ZARAGOZA

La montaña rusa también se baja con mascarilla: así está el Parque de Atracciones

El recinto presenta estos días la cuarta parte de su afluencia habitual, por lo que las esperas se reducen... al ritmo de los ingresos. Los clientes valoran de forma positiva las medidas de seguridad.

El zaragozano Óscar García, con sus hijos Natalia y Miguel, en la atracción La Mina del Parque de Atracciones.
El zaragozano Óscar García, con sus hijos Natalia y Miguel, en la atracción La Mina del Parque de Atracciones.
Guillermo Mestre

La pandemia se cuela en todos los rincones, y el Parque de Atracciones de Zaragoza no es una excepción. Las sonrisas que habitualmente se dibujan en las caras de niños y mayores estos días solo se intuyen, ya que están cubiertas obligatoriamente por las mascarillas. Pero siguen ahí debajo. Esta medida de protección ya era obligatoria en el parque antes de que se impusiera su uso en todo Aragón. El recinto ha tenido que adaptarse para abrir y le está costando arrancar, ya que está recibiendo aproximadamente la cuarta parte del público habitual para estas fechas.

Su situación ya era difícil tras la reapertura del 25 de junio, pero se ha recrudecido (aún más) tras el confinamiento voluntario decretado por el Gobierno de Aragón. "Hoy ya tenemos la mitad de la gente que ayer", señalaba este viernes Jesús Morte, presidente del Parque de Atracciones. 

Eso sí, quien va queda plenamente satisfecho. Aunque haya que hacerlo con mascarilla, bajar el Moncayo (la montaña rusa zaragozana) sigue teniendo su gracia, el estómago se sigue encogiendo al tirarse por la caída libre del Torreón y el agua moja igual cuando uno se monta en el Gran Tikal. Estas semanas, con menos gente, se transita con holgura por los caminos y apenas hay fila en las atracciones, aunque haya que esperar a que se desinfecten los asientos tras cada uso.

El parque ha reducido su aforo, de manera voluntaria, hasta un máximo de 1.500 personas, cuando teóricamente puede llegar a acoger 13.000. Esta semana no se llegaba a los 400 usuarios. “Es una pena, porque con las lluvias que hemos tenido está más bonito que nunca”, cuenta Morte. La caída de ingresos por la falta de afluencia no se puede compensar con menos contratación de personal, ya que hacen falta un mínimo de 60 personas para abrir las instalaciones: “Es un desastre total”, lamenta.

Según explica, han tenido que gastarse “60.000 euros” en medidas para adaptar este recinto, el Acuario y Las Playas (también gestionadas por su empresa) a las exigencias sanitarias. En el Parque de Atracciones, un portón de entrada y salida controla por láser cómo va el aforo del recinto. Los empleados lo pueden comprobar en directo en sus móviles. En cada atracción, hay una limpieza con agua con lejía tras cada uso, además de una desinfección más profunda tres veces al día, “al abrir, al mediodía y al cierre”, explica Jorge López, director de operaciones en funciones.

En algunas atracciones, hay carteles que impiden sentarse en determinados asientos para garantizar que se mantienen las distancias de seguridad. Seis de ellas no han podido abrir: el Mississippi, la casa magnética, el laberinto y los espejos, las camas elásticas, el ‘jumping’ y el castillo hinchable.

Estos días, sobre todo entre semana, el público es fundamentalmente local. En muchos casos, abonados que tienen entrada para toda la temporada. Era el caso de Azucena Osés y Óscar García, con sus hijos Natalia (10 años) y Miguel (5). “Está fenomenal, muy bien organizado, con todo limpio y sensación de seguridad”, explicaban tras montar en ‘La Mina’, donde se permite ocupar un vagón sí y otro no. En su tercer año como abonados, ven “mucha menos gente” de lo que era habitual.

Isabel y Javier, con sus hijos Malena (10 años) y Vera (6), coincidían en que el Parque “está muy tranquilo”. “Hay que esperar un poco más porque tienen que desinfectar tras cada uso, pero preferimos hacerlo y que esté todo bien. Además, como hay poca gente, una cosa compensa la otra”, apuntaban.

Jorge Alvar y Elisa Barrendos, con sus hijas Julia (11 años) y Teresa (8), disfrutaron de las entradas que les tocaron en un sorteo de HERALDO. “Lo tienen muy bien montado, da seguridad. Y además, como no hay gente estamos repitiendo atracciones, cosa que otros días es impensable”, señalaban. Sus favoritas, el Moncayo y los rápidos.

Jorge Alvar y Elisa Barriendos, con sus hijas Julia (11 años) y Teresa (8).
Jorge Alvar y Elisa Barriendos, con sus hijas Julia (11 años) y Teresa (8).
Guillermo Mestre

El bar-restaurante queda como refugio del recinto en el que tomar algo… y poder quitarse la mascarilla durante unos minutos. “Ahora, como es obligatoria en todos sitios, lo mismo da”, señala Morte. El empresario teme que la vuelta a la fase 2 pueda retraer algo de nuevo las ganas de la gente de salir de casa y disfrutar de un clásico zaragozano cuya concesión con el Ayuntamiento termina en 2024.

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