50 taxistas solidarios de Zaragoza acercan la Navidad a quienes no pueden salir en su busca
El proyecto Taxiluz aterrizaba este miércoles por tercer año consecutivo en la capital aragonesa con un recorrido de algo más de una hora por las calles iluminadas de la ciudad.
Un año más, y ya van tres, desde las 17.30 medio centenar de taxis se daban cita este miércoles en la explanada de Macanaz de Zaragoza ataviados con espumillones, lazos, luces de colores y sombreros de Papa Noel, eso sí, de color verde. ¿El motivo? La celebración de una nueva edición de Taxiluz, iniciativa promovida por el colectivo de taxistas solidarios Caravana Verde que surgió en la capital aragonesa durante la pandemia y que, afortunadamente, no ha cesado.
Así, desde las 18.15 una caravana de algo más de 50 taxis, -todos ocupados, pero con sus luces verdes encendidas-, recorrían el centro de la ciudad llamando la atención de buena parte de los transeúntes que, enterados de lo ocurrido, no dudaban en grabar la vistosa caravana mientras saludaban a los ocupantes de los vehículos que discurrían por las iluminadas calles a ritmo de villancicos. ¿El objetivo? Hacer llegar esta luz verde esperanza hasta todos los rincones de la ciudad.
“Queremos acercar la luz de la Navidad a quienes más lo necesitan”, destacaba Luis Adame, portavoz de la Plataforma Solidaria y Cultural de Taxi de Zaragoza, Caravana Verde. Y es que fue tal el éxito de la primera edición, en la que participaron en torno a una veintena de taxis, que año tras año han decidido volver a llevar a cabo esta cita, “siempre con ánimo renovado y solidario. La ilusión y la reacción de los participantes no tiene precio”, reconocía el organizador.
Este año, Adame lleva en su taxi, licencia número 117, a dos pasajeros muy especiales. Se trata del asturiano Eloy Castro (89) y el cordobés Antonio Marín (72). Ambos, usuarios de la residencia de Mayores Elías Martínez, de La Paz, repetían experiencia. “Estamos muy agradecidos de poder ver las luces de la ciudad”, afirmaban, emocionados. Y es que, como la gran mayoría de los pasajeros de cada edición, en muchas ocasiones de otra manera no podían haberla disfrutado. “Para nosotros es una alegría y una forma muy buena de salir de la monotonía”, aseguraba el cordobés.
Este año durante algo más de una hora de recorrido la caravana acercaba la luz a más de 150 usuarios de la capital aragonesa, entre personas mayores y con discapacidad o movilidad reducida, en la que ya se ha convertido en una de las carreras más especiales del año. “¿Habéis visto qué maravilla de luces?”, preguntaba Adame a sus pasajeros, que se esmeraban en saludar a los paseantes. “Se me cansan los brazos”, reconocía el asturiano, entre risas. Y es que muchos de ellos están más acostumbrados a pasar inadvertidos que a ser protagonistas de un evento de estas características.
Unos cuantos vehículos por delante, en el taxi 1.057, se encuentra la taxista Yolanda Tiesto, que participaba por primera vez en esta iniciativa solidaria y que llevaba a cuatro personas de la Fundación Adislaf. “Me apetecía mucho, creo que es una actividad muy agradable tanto para ellas como para mí pues de otra manera no podrían venir a disfrutar de esto”, reconocía, emocionada.
Una vuelta a la niñez
También era la primera vez para la residencia Ozanam de Perpetuo Socorro, una de las cinco entidades participantes este año, que se sumaba a la caravana con una veintena de participantes. “Muchos de ellos hace demasiados años que no ven la Navidad en primera persona”, afirmaba Miriam Felipe, su directora. “Para ellos supone una gran ilusión. Es como una vuelta a su niñez. Además, muchos no salen en toda la Navidad de la residencia, ya que pasan aquí estos días. Están muy contentas y emocionadas”, añadía.
Entre ellas una de sus usuarias, Josefa Ortega –“Pepi para mis amigas”, afirmaba-, vecina de 84 años natural de Arcos de Jalón, Soria. “Es muy ilusionante salir todas juntas, que nos saquen de la monotonía y aprovechar algo así”, admitía. Sobre todo en su caso que llevaba mucho tiempo sin vivir la iluminación navideña: “Ya ni me acuerdo”. “Yo lo siento por los que se han quedado allí. Algo así hay que aprovecharlo, esto no le pasa a una todos los días”, concluía.
La carrera finalizaba, como en ediciones anteriores, en la plaza de Basilio Paraíso de la capital aragonesa, bajo el gran árbol de Navidad iluminado, para luego proceder a devolver a cada uno de los ocupantes a su lugar de residencia, aunque esta carrera no terminará aquí. “Al año que viene volveremos con más ganas y con ilusiones renovadas”, admitía Adame.