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Juicio contra la banda de 'Badoo': "Le gritó '¡dale, dale!' y enseguida sentí la chispa de la pistola eléctrica"

La venezolana que se hacía llamar 'Dulce Ángel' en la página de contactos Badoo para atraer a Pedrola a hombres a los que luego torturar y desvalijar se ha sentando hoy el banquillo. Ella y sus presuntos compinches lo niegan todo.

Los acusados, durante el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia de Zaragoza.
Los acusados, durante el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia de Zaragoza.
Toni Galán

La Audiencia de Zaragoza ha comenzado a juzgar este martes a los tres integrantes de la que fue bautizada como la banda de ‘Badoo’, por ser precisamente esta la red social de contactos que utilizaron como cebo entre el 26 de julio y el 6 de septiembre de 2019 para atraer una a una hasta Gallur, Luceni y Pedrola a sus tres víctimas: un joven rumano de La Almunia de 37 años, un vecino de Tudela de 59 y un informático vizcaíno de 54. Los dos primeros fueron abandonados en el campo en plena noche tras ser golpeados, atados de pies y manos y amenazados con distintas armas, incluida una pistola eléctrica, para quitarles desde las tarjetas de crédito al coche. Sin embargo, ambos lograron salvar la vida y han podido rememorar hoy ante el tribunal aquella dramática experiencia. Peor suerte corrió el último, al que dieron muerte y enterraron cuando todavía le quedaba un hilo de vida

Al producirse cada secuestro en fechas distintas y tener un diferente final, la jueza instructora acordó celebrar también tres juicios independientes. En esta primera vista, el que se juzga es únicamente el asalto al vecino de La Almunia, F. C. J. La Guardia Civil llegó a la conclusión de que en este participaron los tres miembros de la banda, Hedangeline Candy Arrieta., la venezolana de 36 años que se anunciaba en Badoo como ‘Dulce Ángel’ y se encargaba de contactar con las víctimas, su pareja Mohammed Achraf, de 38 años y dueño de un taller de coches ubicado en Pedrola, y uno de sus empleados, José Antonio Meléndez, de 43 años. 

Cuando fueron atacadas las otras dos víctimas, el único español de la organización estaba preso en la cárcel de Castellón, por lo que los investigadores descartaron su implicación. Y por ello, tampoco se sentará la semana que viene en el banquillo para responder en un segundo juicio por el crimen del informático vasco José Antonio Delgado.

“En esas imágenes no se aprecia que sea yo, no mantengo lo que dije. La conexión por videoconferencia con el juzgado era muy mala, se entrecortaba y no escuché bien a la jueza”, ha declarado un acusado.

Como pedía preverse, los encausados han jugado a la ceremonia de la confusión. La pareja se ha limitado a contestar a las preguntas de sus respectivos abogados, Carmen Sánchez y Luis Ángel Marcén, mientras que el tercer acusado, asistido por el letrado Ignacio Loyola Rada, se ha desdicho de todo lo que en su día declaró ante la jueza de instrucción. Como le ha recordado el representante de la acusación particular, José Cabrejas, entonces confesó haber utilizado la tarjeta de crédito y el PIN que mediante golpes y amenazas sustrajeron a F. C. J. para sacar dinero de un cajero automático de Gallur. “En esas imágenes no se aprecia que sea yo, no mantengo lo que dije. La conexión por videoconferencia con el juzgado era muy mala, se entrecortaba y no escuché bien a la jueza”, ha declarado.

El encausado, que también ha negado que conociera a la víctima, solo ha reconocido que trabajó durante “tres o cuatro semanas, no llegó a un mes” para Mohammed Achraf “lavando coches y limpiando” en la nave de Pedrola donde supuestamente se torturó a las víctimas. “Ni el 26 ni el 27 de julio -cuando se produjeron los hechos- estaba en Zaragoza, me había ido a Vinaroz”, ha señalado. Todavía menos explicaciones ha dado al tribunal el propietario del taller, quien se la limitado a negar su participación en cualquier robo, agresión o rapto.

Tampoco ‘Dulce Ángel’ se ha salido del guión. Y a preguntas de su abogado se ha presentado como una chica que vino de Venezuela a España a finales de mayo de 2019 y logró un puesto de trabajo como niñera. “Mohammed fue primero mi jefe, cuidaba de sus tres hijos. Luego fuimos pareja”, ha declarado. Según está, conoció al también acusado a través de las redes sociales, pero nada ha dicho de si las utilizó también para atraer a las víctimas hasta la Ribera Alta del Ebro o de si participó en los robos y secuestros. “No lo conozco de nada”, ha dicho al referirse al joven de La Almunia.

Es ella "al cien por cien"

Mejor memoria que Hedangeline Candy Arrieta han demostrado tener los dos hombres que lograron salir vivos de la encerrona que les tendió la banda. Porque tanto F. C. J. como J. L. F. la han identificado en sala “al cien por cien” como la joven con la que concertaron una cita: el primero en Gallur y el segundo, en Luceni.

“Cuando llegué, estaba sola en la carretera. Se subió a mi coche y me dijo que íbamos a su casa a coger una chaqueta. Al llegar, me dijo que apagara las luces y enseguida vinieron dos hombres, uno por cada lado. Me sacaron del vehículo a la fuerza, no supe cómo reaccionar. Llevaban capuchas y no les puede ver la cara”, ha recordado el joven de La Almunia. Según este, en un momento dado uno de sus asaltantes gritó al otro: “¡Dale, dale!”. Y lo siguiente que vio fue la chispa de algo. En concreto de una pistola eléctrica que más tarde se intervendría a los acusados.

"Pensé que me iban a matar, por eso les di el PIN verdadero”, ha confesado el joven de La Almunia

Tras robarle todo lo que llevaba, antes de abandonarlo en medio del campo en plena madrugada le pusieron un cuchillo en el cuello y le exigieron que les diera la tarjeta del banco y la clave de seguridad. “Pensé que me iban a matar, por eso les di el PIN verdadero”, ha confesado.

El vecino de Tudela ha reconocido también sin ninguna duda a ‘Dulce Ángel’ y a su pareja como las personas que la atacaron el 4 de septiembre de 2019. “Llegué a estación de tren de Luceni, no había nadie, solo ella en el andén contrario. Me dijo que una amiga nos estaba esperando en el coche para llevarnos. Pero fue llegar al camino y noté una sombra detrás. Acto seguido, me golpearon. Peleamos un poco, porque estaba mareado, y acabamos cayendo por un terraplén. Me ataron con bridas y cuerdas. Y quedé colgado como un cerdito de pies y manos. La chica me puso la pistola y me dijo que o me quedaba quieto o me disparaba”, ha relatado.

El juicio continúa este miércoles con la declaración del resto de testigos.

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