Una quedada para llorar en Zaragoza

El llanto está mal visto, sin embargo, sus beneficios son múltiples.

María José Ochoa, psicóloga clínica y una de las organizadoras de ‘Ruikatsu’ en el salón de actos del Joaquín Roncal de Zaragoza
María José Ochoa, psicóloga clínica y una de las organizadoras de ‘Ruikatsu’ en el salón de actos del Joaquín Roncal de Zaragoza
Camino Ivars

¿Cuándo fue la última vez que lloró? ¿Recuerda sentirse avergonzado o esconderse por ello? ¿Cuántas veces se ha disculpado con alguien por romper a llorar? Aunque parezcan detalles sin importancia, la realidad es que socialmente el llanto está mal visto, sin embargo, sus beneficios son múltiples. Precisamente por estos motivos en 2013 surgían las primeras quedadas de ‘Ruikatsu’ -una quedada para llorar- en Japón, uno de los países con mayores tasas de ansiedad y estrés del mundo, así como con mayor represión emocional.

‘Ruikatsu’ significa "buscando lágrimas". "Es algo así como un llanto en grupo, o una quedada para llorar sin más", explica María José Ochoa, psicóloga clínica y una de las organizadoras del evento enmarcado en Mayember que se celebró este sábado en el salón de actos del Joaquín Roncal de Zaragoza

María José Ochoa: "Personas que cuando notan la primera lágrima se disculpan, bajan la cabeza, la intentan reprimir respirando hondo, o dicen que no les gusta nada llorar, que les da vergüenza, que les hace sentirse frágiles, débiles, vulnerables o ridículos…"

El escenario, a las 12.00 del mediodía, completamente en penumbra, cuenta con una treintena de personas esparcidas por sus butacas. Luces, una colección de instrumentos en el escenario y, en el centro, unos pañuelos de papel. Todo lo necesario para participar en una sesión de ‘Ruikatsu’.

Mayember es un movimiento que nace a favor de la salud comunitaria, y con el objetivo de reivindicar la igualdad de derechos de las personas con problemas de Salud Mental: "recibir un trato digno, libre de prejuicios y estigmas que frecuentemente hacen que la persona se viva a sí misma con vergüenza", añade.

Algo que, curiosamente, también ocurre con algo tan natural como el llanto. "Es algo que habitualmente veo en mi consulta. Personas que cuando notan la primera lágrima se disculpan, bajan la cabeza, la intentan reprimir respirando hondo, o dicen que no les gusta nada llorar, que les da vergüenza, que les hace sentirse frágiles, débiles, vulnerables o ridículos…", relata la experta. Una cuestión educacional que tiene que reprimir algo que, sin duda, está pidiendo salir a gritos.

María José Ochoa: "No hay una lágrima igual que otra, pues su composición química es distinta según se llore de pena, de rabia o de alegría"

Fue el japonés Hiroki Terai  quien, conociendo el poder liberador de las lágrimas, decidió montar estos grupos a modo de terapia en su país. Y es que, como refrendan numerosos estudios, llorar tiene múltiples beneficios para el organismo pues, a través de las lágrimas expulsamos sustancias tóxicas del organismo, mejora el sistema inmune y tiene un efecto analgésico y calmante. En definitiva: nos sentimos mejor.

La idea era crear un espacio en el que se respete el llanto de cualquiera que necesite llorar, sin juicio, sin justificación, sin hablar. "Todo está bien. Se trata de sentir lo que venga, sin forzar al cuerpo, ni para reprimir ni para expulsar. Buscamos lágrimas, sin más", reivindica Ochoa. ¿Un dato curioso? "No hay una lágrima igual que otra, pues su composición química es distinta según se llore de pena, de rabia o de alegría", señala la experta.

Mayember contaba con los musicoterapeutas zaragozanos Víctor Luqui (Grana psicología) y Beatriz Vallejo
Mayember contaba con los musicoterapeutas zaragozanos Víctor Luqui (Grana psicología) y Beatriz Vallejo
Camino Ivars

El instrumento es el cuerpo

La propuesta en el salón de actos del Joaquín Roncal partía de una experiencia, guiada por música, sin ningún fin concreto, ni siquiera llorar. Y, para ello, Mayember contaba con los musicoterapeutas zaragozanos Víctor Luqui (Grana psicología) y Beatriz Vallejo que, ayudados por múltiples instrumentos -tanto de percusión como de cuerda y voz-, realizaban una sesión de algo más de una hora en absoluta penumbra, garantizando el anonimato de los presentes y, sobre todo, generando un espacio de seguridad. "Hemos utilizado palos de lluvia, tambores oceánicos, cencerros, güiras, cascabeles, un handpan, una guitarra y hasta un piano de cola", explica ella.

Beatriz Vallejo: "Nuestro objetivo no era otro que generar una atmósfera en la que cada cual tuviera la libertad de llorar, o simplemente de experimentar con la música lo que sintiera"

"Nuestro objetivo no era otro que generar una atmósfera en la que cada cual tuviera la libertad de llorar, o simplemente de experimentar con la música lo que sintiera", afirma Vallejo. Sin embargo, el instrumento más importante estaba en cada uno de los presentes. "Es el cuerpo", asevera Luqui. Y es que mientras que en psicología se trabaja con palabra y silencio, en musicoterapia se hace lo mismo, pero con la música. "Partimos del silencio para escucharnos y tratar de entendernos, pero el instrumento fundamental es la persona", infiere.

María José Ochoa, psicóloga clínica
María José Ochoa, psicóloga clínica
Camino Ivars

Una actividad novedosa

La mayoría de los asistentes admitía que se trataba de una experiencia única sobre la que no habían oído hablar antes en Zaragoza. Y aunque la mayoría no logró llegar al llanto, todos coincidían en lo idóneo de organizar un acto de estas características. "Yo no puedo llorar casi nunca, y las pocas veces que lo he hecho ha sido gracias a una canción", aseguraba María Jesús López, una de las asistentes.

Algo parecido le ocurría a María José Lasheras, que iba, sobre todo, por curiosidad: "Llorar siempre me ha costado mucho, pero si empiezo no paro. Esta sesión me ha servido para relajarme, y eso ya es importante". Finalmente, Esther Luna destacaba la presencia de "tantos instrumentos tan difíciles de ver en otros sitios, y el ambiente de calma y tranquilidad que había. Me ha servido para desbloquear cosas internas. Estoy muy agradecida", concluía.

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