El día en el que Zaragoza dejó de dar la espalda al Canal

Hace exactamente 25 años el paseo del Canal estrenó su nueva imagen. La alcaldesa Rudi hizo una inauguración exprés ante el temor de protestas vecinales.

El Canal, ayer por la tarde, en la zona del paseo del Colón.
El Canal, ayer por la tarde, en la zona del paseo del Colón.
Heraldo

Hay elementos que entonces eran el colmo de la modernidad y que hoy empiezan a dar síntomas del paso de los años. Hace justo un cuarto de siglo todo era nuevo y de gran relumbrón. Tal día como hoy pero de 1998 el paseo del Canal estrenaba imagen y se abría al tráfico tras más de año y medio de obras. Los zaragozanos descubrían un espacio abierto, una nueva arteria ciudadana, y comenzaban a reconciliarse con el cauce que hace más de 200 años abrió Ramón de Pignatelli por Torrero y La Paz.

El paseo de Colón, entre la avenida de Renovales y San José, se estrenó en su margen izquierda con nuevas farolas, barandillas, aceras, carril bici, pavimentos, empedrados… Harina de otro costal era la margen derecha, cuyas obras de recuperación se dejaban para “más adelante”. Veinticinco años después algunos vecinos aún recuerdan que “las obras fueron muy pejigueras y los técnicos se toparon con todo tipo de dificultades”, cuenta Martín Melús, vecino de Tierno Galván. Por un lado, fue necesario conectar un sinfín de tuberías y redes de suministro incluso por debajo del cauce y, por otro, las márgenes internas del Canal no podían tocarse dado que se comprobó que muchos cañaverales y otras vegetaciones autóctonas servían para sujetar las orillas de la propia infraestructura.

La información, en la apertura del HERALDO del 4 de julio de 1998.
La información, en la apertura del HERALDO del 4 de julio de 1998.
Heraldo

“El problema fue que durante muchísimo tiempo estuvo el tráfico cortado. Eso al comienzo generó muchas incomodidades, pero luego vino bien porque mucha circulación ya no se recuperó y esta zona pasó a ser mucho más tranquila”, añade Melús. Durante semanas los residentes del entorno tuvieron que acostumbrarse a nuevos giros y direcciones prohibidas (las líneas de bus 29 y 42 modificaron sus recorridos), pero aquello fue ‘pecata minuta’ ante el logro de conseguir que dos kilómetros de Canal -una primera espita- consiguieran integrarse felizmente en el tramo urbano. El resto del impulso tardaría en llegar, incluso hay tramos que quedarían ajenos a los planes de ribera de la Expo 2008, pero la recuperación del Canal no tenía ya marcha atrás.

La anécdota de aquella jornada es que la entonces alcaldesa, Luisa Fernanda Rudi, temía que los vecinos de Torrero-La Paz protestaran durante la inauguración de unas obras que se prolongaron cuatro meses más de lo debido (16 en lugar de 12) y que se hicieron sin tener en cuenta su participación. Así, la visita de las autoridades para ‘cortar la cinta’ se anunció con apenas tres horas de antelación, el paseíllo fue exprés y se hizo sin avisar a los representantes de los barrios implicados. 

Los vecinos criticaron la “descortesía” de la alcaldesa y dijeron que “actuaba a hurtadillas” y “sin ningún interés por el medio ambiente”, dado que los trabajos no tuvieron en cuenta la comisión de seguimiento para la recuperación del Canal. “No sabemos si tiene más miedo o soberbia”, se quejaron, si bien la primer edil dijo comprender su enfado antes de afirmar que “para resolver problemas y dejar una zona perfecta para pasear siempre hay que pasar por una etapa de incomodidad”.

La vegetación se impone en la zona más cercana al puente de la avenida de América.
La vegetación se impone en la zona más cercana al puente de la avenida de América.
Heraldo

Verdaderamente, la zona quedó “como una avenida europea” -decía alguna vecino entonces- y, por fin se dignificó la entrada al barrio de Torrero a través del puente de América. Se alabó la amplitud de las zonas peatonales y que, en primera instancia, se hubiera liberado toda la maleza que llegaba a asustar a algunos viandantes. Este primer impulso a la zona costó unos 270 millones de pesetas (es decir, 1,6 millones de euros), si bien el 80% de los trabajos fueron financiados por la Comunidad Europea a través de fondos de cohesión.

El Consistorio, con esta actuación y su segunda parte que llegaría dos años después a la zona de Vía Pignatelli, confiaba así en poner fin a las protestas de grupos vecinales y ecologistas que desde hacía más de veinte años se lanzaban a bordo de improvisadas barcas aguas abajo del Canal para exigir un plan especial. 

Esta práctica no solo no se detuvo sino que se reforzó como tradición: en septiembre del año pasado, de forma masiva y festiva, se celebró la 40ª bajada del Canal con la sempiterna demanda de conseguir un canal más limpio, bien conservado y accesible para el ocio ciudadano como un parque lineal. Aún hoy los vecinos reconocen que poco a poco se han mejorado algunos tramos, pero desde 2008 el llamado Plan Especial del Canal Imperial sigue sin recibir un nuevo impulso y sin asegurar una protección que evite un revestimiento puro y duro.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión