Vivir sobre un cementerio: estas son las necrópolis que se esconden en el subsuelo de Zaragoza

Hasta que se creó el cementerio de Torrero los zaragozanos de todas las épocas fueron enterrados en diferentes cementerios que todavía se encuentran bajo el suelo de la Zaragoza del siglo XXI.

Zaragoza alberga varias necrópolis romanas, paleohispánicas e islámicas bajo el suelo de algunos barrios de la ciudad.
Zaragoza alberga varias necrópolis romanas, paleohispánicas e islámicas bajo el suelo de algunos barrios de la ciudad.
Kristina Urresti

Zaragoza es una ciudad con más de 2.000 años de historia. A lo largo de esos dos milenios, los habitantes de las diferentes culturas y pueblos que la han habitado, han nacido, vivido y también fallecido en lo que hoy es la capital aragonesa.

Prueba de ello son gran cantidad de necrópolis que alberga el subsuelo zaragozano. Las más antiguas que se han descubierto son las romanas, de los siglos II y III después de Cristo, pero también las hay paleocristianas del siglo IV, hispano visigodas o de época islámica, que se utilizaron desde el siglo VIII hasta el XII. 

Todas ellas se han hallado y documentado gracias a las excavaciones que los arqueólogos han ido haciendo durante años en la ciudad y que, hoy en día, permanecen en los mismos lugares, a unos metros bajo el suelo del asfalto y de las baldosas de algunas de nuestras calles más conocidas.

Un cementerio en el jardín

Por ese motivo, muchos zaragozanos desconocen su ubicación y pueden sorprenderse al conocer que viven sobre un auténtico cementerio. Así es precisamente como se quedó la zaragozana Beatriz Fernández cuando se enteró, hace ya más de 20 años, de que bajo su casa familiar de la calle de Rusiñol, en el barrio de Las Fuentes, se escondía una necrópolis de época romana. 

“Se trata de una zona de parcelas en las que cada casa tiene un pequeño jardín y mis vecinos decidieron hacer una obra en el suyo. La sorpresa la tuvieron cuando, al empezar los trabajos, comenzaron a salir huesos humanos”, recuerda Fernández. “Llamaron a Patrimonio y les pararon las obras para excavar y documentar el hallazgo. Cuando nos dijeron que se trataba de un cementerio romano no dábamos crédito porque no sabíamos nada y llevábamos años viviendo encima”, afirma.

"No dábamos crédito porque llevábamos años viviendo encima y no lo sabíamos".

Sin embargo, “tras la sorpresa inicial, hemos seguido viviendo allí con total normalidad. No hemos tenido ningún suceso paranormal tipo Poltergeist”, bromea esta vecina. De hecho, “mis padres duermen muy bien sabiendo que hay unos muertos protegiendo su jardín. Además, las flores crecen estupendamente”, dice, divertida. "Sí que nos advirtieron de que no podíamos hacer ninguna obra en el jardín sin dar parte al Ayuntamiento para que los técnicos excavasen la zona primero", explica esta vecina de Las Fuentes.

"No podemos hacer ninguna obra en el jardín sin dar parte a los técnicos para que excaven primero".

Una necrópolis romana cruzando el Huerva

Estos restos corresponden a la necrópolis oriental de Caesaraugusta que tiene una extensión de 30.000 metros cuadrados.  “Es conocida por haberse encontrado hallazgos de enterramientos en diferentes solares”, según recoge el libro ‘Las necrópolis de Zaragoza, editado por el Ayuntamiento de la ciudad en 1991. Otro de esos hallazgos fue durante las obras de construcción de la parroquia de Cristo Rey, en la calle de Nuestra Señora del Pueyo.

“Se trata de una necrópolis bajo imperial tardía, de los siglos IV y V después de Cristo y en las diferentes excavaciones que se han realizado con motivo de hallazgos de restos humanos, se han descubierto tanto urnas de incineración como tumbas modestas sin ningún tipo de ajuar”, explica María Pilar Galve, arqueóloga y doctora en Historia que ha trabajado en gran parte de estas excavaciones municipales. 

“Se trata de una zona extramuros que estaba bastante alejada del trazado por el que discurrían las murallas que delimitaban la ciudad romana”, continua Galve. De hecho, para llegar a este cementerio era necesario atravesar el río Huerva.

Los cementerios del barrio de San Pablo

Otro punto caliente de la ciudad es el entorno de las calles de Predicadores, San Pablo, San Blas y la plaza de Santo Domingo. “Por ahí pasaba una de las vías principales de salida de la ciudad desde las murallas que iba hacia el oeste. Los cementerios romanos y también los de épocas posteriores, hasta la Edad Media cristiana, se encontraban fuera de las ciudades por motivos de higiene y se ubicaban cerca de las vías principales para facilitar el que la gente pudiera ira a visitar a sus difuntos”, señala Galve. 

En el barrio de San Pablo se han encontrado enterramientos desde época romana hasta islámica.

Es en ese punto, en el corazón del barrio de San Pablo, donde se sitúa una de las necrópolis más importantes de la ciudad ya que fue utilizada desde época romana hasta islámica. “Es una zona muy explorada y ha habido hallazgos muy interesantes como un conjunto de 20 enterramientos y un monumentos funerario del siglo III, o una urna de incineración intacta de una joven. También un conjunto de tumbas de varios varones que pudieron ser legionarios romanos procedentes de oriente y otras tumbas de época hispano visigoda y paleocristiana, del siglo IV cubiertas por mosaicos”, enumera la arqueóloga.

Excavación en un solar de la calle San Agustín en la que aparecieron restos del cementerio musulmán de Saraqusta.
Excavación en un solar de la calle San Agustín en la que aparecieron restos del cementerio musulmán de Saraqusta.
M.P. Galve

En esta zona también se encontró una necrópolis musulmana con cientos de enterramientos datados entre los siglos VIII y XII. “Era la zona más poblada de la Zaragoza de esa época y en las excavaciones que se llevaron a cabo salieron una gran cantidad de tumbas que seguían el mismo rito musulmán que en la actualidad, se excavaron, se estudiaron, se cubrieron y se taparon, por lo que todavía siguen allí. Se trata de enterramientos en los que el cuerpo se encuentra en posición fetal, con el hombro derecho apoyado en el suelo y la cara mirando a La Meca”, apunta Galve.

"En la necrópolis islámica de la Magdalena se han constatado más de un millar de enterramientos".

El otro gran cementerio musulmán de la Saraqusta islámica se encuentra en el barrio de la Magdalena, entre las calles San Agustín, Asalto y Alonso V. “Allí siempre que ha habido una obra han salido restos óseos y se han constatado más de un millar de enterramientos”, añade la arqueóloga.

Cementerios en las parroquias

Tras la época islámica y con la conquista de Alfonso I el Batallador, las costumbres mortuorias cambian. “En la Zaragoza medieval cristiana comienza a haber pequeños cementerios en cada una de las parroquias y monasterios. Cada iglesia tenía su camposanto y allí se enterraban sus vecinos”, asevera la historiadora. 

También los hospitales tenían cementerio. Tanto el hospital Nuestra Señora de Gracia, que en el siglo XV se ubicaba en la actual plaza de España o el hospital de Convalecientes, del siglo XVII, donde ahora se encuentra el hospital Nuestra Señora de Gracia, disponían de camposanto en las calles de su entorno.

Durante los Sitios de Zaragoza se produjo una situación excepcional. La guerra y la enfermedad acabó con la vida de miles de personas en muy poco tiempo. De hecho, según algunos textos cada día morían unos 300 habitantes. Por lo que tras la capitulación, cuando los franceses entraron en la ciudad y vieron la cantidad de cadáveres que había por las calles sin dar sepultura tomaron la decisión de abrir una fosa común en lo que hoy es la arboleda de Macanaz, junto a la ribera del Ebro, en la que, según algunos textos, habría unos 10.000 cadáveres. 

En la actualidad, un monumento situado junto al puente de Santiago recuerda a esas personas con una inscripción: "Zaragoza honra a sus defensores anónimos. Aquí enterrados por miles, víctimas de la guerra y la enfermedad, en Los Sitios que sufrió la ciudad en 1808 y 1809", escrita por el catedrático emérito de Historia Antigua Guillermo Fatás.

Tras los Sitios y “hasta que no se creó el cementerio de Torrero en 1823 toda la gente de Zaragoza se enterraba en los cementerios de las parroquias o de los hospitales. A partir de esa fecha, se prohibió ya realizar enterramientos dentro de la ciudad y todo el mundo debía enterrarse en el nuevo camposanto”, concluye María Pilar Galve.

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