vivimos en una casa privada", critica. El control de acceso significa, defienden, que "hace falta un motivo para entrar". Y como el Consistorio va a tener 13.000 metros cuadrados de una nueva promoción, puede autorizar a cualquier vecino que entre, argumentan. 

Los primeros chalets, los de los ochenta del siglo pasado, se construyeron en parcelas de 1.700 metros cuadrados, y algunos se han puesto en venta por unos 400.000 euros. Más tarde se edificaron adosados, y en la actualidad están construyendo medio centenar de unifamiliares. 

Segregarse de Juslibol y convertirse en barrio rural les daría acceso a más financiación. Y estiman que es especialmente importante cuando la urbanización pronto cumplirá 50 años y precisa un mantenimiento mayor. Recuerdan que ellos también pagan impuestos en la capital aragonesa. Aunque no se han fijado un plazo para la segregación, sí les gustaría que se completara este mismo año. Si se separan y se convierten en barrio rural, les correspondería un alcalde y cuatro vocales.

Antes de presentar la petición de separación, Herrero y Navarro insisten en que los vecinos tendrían que aprobarlo. Y así esperan votarlo. Advierte, de antemano, que no han escuchado "voces en contra" hasta el momento.

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