patrimonio

Cien años y tres musas para los hermanos Argensola

El conjunto escultórico que José Bueno dedicó a los autores barbastrenses se reubicará con motivo de la reforma de la plaza de San Pedro Nolasco de Zaragoza. El monumento acaba de cumplir cien agitados años.

El monumento, retocado por última vez en 1991, cambiará de ubicación dentro de la plaza de San Pedro Nolasco
El monumento, retocado por última vez en 1991, cambiará de ubicación dentro de la plaza de San Pedro Nolasco
Heraldo

La plaza de San Pedro Nolasco afrontará en los próximos meses una ambiciosa reforma. El Ayuntamiento de Zaragoza ya está planteando elevar la calzada, incorporar nuevas zonas verdes, mejorar la accesibilidad... Estos cambios obligarán a trasladar unos metros el memorial a los hermanos Argensola, que justo este 2022 cumple un siglo desde que se proyectó y que en estos cien años ha tenido una más que atribulada existencia: ha vivido al menos dos pequeñas mudanzas y la musa teatral que acompaña a los autores se ha esculpido hasta en tres ocasiones.

En el archivo municipal puede descubrirse que ya hubo un primer intento de erigir en Zaragoza un monumento conmemorativo a los escritores barbastrenses allá por 1918. Aquel proyecto germinal llevaba la firma del arquitecto José de Yarza Echenique y consistía en un obelisco de seis metros de altura, pero nunca se llegó a materializar. En 1922 el Consistorio retoma de nuevo la iniciativa y encarga al escultor José Bueno la creación de un nuevo monumento. Cuentan que el acuerdo con el artista fue una suerte de ‘quid pro quo’, dado que el Ayuntamiento le había comprado una obra (la escultura ‘La tarde’), que finalmente no llegó a instalarse en la vía pública por tratarse de un desnudo femenino. El autor exigió alguna compensación por ello y aceptó el encargo del monumento a los Argensola, por el que cobró 6.000 pesetas (lo que hoy serían 36 euros sin contar con la inflación centenaria). José Bueno parece que aceptó de buen grado el acuerdo porque meses más tarde, como agradecimiento a la ciudad, donó la obra ‘Mujer dormida’, escultura que aún hoy puede verse entre enredaderas en un cruce de la plaza de Basilio Paraíso.

Entre la construcción de la figura que flanquea los medallones de los hermanos Argensola y las obras de cimentación del espacio fueron pasando los meses y no fue hasta diciembre de 1923 cuando se pudo ver el memorial en la plaza (entonces se llamaba de San Lorenzo), aunque no hubo inauguración oficial alguna. Desde su estreno, el conjunto despertó cierta admiración pero también alguna que otra crítica referida al básico tratamiento de los rostros de los autores (bajorrelieves casi planos y pictóricos) y, también, a lo endeble de la escultura principal, una matrona que representa las bondades del teatro y la literatura. La alegoría se deterioró con extrema rapidez y, de hecho, el propio José Bueno la sustituiría en 1951 por otra figura algo más robusta pero con el mismo corte clásico de una matrona sedente. Víctima de diversos actos vandálicos y de nuevo deteriorada por pasar sus horas muertas a la intemperie, la figura de la musa se volvió a cambiar en 1991, cuando la plaza de San Pedro Nolasco fue objeto de una remodelación integral proyectada por el arquitecto Ricardo Usón.

Una de las imágenes de la escultura primigenia.
Una de las imágenes de la escultura primigenia.
Ayto. Zaragoza

Entonces el monumento fue desplazado de su ubicación inicial, incorporó una fuente y pasó de ocupar el centro de la plaza a un lateral, alegando que así podría simbolizar junto a un banco circular una suerte de patio de butacas. Una máscara de teatro y las inscripciones en griego de las palabras ‘Comedia’ y ‘Felicidad’ hacen referencia remota a la representación, en una versión que fue guiada por la Asociación Cultural Pablo Gargallo, tras la que estaba el escultor Alberto Pagnusatt. Está por ver qué nuevo espacio ocupa la musa en mármol de Carrara en 2023, dado que el Consistorio ha asegurado que habrá que "reubicar el monumento dentro de la propia plaza".

Ciudad poco literaria

Dicen los expertos en arte que el monumento responde a una «tipología muy común en Europa durante el siglo XIX e inicios del XX». Lo que puede resultar menos habitual es que en Zaragoza se consagren bustos y estatuas en recuerdo de escritores aragoneses. El bibliófilo José Luis Melero, recopilando los primeros autores a los que la ciudad dedicó honores, cita los bustos de Mariano de Cavia y Fernando Soteras (también obra de José Bueno), Marcos Zapata, Eusebio Blasco, Ramón Acín y Ximénez de Embún. El también escritor Julio José Ordovás, gran conocedor de las calles y plazas de la capital, apunta alguno de los motivos por los que los autores de Barbastro se ganaron su reconocimiento a orillas del Ebro. «El mayor de los hermanos, Lupercio Leonardo Argensola, se casó en segundas nupcias con la viuda del hijo de Gabriel Zaporta, Mariana Bárbara Albión, y durante unos años vivió aquí mismo, en la casa de Zaporta. De los dos hermanos, el mejor poeta es Bartolomé, con diferencia. Pero Leonardo fue un gran hombre de letras. Y uno de los fundadores de la Academia de los Ociosos, que no sé por qué no se le ha ocurrido a nadie revivificarla», explica el autor de ‘El peatón sentimental’ (Xordica, 2022).

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Apuntes sobre José Bueno

El monumento a los escritores del Siglo de Oro es sólo uno de los muchos de José Bueno que pueblan las calles de Zaragoza. De hecho, según el catálogo del Ayuntamiento, es el sexto autor con más obra en la vía pública, a poca distancia de Rafael Barnola Usano, Ángel Orensanz o Félix Burriel, que lo aventajan. De su habilidad con el martillo y el cincel surgieron también el monumento de la fosa común de Torrero o el Alfonso Batallador de más de seis metros de altura (más otros ocho de pedestal) que preside la escalinata del parque Grande.

José Bueno Gimeno nació en Zaragoza en 1884 y murió en Madrid en 1957. Estudió en la Escuela de Artes, donde fue alentado por Ricardo Magdalena para que se dedicara a la escultura. Su estilo está dominado por un sentido clásico de la forma y muchas de sus obras pueden verse en las calles de Zaragoza. En 1922 HERALDO informaba de que el autor estaba compaginando la creación de Alfonso el Batallador para el parque Grande con la de los hermanos Argensola.

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