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Una pareja de jubilados de Zaragoza logra que una jueza obligue a su hijo de 40 años a irse de casa

La pareja instó el desahucio ante la actitud agresiva y los malos tratos psicológicos del vástago, que tiene un trabajo estable pero no contribuye a ningún gasto.

Escaner de seguridad del edificio de los juzgados Vidal de Canellas de Zaragoza.
Escaner de seguridad del edificio de los juzgados Vidal de Canellas de Zaragoza.
Heraldo.es

Ningún padre querría verse en la difícil situación de tener que echar a un hijo de casa. Pero en ocasiones no queda otro remedio. Y si el vástago no entiende la decisión y se niega a acatarla, a sus progenitores les quedan dos alternativas: bajar la cabeza y tragar con todo o confiar en la Justicia. Por esta última opción fue por la que apostó un matrimonio de jubilados de Zaragoza que, superado por la violencia y el maltrato psicológico al que les sometía su hijo de 40 años, no le quedó otra alternativa que instar un desahucio en precario. O lo que es lo mismo, pedir a un juez que lo obligara a a marcharse de casa.

La encargada de resolver el asunto ha sido la titular del Juzgado de Primera Instancia número 19 de Zaragoza, quien convocó el pasado 26 de enero una vista para escuchar a las partes. El hijo de la pareja no había contestado por escrito a la demanda, por lo que se le daba la oportunidad de exponer sus argumentos en persona. Sin embargo, tampoco se presentó a la cita, lo que ha obligado a la magistrada a pronunciarse sin escuchar su versión. Pero pocas dudas ha tenido a la hora emitir su sentencia, en la que estima íntegramente la demanda de la pareja de jubilados y condena a su hijo a «dejar libre, vacua y expedita» la vivienda de sus padres.

Contra este fallo todavía cabe recurso de apelación, pero la magistrada advierte al condenado de que, en caso de no impugnarlo, empezarán a correr los plazos legales. Y, por lo tanto, de no marcharse voluntariamente de casa se instará un lanzamiento.

Volvió al ‘nido’ al separarse

«Un hijo duele mucho y no queremos verlo ni detenido, ni juzgado o en la cárcel y con antecedentes», decían los padres con los ojos arrasados en lágrimas el día de la vista. En una época de su vida que se prometían felices y disfrutando el uno del otro y de una casa en el pueblo que han estado años arreglando y preparándola para la jubilación, están superados por la situación que les ha tocado vivir y por afrontar lo que nunca imaginaron.

Explicaban que hubo un tiempo en que todo fue bien y las cosas discurrían con normalidad. El hijo conoció a una mujer con la que convivió y tuvo un niño. Pero a los 30 se separó, volvió a casa de los padres y nunca más se ha ido, a pesar de tener trabajo y ganarse la vida para poder vivir de alquiler de manera independiente.

La situación se ha ido deteriorando con el paso del tiempo hasta volverse imposible en los dos últimos años. «Sobre todo respecto a su madre, que es la que más lo quiere y lo apoya, y es la única persona a la que maltrata. A mí me da igual, pero su madre sufre pensando si lo verá en la calle tirado», contaba el progenitor.

En la demanda que presentaron en el juzgado a través de la abogada Carmen Sánchez Herrero consta que el hijo falta al respeto a los progenitores, los amenaza con agredirles físicamente y los maltrata psicológicamente de forma constante. Golpea los muebles de la casa cuando se enfada y los rompe o estropea. Los dos temen por su integridad física y ya no quieren convivir con él. El padre señalaba que se enfada con su hijo y le reprocha que esté viviendo con ellos sin aportar ni un euro. «No puedo permitir que mi economía esté a veces tambaleándose y él tenga ingresos y, sin colaborar en la casa, que no le falte comida ni nada», expresa dolido.

Con esta resolución, la pareja intenta pasar página y recuperar su vida. En cualquier caso, habrá que esperar para saber si el hijo acata la decisión o decide seguir complicando la vida a sus padres.

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