El jubilado que ha dado la vuelta a Europa en Vespa regresa a casa: "Gracias por hacernos soñar a todos”

Han sido 77 días y más de 17.000 kilómetros sobre dos ruedas, y todo por una buena causa. Carlos Casaucau regresó a casa y sus seres queridos le dieron la bienvenida.

Calurosa bienvenida al jubilado viajero en Vespa por Europa
Calurosa bienvenida al jubilado viajero en Vespa por Europa
Camino Ivars

Viernes, 15 de septiembre. Anochece en el parque del agua mientras un grupo de vecinos de Zaragoza, banderines en mano, esperan la llegada de alguien muy especial. Parecía un sueño cuando el jubilado zaragozano Carlos Casaucau contaba a HERALDO su intención de dar la vuelta a Europa en su vespa. Cuando el reloj rozaba las 20.30, con los ojos inundados de emoción, cumplía su promesa.

“Gracias por hacernos soñar a todos”, espetaba Jesús Espartosa, presidente del Motoclub de Aragón que, con un grupo de 20 integrantes  montados sobre sus motos que sirvieron de comitiva desde la gasolinera de Rausán, en Alfajarín. “Gracias a su viaje, muchos de nosotros hemos hecho realidad un sueño que no hemos sido capaces de llevar a cabo”, reconocían, emocionados. “Es un honor que forme parte de nuestra asociación. Lo que ha hecho, a su edad, no lo haría cualquiera. Para nosotros es un héroe”, añadía Rafael Lombar.

Un comité de bienvenida, con su familia y amigos, recibió a Carlos Casaucau a su llegada de su periplo por tierras europeas a lomos de su Vespa.

De Rausán fueron a un bar de Santa Isabel, donde se les sumaron más motoristas. “Le fuimos siguiendo en directo a través de la geolocalización de whatsapp”, relataba Antonio Alfaro, otro de los integrantes del club.

Casaucau era recibido con todos los honores por un grupo de familiares y amigos que, esta vez a pie, le esperaban en la Expo. “Teníamos muchas ganas de tenerlo de vuelta. Sobre todo yo”, reconocía su mujer, Juana Posadas. Ahora, una vez que se ha cumplido el reto, reconoce que no llegó a creer que fuera a llevarlo a cabo hasta el mismo día que salió de casa. “Al principio estaba preocupada, luego, al ver lo feliz que era y cómo lo contaba a través de las redes sociales, solo podía estar alegre por él. Es un campeón”; reconocía.

“Cómo no íbamos a venir aquí, si estamos orgullosos de lo que ha conseguido él completamente solo”, añadía Miguel Ángel Lacueva, uno de sus amigos de la infancia, que destacaba que, además, había llevado a cabo esta aventura por una buena causa. “Es un orgullo”, añadía.

Algo incrédulo, instantes después de bajar de la moto, Casaucau reconocía sentirse muy emocionado. No en vano, han sido más de 17.000 kilómetros recorriendo las 27 capitales europeas durante algo más de dos meses. Y es que parece que fue ayer cuando el zaragozano de 64 años, contaba todos los preparativos de la aventura que iba a llevar a este jubilado a recorrer Europa una vespa PX 200 de color turquesa. Un sueño que, explicaba, llevaba años rondándome la cabeza.

“Lo que más feliz me hace es que he logrado recaudar más de 3.000 euros por una buena causa, para la asociación española de Corea de Huntington, una enfermedad degenerativa tremendamente desconocida que, en su caso, le toca de cerca. “La mujer de un buen amigo la padece, y he decidido que quiero contribuir de alguna manera con esta causa”, explicaba el motorista.

El viaje era la excusa, pero sobre todo un reto. Un reto para demostrarse a sí mismo, a raíz de su reciente jubilación, que no iba a convertirse “en el jubilado de los recados”. De hecho, otro de los retos del zaragozano era relatar su aventura a través de las redes sociales y, en este caso, desde su perfil de Instagram, @casaucauvespatour.

Esta moto “me va a acompañar toda la vida”

“Me he demostrado a mí mismo de lo que soy capaz de hacer, y he conocido a gente maravillosa por el camino. Estoy feliz”, admitía. Y, además, pensando en cuál será su siguiente destino. Sobre su compañera de viaje, una de sus seis vespas -eso sí, la favorita-, asegura que “esta me va a acompañar toda la vida”. En su cajón, que ha hecho las veces de maletero durante este viaje, conserva las 27 pegatinas que ha coleccionado durante el viaje.

Además, ha traído consigo un buen puñado de anécdotas, como la del día que se pegó más de 7 horas esperando la asistencia en la frontera entre Bulgaria y Macedonia con 37 grados. “No sabía ni dónde meterme. Afortunadamente seguimos adelante y hoy solo me quedo con lo bueno”, resume. 

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