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Zaragoza se sumerge en la locura del Carnaval infantil: "Andad con las manos y pensad con los pies"

Cientos de familias abarrotan la plaza del Pilar para seguir el desfile y el pregón. Príncipes, súper heroínas, tortugas ninja y caballeros espaciales aplauden al Conde de Salchichón y sus adláteres.

Foto del Carnaval Infantil 2024 en Zaragoza
Foto del Carnaval Infantil 2024 en Zaragoza
Oliver Duch

Algo raro pasaba este domingo en Zaragoza. Diferente. Único. O quizá un poco loco. Es un día en el que todo vale, para expresar lo que uno lleva dentro. Darle la vuelta a la tortilla, como dicen, y que nada importe mucho. Al menos, si se tiene la suerte de ser un niño en Carnaval. A todas esas cosas arengaba el Conde de Salchichón a los miles de pequeños que, con la ilusión en los ojos, han seguido el mágico desfile que este singular noble, sus adláteres y un buen puñado de criaturas fantásticas han ofrecido por el corazón de la ciudad. 

Pequeños Spiderman y súper héroes de toda clase, caballeros espaciales, personajes Disney, príncipes y princesas, feroces leones y simpáticos caniches... decenas y decenas de extraños seres de menos de medio metro iban acercándose a media mañana a la calle de Alfonso I. Nadie quería perderse la fiesta que estaba a punto de comenzar. Iban algunos padres también mimetizados con el ambiente y acompañaban a sus hijos en disfraces a dúo, como el de un alienígena y una feliz astronauta que por nada del mundo quería bajarse de sus hombros. 

"Hemos venido pronto para coger sitio en primera fila porque Ainhoa ya se impacientaba, aunque primero hemos desayunado unos churros", explicaba su madre sin soltar la mano de la niña, que iba vestida de árbol de Navidad, un traje que ella misma hizo en el colegio junto a sus compañeros de clase. "Le gusta tanto que no ha querido otro", aclaraba la mujer. Había también cerca de ellas un Hulk con unos enormes puños que le hacían un poco complicado encaramarse a la valla y un caballero espacial recién salido de Star Wars. Tampoco faltaban los clásicos: bomberos y policías, indios y vaqueros y unos cuantos Pikachus. 

Poco después de las doce se ha desatado "la diversión sin freno", tal y como gritaba el Conde de Salchichón desde lo alto de su carroza, sin dejar de regar una y otra vez al público con unas buenas dosis de confeti. "¡Que viva el Carnaval de Zaragoza!", exclamaba, pletórico con su anual baño de masas. A su paso, los pequeños le miraban con curiosidad, entre entusiasmados, unos, y algo asustados los de menos edad, sorprendidos por toparse con un personaje que había resultado ser "un poquito más feo" de lo que se esperaban. 

Junto a él, Don Carnal, Doña Cuaresma, el Rey de Gallos, el Caballero de la Hornilla y la Mojiganga encabezaban una comitiva de lo más peculiar, sin dejar de saludar a niños y mayores entre gritos y aplausos. Mientras, una tortuga ninja con los pelos de colores que se había encaramado a una de las farolas de la calle de Alfonso I trataba de alcanzarlos con su espada. 

Una puerta a la fantasía

Tras ellos, sus acompañantes abrieron la puerta a la fantasía para dejar volar la imaginación. Una dama con un llamativo vestido de color naranja que parecía una peonza, y que tenían que arrastrar con un remolque, enormes flores de pétalos blancos que miraban inquisidoras con ojos saltones y nariz aguileña y varias mariposas de colores que no dejaban de dar bonitas piruetas al ritmo de la música. 

Les seguía una especie de caracol gigante con ruedas y dos simpáticas señoras que se peleaban para cargar con sus maletas, un grupo musical que entonaba los acordes de canciones del imaginario popular, como 'La vaca lechera' y 'Carnaval, Carnaval', y un tren chuchú un poco desbocado que debía ser conductor novel, porque no dejaba de chocarse durante el recorrido. 

También había pájaros zancudos con largos picos que en vez de volar saltaban, un apicultor que trataba de contener a un par de asustadizas y grandes abejas y una bruja piruja de trapo y dos metros de altura que por manos llevaba escobas. Un guacamayo que no dejaba de pavonearse y enseñar sus coloridas plumas y un perfectamente coordinado equipo de baile cerraban el recorrido. Tras ellos, un rezagado hombre-gato con tirantes que no dejaba escapar la ocasión de interactuar con el público: un selfi por aquí y un estrechón de manos por allá. 

Aunque los últimos, por eso quizá de que con semejante cuerpo se anda más lento, fueron los miembros de la Comparsa de Cabezudos, a quienes los niños esperaban con ganas. "Mira, tus preferidos, ¡ya vienen!". señalaba una madre a una pequeña hada llena de purpurina. Todos ellos avanzaban poco a poco vestidos para la ocasión con un antifaz que cubría parte de su rostro, pero que no era ni mucho menos suficiente para lograr que pasaran desapercibidos. 

"La libertad de ser vosotros mismos"

El pregón del Conde de Salchichón y sus adláteres en la plaza del Pilar ha dado paso a una jornada de conciertos y teatro. Sobre el escenario, Don Carnal ha invitado a los niños a "no estar serios y no darle importancia a lo malo". Les ha incitado, sobre todo, a aprovechar el momento. "Saboread la libertad de ser vosotros mismos, porque quizá el año que viene no os van a dejar", les ha recomendado. 

Tras hacer su habitual oda a la carne y censurar a Doña Cuaresma, de la que se dice que es "más tiesa que la mojama", por mandar al público "a freír morcilla", Don Carnal ha dejado claro lo que debe ser, para él, el espíritu del Carnaval: "Poned vuestra ropa al revés, probad a andar con las manos, pensad con los pies, divertíos sin freno y olvidad vuestros problemas. Lo que pase pasará, pero eso ya llegará", ha exclamado.

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