Los nuevos quioscos se apoderan de Zaragoza
El Ayuntamiento licita 33 de estas instalaciones, de las que diez ya están en marcha tras su reforma.
Los quioscos de hostelería de la capital aragonesa empiezan a lucir su nueva cara. La proliferación de este tipo de establecimientos, gracias a las licitaciones que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Zaragoza en diferentes fases desde mediados de 2020, es cada vez más notable, y son muchos los que actualmente están en obras o ya han vuelto a abrir sus puertas en diferentes zonas de la ciudad tras su remodelación. El objetivo del área de Servicios Públicos es regularizar la situación de estos negocios, ya que algunos trabajaban con la concesión caducada, y unificar sus criterios estéticos. En general, para empresarios y usuarios es un cambio "a mejor", aunque como ocurre con toda medida también ha generado algunos detractores.
Las instalaciones de los paseos de Sagasta y Constitución y la avenida de la Ilustración ya están prestando servicio, así como las ubicadas en los parques Bruil, Castillo Palomar y Pignatelli. También está en funcionamiento el de San Pedro Nolasco, aunque de forma provisional, mientras se tramita la licencia de obra a la espera del visto bueno de Patrimonio. Lo mismo ocurre en el quiosco del Cabezo Buenavista, en el parque Grande, que aunque está en activo deberá ser demolido y se volverá construir con las mismas directrices que el resto. En esta emblemática zona verde se sacaron a concurso seis de estos bares con una inversión de 3,4 millones de euros y un canon que oscila entre los 20.000 y los 85.000 euros.
En total, desde hace dos años el Consistorio zaragozano ha ofertado la gestión de 33 quioscos de la ciudad, entre ellos varios de prensa, flores, lotería y de venta de alimentación. El único de hostelería que ha quedado desierto es el del parque Torre Ramona, en Las Fuentes, y según indican fuentes municipales el gobierno PP-Cs estudia volver a sacarlo de nuevo a concurso. Igualmente, si hay alguna propuesta por parte de las juntas de distrito se estudiará la posibilidad de licitar nuevos quioscos en otras zonas de la ciudad.
Bajo los mismos criterios
La intención, además de impulsar la red municipal de bares callejeros y permitir la creación de nuevos puestos de trabajo, es que estas instalaciones ofrezcan un mejor servicio y bajo unos criterios estéticos unificados. Algunos solo han necesitado de una pequeña reforma para ponerse en marcha, mientras que otros se han tenido que volver a levantar desde cero. Es el caso, por ejemplo, del que se encuentra en la plaza de Los Sitios, antes destinado a prensa y que todavía está ultimando las obras para su apertura.
Este en concreto ha sido algo polémico, ya que algunos vecinos han considerado que rompe con la armonía de la plaza o que su tamaño es demasiado grande para la zona en la que se encuentra. No obstante, también hay otros, como Silvia Blázquez, que se encontraba ayer junto a unas amigas en una terraza frente al nuevo quiosco, que consideran que está "quedando bonito". "Nosotras seguro que venimos alguna noche cuando lo abran", indicaba la joven.
A unos metros de distancia, el que sí ha subido ya la persiana luciendo su nueva cara es el establecimiento del paseo de la Constitución, que ha mantenido su forma original pero incorporando una cristalera que permite proteger a los clientes de las inclemencias del tiempo. Allí, José Ángel Zapater y Mónica Aranda, vecinos del entorno, aseguraban que durante las noches de verano siempre que pueden aprovechan para pasar un rato agradable tomando algo y se mostraban "encantados" con su actual aspecto.
Además del quiosco de la plaza de Los Sitios, aún están a la espera de abrir sus puertas los del Embarcadero de Vadorrey, Tenerías y el parque de Pignatelli a la altura del paseo de Ruiseñores, que están tramitando la licencia. También varios del parque Grande.
Un proyecto familiar
Mientras, en el barrio de Delicias se encuentra el que es el más antiguo de esta nueva tirada de quioscos, Nusa Dua, en el parque del Castillo Palomar. Fue el primero que se puso en funcionamiento, en marzo de 2021, y desde entonces, según cuenta su propietaria, Sandra Bona, han sido meses "de mucho trabajo" pero "muy gratificantes". Era la primera vez que Bona y su familia se sumergían en un proyecto de estas características, aunque siempre habían estado relacionados con el sector, y han logrado sacarlo adelante gracias al esfuerzo de tres generaciones: sus padres, sus hermanos y sus hijos.
"Yo vivo cerca y siempre me ha encantado el sitio y la licitación salió justo en el momento adecuado. Hasta ahora, súper bien, es un proyecto chulísimo. Todos hemos aportado un montón y hemos sumado con nuestras fortalezas y debilidades", asegura esta zaragozana, que ya tiene la idea de jubilarse al frente del quiosco, que ya ha logrado hacerse con un solete de la guía Repsol. "Estoy enamorada del sitio, lo hemos ambientado en Bali y a la gente le gusta, parece que estás en la playa", añade.
Según cuenta, pese a que la ciudad se encuentra mucho más vacía por ser agosto, estos días ha estado siempre lleno. "El barrio te lo agradece y tenemos clientes que ya son asiduos, también de otras zonas", indica Bona, que añade que aunque "cuesta", y más ahora con la crisis del alza de precios, el coste de la luz y la escasez de hielo, el ‘feedback’ que reciben es muy bueno y es lo que les hace "subir la persiana". Entre otras cosas, cuenta que organizan actuaciones y concursos que han cosechado mucho éxito. "Siempre estamos pensando de qué manera innovar", enfatiza.
