sucesos en zaragoza

La madre y el padrastro de Laia pagarán con la prisión permanente su desalmado asesinato

El unánime veredicto del jurado permite al juez imponer el castigo más severo del Código Penal. Los acusados se ensañaron con la niña al aumentar "de forma deliberada e innecesaria" su sufrimiento. 

Momento de la lectura del veredicto en el juicio por la muerte de la pequeña Laia
Momento de la lectura del veredicto en el juicio por la muerte de la pequeña Laia
Oliver Duch

El jurado del caso Laia fue tan contundente al concluir que la madre de la niña, Vanesa Muñoz, y su padrastro, Cristian Lastanao, querían matarla y no hicieron nada por evitar sus últimas y agónicas 48 horas de vida que no cabía esperar otra condena que la de prisión permanente revisable. Y no ha habido sorpresas, porque este ha sido el castigo que finalmente ha recaído sobre ambos como autores del asesinato con alevosía y ensañamiento de la niña de 2 años, fallecida el 21 de enero de 2021 en Zaragoza víctima de los crueles e injustificables malos tratos que recibió de forma continuada.

La sentencia del magistrado-presidente, Alfonso Ballestín, destaca el unánime pronunciamiento de los miembros del jurado, que solo discreparon a la hora de responder a dos de las preguntas del extenso objeto del veredicto: las números 15 y 23, cuyos enunciados consideraron finalmente probados con siete votos a favor y dos en contra. En la primera, se les preguntaba si los acusados, pese a los evidentes síntomas de dolor de la menor, estuvieron de acuerdo en no avisar a los servicios médicos de urgencia hasta el último momento, cuando Laia "ya se estaba quedando inmóvil y no podía mantener la cabeza erguida". La otra cuestión aprobada por mayoría y no por unanimidad fue la referida a la intención de matar.

El presidente de la Audiencia Provincial, encargado de dirigir el juicio y dictar sentencia, no solo destaca el quórum del jurado, sino también su contundencia a la hora de motivar cada una de sus decisiones. Para ello, recuerda, se apoyaron sobre todo en dos pruebas: por un lado, la autopsia practicada por los forenses Salvador Baena y José Manuel Arredondo; y por otro, la declaración de la hermana mayor de la fallecida, que cuando se produjeron los hechos tenía 9 años. "Le pegaron los dos", manifestó de forma espontánea la menor durante una entrevista que fue grabada como prueba preconstituida para no hacerle revivir su particular trauma en el juicio.

Durante la vista, los acusados se responsabilizaron el uno al otro del trágico desenlace. Sin embargo, el jurado no ha creído a ninguno. A Vanesa Muñoz, porque, como se refleja en la sentencia, "incurrió en muchas y relevantes contradicciones". Cristian Lastanao reconoció parcialmente los hechos durante la vista, ya que admitió haber pegado alguna vez a Laia, así como haberle puesto guindillas en la boca. Trató de justificarse y aseguró que lo hacía a modo de advertencia, para que la madre de la niña no le infligiera castigos más severos. Pero el tribunal popular no considera probado que así fuera y da más valor a las manifestaciones de la hermana de Laia, en el sentido de que eran tanto la madre como el padrastro quienes la maltrataban.

Alevosía y ensañamiento

Los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) detectaron hasta 101 hematomas en el pequeño cuerpo de la niña, de solo 15 kilos. Y llegaron a la conclusión de que fue uno de esos fuertes golpes el que le seccionó el duodeno, una lesión "especialmente dolorosa" que le hizo agonizar durante dos días y provocó la peritonitis aguda que le costó la vida. La sentencia dice que concurren en este asesinato tanto alevosía como ensañamiento, ya que la víctima estaba absolutamente indefensa frente a sus agresores, que aumentaron "de forma deliberada e innecesaria" su sufrimiento al no llamar al 112.

La prueba pericial forense acreditó también que los ahora condenados hicieron que Laia consumiera cocaína, cannabis, paracetamol, antidrepresivos e hipnóticos.

Los condenados pierden la patria potestad

El trágico final de la pequeña Laia permitió que sus otros tres hermanos –de 9, 5 y 1 años– fueran rescatados del infierno en el que se había convertido el piso del Picarral en el que la familia convivía. Sin embargo, lo ocurrido ha impuesto también una distancia, posiblemente insalvable, entre los menores. Porque cada uno de ellos ha corrido una suerte dispar.

La mayor arrastra problemas de los que trata de recuperarse en un centro especializado de la Generalitat de Cataluña, que tiene su tutela. El chico que Vanesa Muñoz tuvo con su exmarido está ahora al cuidado de su padre biológico, mientras que el más pequeño de los hermanos –también varón e hijo de los condenados– está actualmente con una familia de acogida.

La sentencia condenatoria de la Audiencia de Zaragoza obliga también a los acusados a indemnizar con 90.000 euros a cada uno de los hermanos de Laia. Al padre biológico de la fallecida –que ejerció la acusación particular en el proceso– y a su abuela materna también se les reconoce el derecho a ser compensados económicamente con 50.000 euros.

Todo apunta a que Vanesa Muñoz y Cristian Lastanao serán declarados insolventes, por lo que difícilmente podrán hacer frente a la responsabilidad civil. Sin embargo, como víctimas de un delito violento, los abogados de los perjudicados podrán exigir una compensación al Estado.

Al margen de la cuestión económica, la condena por el asesinato de la pequeña Laia también supondrá a su madre y su padrastro la pérdida de la patria potestad sobre el resto de sus hijos. Las acusaciones particulares pretendían que se prohibiera también a los acusados el poder verse con sus hijos, pero el magistrado-presidente ha desatendido la petición.

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