patrimonio

El alma palaciega de la fachada del Museo del Teatro Romano

La fachada de este museo procede de una casa de Zaragoza del siglo XIX, con base en un palacio del siglo XVI.

Fachada del Museo del Teatro Romano de Zaragoza.
Fachada del Museo del Teatro Romano de Zaragoza.
M. M. M.

Si buscan en un callejero o en Google Maps los números 12 y 14 de la calle de San Jorge de Zaragoza llegarán al Museo del Teatro Romano. La primera vista que tendrán es una fachada que combina el tono anaranjado con el blanco de los detalles. A simple vista nada romano, ya que los vestigios del imperio aguardan en el interior.

En un principio en este lugar se encontró la casa del Justicia Mayor de Aragón Juan del Pueyo, en 1597. Al parecer, se podía ubicar en lo que se conocía como calle Nueva o Nueva de San Lorente o Alta de San Pedro, junto a la calleja Zaporta, como reveló Tomás Ximénez Embún en 'Antigua Zaragoza'. Esta casa fue noticia a finales de los 90, cuando los historiadores se toparon con lo que podía ser un "bello palacio aragonés del siglo XVI", informó HERALDO. Tanto, que a petición de Chunta Aragonesista se revisó el proyecto, en ese momento no se descartaba que quedase algún elemento original pero los vecinos relataron a este periódico que ya había sido víctima del expolio.

Aspecto del edificio a finales de los 90.
Aspecto del edificio a finales de los 90.
Oliver Duch
Recorte de HERALDO con la fachada original del palacio del siglo XVI, hecha por Joaquín Jordán.
Recorte de HERALDO con el boceto de la fachada original del palacio del siglo XVI, hecho por Joaquín Jordán.
Archivo Heraldo de Aragón

Sin embargo, la apariencia que tenía entonces fue sustituida en el siglo XIX. "Era reformada sustancialmente en 1868 por María Francisca Guillén", informa el informe histórico artísitico del Ayuntamiento de Zaragoza. Esta mujer era la propietaria, como referencia el expediente 183 de 1868 del Negociado de Policía Urbana. Las obras se solicitaron el 14 de febrero del ya mencionado año, catalogada de interés ambiental. Algunos de los propósitos de esa rehabilitación fue dar "mayor robustez a las fajas horizontales, balcones, repisas, cornisas y alero", o que la fachada había que pintarla o estucarla "con modelos de colores aprobados por la Municipalidad", registró HERALDO en una noticia posterior.

Cuentan que en esos años, en el siglo XIX, el procedimiento para remodelar una fachada no era demolerla, sino cegar los vanos que se deseaban y abrir los nuevos que se deseaban. En este caso fue acometida por el arquitecto Joaquín Jordán. Estas no fueron las únicas, sino que en 1909 y en 1921 se sumaron otras obras en la calle de Zaporta –la que actualmente da paso al mirador del Teatro Romano y cafetería del museo- esta vez por parte de Julio Bravo y Luis de La Figuera, respectivamente, como queda registrado en el archivo municipal.

Recorte de HERALDO con la fachada posterior, hecha por Joaquín Jordán.
Recorte de HERALDO con el boceto de la fachada posterior, hecho por Joaquín Jordán.
Archivo Heraldo de Aragón

Así, se consiguió la fachada que aún hoy se conserva. Una docena de vanos articulan esta fachada homogénea, divididos en dos alturas. Dos de ellos son unos miradores de madera y cristal que cobran cierto protagonismo en el conjunto en los extremos de la planta principal. "Todos los vanos son adintelados y abalconados en una disposición de fachada jerarquizada, teniendo un tratamiento más rico a base de enmarques moldulados, cornisas, etc., en la planta principal o noble de mayor altura que la segunda", describen en el informe municipal. En ese piso superior se conserva el número de vanos y la simetría, pero se trata de unos balcones más pequeños. Un aspecto que también comparten unos y otros es la herrería y el tamaño de los antepechos, incluso en el caso de los miradores. Si se alza la mirada más allá, se encuentran múltiples moldaduras que rematan la fachada.

Esta definición puede acercarse a una "academicismo francés", tal y como se califica en la ficha, un estilo que caracterizó al arquitecto Segundo Díez. "Plantea una armónica y limpia composición en una síntesis formal de la tipología palacial con la severidad de los vanos propio de la arquitectura doméstica de pisos", añaden los técnicos municipales en el informe.

Parte posterior de la fachada en plenas obras del Museo del Teatro Romano.
Parte posterior de la fachada en plenas obras del Museo del Teatro Romano.
Carlos Moncín

En imágenes de décadas pasadas se pueden ver comercios en los bajos, donde ahora se ubica la entrada al Museo del Teatro Romano. Por esta razón, en la actualidad esta fachada es muy frecuentada por turistas y viandantes, pero tal vez no sea tan conocido este palaciego pasado. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión