Los genes del oso Neré y sus viajes de casi 300 km por el Pirineo

La especie crece a un ritmo anual del 10% y la movilidad es cada vez mayor. En Aragón se ha detectado la presencia de nueve ejemplares, por la creciente presión desde Francia y Cataluña. 

Neré, captada por una de las cámaras instaladas para seguir a la población de osos.
Neré, captada por una de las cámaras instaladas para seguir a la población de osos.
FIEP

La población de oso pardo del Pirineo crece y cada vez se mueve más. El incrementó medio anual fue del 10,96% entre 2006 y 2019 en el conjunto de la cordillera, una evolución favorable confirmada por el censo de 2020. Pero además, los últimos datos avalan la decisión técnica tomada en 2018 de considerar una única zona de presencia de la especie desde la parte oriental hasta los Pirineos Atlánticos, poniendo fin a la idea de la existencia de dos núcleos históricamente aislados, ya que cada vez hay más movimientos de un lado a otro. Los indicios localizados el último año los sitúan en una franja de territorio que dista 272 km, dentro de una superficie de 8.200 kilómetros cuadrados. 

Neré, uno de los nueve individuos detectados en Aragón en el último año, es un paradigma de las dos tendencias. Sus viajes avalan la idea de la conectividad entre el Pirineo oriental y el occidental. Lo mismo que su hijo Cannellito o el oso Rodri. Viajes que no ha hecho en balde, ya que ha participado en la reproducción en el otro extremo de la cordillera. Sus apareamientos han dado fruto y para sorpresa de muchos, dada su edad (24 años), es el padre de tres de los nuevos oseznos, de dos camadas distintas, según los análisis genéticos de los rastros realizados en la Universidad Autónoma de Barcelona.  

Su reproducción aporta asimismo diversidad genética, al ser uno de los dos machos que han tenido descendencia sin estar relacionados con Pyros, padre y abuelo de la mayoría de osos de los Pirineos, que planteaba un problema de escasa variabilidad genética. 

Neré ha traído algunas de las buenas noticias puestas en común por los miembros del Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo, que hace unos días celebró su encuentro anual y del que forman parte representantes de Francia y Andorra y de los gobiernos de Navarra, Aragón y Cataluña. La reunión sirve, entre otras cuestiones, para actualizar el censo. 

 A pesar de la muerte de tres osos adultos en los Pirineos el año pasado, la población de esta especie registró una cifra histórica de 64 individuos, según el informe técnico elaborado. Se trata de un balance provisional que se revisará en un año, por si aparecen nuevas evidencias, y podría ser incluso superior. De ellos 35 son adultos potencialmente reproductores. Pero sobre todo resulta revelador el récord de nacimientos, 16 nuevas crías de nueve hembras. En esta lista no figuran Sorita y Claverina, liberadas por Francia en 2018 en el Pirineo occidental, donde solo había machos, que deambulan entre ese país y Aragón. La primera tuvo dos cachorros en 2019, pero los mató un macho.

Estos datos son los más altos desde que en 1996 Francia y Cataluña apostaron por traer osos de Eslovenia para repoblar los Pirineos ante la escasez de ejemplares autóctonos. En este tiempo han nacido 98 crías.

El grupo de seguimiento da por muertos o desaparecidos en 2020 a nueve osos, al no hallar indicios de su presencia durante dos años o tener constancia de su fallecimiento. Entre ellos, Cachou (envenenado en el valle de Arán), Sarousse (muerta en una batida de caza en la Ribagorza) y otro ejemplar abatido a tiros en Francia, así como cuatro crías nacidas en 2019 y dos machos subadultos de los cuales no se tiene noticia desde hace un par de años. Por contra, se han localizado dos ejemplares dados por desaparecidos. 

La Red Oso Pardo confirmó el pasado ejercicio más de 1.500 indicios: ataques, imágenes de las cámaras de fototrampeo, excrementos, rastros de pelo o huellas e incluso observaciones directas. Los técnicos ya no cuentan con el seguimiento de los collares GPS. Los cuatro que quedaban activos dejaron de transmitir: el de Cachou por su fallecimiento, los de Claverina y Sorita al agotarse la batería y el de Goiat, porque lo perdió en la comarca aragonesa de la Ribagorza.

El empuje hacia Aragón

Esos indicios han permitido situar en Aragón a un total de nueve ejemplares, seis en la Ribagorza y en Sobrarbe y tres en la Jacetania. Entre ellos está Canellito (nacido hace 17 años de Neré y la última osa autóctona), la desaparecida Sarousse, Goiat y al menos un subadulto indeterminado, localizados en la franja que va de Bielsa al valle de Benasque, por el norte, y el macizo de Turbón, al sur. En la parte occidental, Claverina y Sorita "parecen estar bien aclimatadas a su nuevo territorio", señala el informe, y hay un macho adulto indeterminado detectado en marzo en Aragón, además de Neré.

Esto confirma, según Guillermo Palomero, de la Fundación Oso Pardo y miembro del grupo, "que cada vez el núcleo catalán empuja más osos a la zona aragonesa, y lo mismo la parte francesa". Por ello, dice, es necesario activar todas las medidas de prevención para la ganadería y la apicultura. El año pasado, en la vertiente francesa, se registraron 374 ataques sobre ganado y colmenas (362 en 2019), mientras en España disminuyeron de 69 a 48. Al mismo tiempo, indica Palomero, la caza "debe hacerse compatible" con la presencia de los osos, como ha demostrado el caso de Sarousse. Su muerte ha dado lugar a una investigación judicial todavía abierta, en la que está personada la Fundación. Por otra parte, el recuento 

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