Un desalojo "modélico" acaba con el garaje okupa de una de las mayores urbanizaciones de Zaragoza

Los sintecho que malvivían en la primera planta del aparcamiento han aceptado voluntariamente marcharse. Una empresa de limpieza y los albañiles han empezado a trabajar allí inmediatamente después. 

Desalojo garaje okupa de la urbanización Parque Roma de Zaragoza.
Desalojo garaje okupa de la urbanización Parque Roma de Zaragoza.
Toni Galan

El garaje okupa del residencial Parque Roma de Zaragoza pasará a ser este viernes un mal recuerdo. Un desalojo "modélico" iniciado a las ocho de la mañana ha permitido dar una solución provisional a la media docena de personas que llevaban allí varios meses malviviendo, ya que todos han aceptado voluntariamente trasladarse al albergue municipal. Los colchones, piezas de mobiliario, ropa y otros muchos enseres acumulados por los sintecho en la primera planta del aparcamiento se habían convertido también en una gran preocupación para los vecinos, que temían que pudiera llegar a producirse allí un incendio. Por ello, tras la salida de los okupas, una empresa especializada de limpiezas se ha puesto a trabajar de inmediato. Después llegará el turno de los albañiles, que van a levantar paredes de pladur para evitar que la situación se repita.

No ha sido una actuación sencilla. Y han sido necesarias casi dos horas para convencer a los okupas del garaje de Parque Roma de que la mejor opción era marcharse. A diferencia de lo ocurrido este jueves en La Magdalena, donde fue necesario movilizar varias furgonetas de la Unidad e Intervención Policial (UIP) de la Jefatura Superior de Aragón para desalojar el antiguo restaurante okupado de la calle de Don Teobaldo, en la intervención de hoy solo ha participado una patrulla de la Policía Local. Eso sí, lo han hecho acompañados por técnicos del albergue municipal, que llevaban desde diciembre en contacto con los sintecho y cuya labor ha resultado fundamental.

“El albergue no es una cárcel y no podemos obligar a nadie a ir allí”, explicaba el subdirector de las instalaciones, Enrique Gracia,

“El albergue no es una cárcel y no podemos obligar a nadie a ir allí”, explicaba el subdirector de las instalaciones, Enrique Gracia, que ha querido trasladarse in situ al garaje de la calle de Vicente Berdusán para echar una mano. “Estos días estamos a tope, con unas 120 personas durmiendo. Pero no habrá problemas para instalar a estas personas allí”, añadía, poco antes de parar a un taxi para llevar al equipamiento de Alonso V a la única mujer que había viviendo en el aparcamiento.

Acababa de abortar hace solo unos días

Los inquilinos del garaje okupa se han marchado ligeros de equipaje: con un par de bolsas al hombro, arrastrando una pequeña maleta o empujando un carro de la compra. Sin embargo, sus ‘mochilas’ vitales se antojan bastante más pesadas. El mejor ejemplo, el caso de la mujer desalojada, quien hace apenas unos días sufrió un aborto espontáneo. Tras salir del hospital, acabó refugiándose de nuevo en el garaje, donde dormía en un improvisado camastro rodeado de juguetes. Ha costado convencerla, pero finalmente ha aceptado marcharse de allí al albergue. Lo ha hecho, llevándose una vaquita de peluche.

Entre las personas con las que convivía esta mujer, dos hombres de origen rumano. El mayor era el más veterano del lugar. Como ella, este volvió a buscar cobijo en el aparcamiento nada más salir del hospital, donde tuvo que someterse a la operación que todavía le hace cojear. “Lleva cinco años metido aquí. Él fue quien me convenció para que viniera al verme dormir a la intemperie”, comentaba Darwing, nacido hace 39 años en Ecuador. En su caso, fue un desgraciado accidente de tráfico el que acabó dejándolo en la calle. 

Desalojo del garaje okupa de Parque Roma en Zaragoza.
Desalojo del garaje okupa de Parque Roma en Zaragoza.
Toni Galan

“Trabajaba repartiendo colchones pero un día cometí el error de ponerme a manejar -conducir- después de haberme bebido una cerveza. Lo que más siento es que fallé a la persona que me había dado una oportunidad”, se lamentaba el ecuatoriano mientras se llevaba sus últimas pertenencias. Ahora, está dispuesto a aprovechar la oportunidad que le dan. “Al final, puede que echarnos de aquí sea lo mejor. Porque yo voy a ir al albergue y con ayuda de Dios intentaré recuperar mi vida”, decía con los ojos arrasados.

El administrador de la finca, Felipe Calvo, también ha estado a pie de calle colaborando con el desalojo. “Me gustaría agradecer a todos los implicados su contribución para solucionar el problema: a la prensa, por hacerse eco, pero también al Ayuntamiento de Zaragoza y al albergue por responder después tan pronto”, decía.

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