El homicida de Las Fuentes vuelve a admitir el crimen ante la juez y es enviado a prisión

El autor del crimen, de 28 años, reitera que iba drogado y bebido y que pensó que la víctima iba a agredirlo sexualmente

Retiran el cadáver de la víctima de su domicilio en la calle de Jaime Herrerín de Zaragoza.
Retiran el cadáver de la víctima de su domicilio en la calle de Jaime Herrerín de Zaragoza.
Francisco Jiménez

La titular del Juzgado de Instrucción número 4, este lunes en funciones de guardia, decretó anoche prisión provisional y sin fianza para J. J. A. A., de 28 años, como presunto autor del homicidio de I. G. H., de 48, cometido el pasado 21 de octubre en el domicilio de la víctima, en la calle Jaime Herrín de Las Fuentes. El arrestado volvió a reconocer la autoría del crimen, como ya hizo ante la Policía cuando se entregó. Y, de la misma forma, justificó su acción alegando que iba drogado y que pensaba que el fallecido iba a agredirlo sexualmente cuando le cortó el cuello.

Como adelantó HERALDO DE ARAGÓN, víctima y agresor se conocían desde hace años por ser vecinos del mismo barrio. El sábado 21 de febrero, sobre las 16.30., sus caminos se cruzaron. I. G. H., a quien llamaban Nacho, volvía a su casa con dos garrafas de agua recién compradas y se encontró con J. J. A. A., que había estado tomando cervezas y, según declararía luego, esnifando tusi, anfetamina en polvo que se conoce como cocaína rosa por la tintada que le ponen, pero que no tiene nada que ver con esa droga y sus efectos son mucho más peligrosos.

Según contó el propio acusado, Nacho se percató de que no estaba bien y lo invitó a subir a su casa para que se relajara, lo que encaja con el carácter afable del fallecido y sus ganas de agradar. La víctima, desde que murieron sus padres, vivía solo con sus tres mascotas, dos gatos y una perra husky siberiana, que permaneció encerrada en un cuarto y no pudo defender a su dueño.

I. G. H., que cobraba el Ingreso Mínimo Vital y tenía ayuda de lo servicios sociales del Ayuntamiento, completaba sus ingresos vendiendo productos cosméticos y con masajes para hombres, actividad que anunciaba mediante pequeños carteles con su teléfono y en algunas redes sociales. En su casa tenía una habitación con una camilla grande, una televisión, una cafetera de cápsulas, una vitrina con productos cosméticos y una mesa con un sofá. J. J. A. A. ratificó su declaración y manifestó que estuvieron allí tomando unas cervezas mientras él continuó esnifando rayas de tusi en el cuarto de baño. 

El detenido explicó que, en un momento dado, Nacho le pasó una mano por los hombros y los brazos, algo que le disgustó, pero no le dijo nada. Luego la víctima salió del cuarto y regresó con una cerveza y, al acercarse a él de frente tuvo la sensación, según manifestó, por el gesto de la cara, que podía agredirlo sexualmente dado que estaba bebido y drogado. Añadió que no pensó en marcharse, sino que reaccionó instintivamente y cogió algo, cree que un cuchillo con mango negro, y le cortó el cuello. A la víctima aún le dio tiempo a intentar parar el golpe, pues tiene una herida de defensa en una mano y otra en un antebrazo.

Vestido solo con ropa interior

La Policía encontró esa instancia de la casa revuelta, con la vitrina rota y cristales en el suelo. Además, el agresor sufrió un corte en un dedo. Los agentes hallaron el cadáver de I. G. C. en el suelo vestido solo con unos calzoncillos y una camiseta a su lado empapada de sangre. Después, el homicida cogió unos cosméticos, el teléfono del fallecido, su patinete y se marchó ya de noche. No se llevó ni su cartera ni las tarjetas. Por el camino se deshizo de todos los objetos.

El cuerpo de I. G. C. permaneció en el piso hasta el miércoles, cuando la trabajadora social acudió al domicilio y, alertada, llamó a las emergencias para que forzaran la entrada. Dos días después, asegura que le pudo el sentimiento de culpa y tras confesar lo que había hecho a su padre, se entregó a la Policía acompañado de su abogada María Guiu Castillo. La letrada solicitó que se hiciera la prueba del cabello a su cliente para corroborar si es o no consumidor de drogas.

Nacho apenas tenía familia, solo le quedaba una tía ya mayor y desde que se murió su madre se quedó en una situación bastante vulnerable, por eso estaba en tratamiento y contaba con ayuda social. Era muy conocido en el barrio por los paseos que daba a su perra y siempre saludaba a todo el mundo. 

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