fiestas del pilar

La novillada de Los Maños se va con las orejas puestas

Encierro de la ganadería aragonesa con opciones de triunfo para la terna.

Sin llegar a ser la mejor novillada traída por la familia Marcuello en los últimos tiempos a Zaragoza, el encierro matinal de Los Maños ofreció claras opciones de triunfo a una terna que vio cómo sus oponentes marchaban con las orejas puestas al desolladero. Sobresalieron el tercero, el quinto y el sexto, que topó con un Arturo Gilio que no terminó de apostar. 

El joven mexicano mostró oficio con demasiados ventajismos. Despegado, sin cruzarse, despidiendo las embestidas hacia fuera… Los muletazos de mejor trazo llegaron en los medios, sobre la boca de riego, que era el terreno que reclamaba el novillo. Ya al hilo de las tablas, acumuló pases insulsos, antes de enterrar una estocada que hizo guardia.

Con el tercero Arturo Gilio tampoco dijo nada. El aliento del público vino más por lo fantaseado que por lo realmente presenciado. El afán de acontecimiento tuvo que adivinar un par de tandas templadas y otros tantos pases de pecho notables. Y así, se acabó pidiendo una vuelta al ruedo al novillo que hubiese resultado exagerada.

No lo fue la ovación que escuchó de recibimiento el bello Beduino. Qué manera de hacer el avión por abajo, con codicia. Y qué pena haber caído en las manos de un Fernando Navarro que acabó aburriendo al novillo y a los presentes. 

El sevillano probó distintos terrenos y distancias, pero nunca supo qué vender. Se quedó en unas formas que después, frente al extraordinario quinto, tampoco sedujeron. Las embestidas venían dibujadas, sobre todo por el excelso pitón derecho, y Fernando Navarro volvió a estar por debajo de su oponente. Desmayado, relajado, pero sin ceñirse y enganchar a un público que vio cómo se le marchaba el lote de la mañana. 

Menos suerte tuvo Miguel Cuartero, que topó con dos novillos de similar condición. El primero acusó falta de raza y fuerza. También de alegría, pues pasaba y pasaba pero siempre con la cabeza alta y sin transmitir. Así, el novillero aragonés tan solo pudo bajar la mano en unos trincherazos finales de mucho gusto.

Después, ante otro sosote sin humillación que brindó a Paco Carmona y Juan García, Cuartero tampoco logró que su labor tomase vuelo. No era fácil. Su plaza le seguirá esperando.

Extraordinaria lidia

Merece la pena ensalzar la extraordinaria lidia que recibió el sexto novillo. El picador Antonio García sobresalió a caballo y después Antonio Chacón ofreció una clase de manejo del capote, bien correspondido con las banderillas por Bayoret y Amores. Soberbia ovación. La más calurosa y justificada de un festejo que llenó media plaza. Acierto en el cambio de fecha.

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