Silencio, se duerme

El Atrio, el Posturas y el Desastre han puesto en marcha esta iniciativa para instar a los ciudadanos que salen de fiesta a respetar el descanso de los vecinos y mejorar la convivencia entre los locales de ocio y los residentes de la zona.

Los carteles que advierten a los clientes de los bares de que hay vecinos que intentan dormir en el Rollo
Los carteles que advierten a los clientes de los bares de que hay vecinos que intentan dormir en el Rollo
L. R.

Tradicionalmente, el Rollo ha sido siempre sinónimo de fiesta y jaleo nocturno. El entorno de la calle Moncasi forma parte de las llamadas zonas saturadas de la ciudad y, aunque el goteo de sanciones económicas y la apertura de expedientes ha obligado a muchos propietarios a echar el cierre de sus locales, otros todavía resisten. Para mejorar la convivencia entre vecinos y hosteleros, los responsables de tres de los bares más históricos del Rollo –el Atrio, el Posturas y el Desastre- han puesto en marcha una iniciativa para garantizar el derecho al descanso de los residentes y, de paso, diferenciarse de lo que ellos llaman “hosteleros piratas”.

Adelantándose a lo que la nueva ordenanza del ruido establecerá como algo obligatorio cuando entre en vigor dentro de unos meses, los locales han creado carteles en los que recuerdan a su clientela y a la de otros bares que hay “gente durmiendo” en sus casas. Por el momento, tan solo el Atrio ha instalado la placa junto a su entrada, en la calle Maestro Marquina, aunque pronto lucirán también en los otros dos locales. “Lo encargamos en metacrilato el lunes y esperamos tenerlo ya el próximo fin de semana”, asegura Peio Orea, encargado del Posturas.

El cartel, que lleva colocado un par de semanas, ha llamado la atención de muchos viandantes. “La gente va caminando, se para, sonríe y comentan lo que les parece. Ha despertado una cierta curiosidad”, apunta Carlos Monge, presidente de la Asociación de Vecinos La Huerva. “Es una iniciativa muy loable. Se lo han currado y nuestra opinión es favorable”, asegura el representante del colectivo vecinal, que está convencido de que se puede convivir en sociedad, siempre y cuando se respeten las normas. “Ellos han intentado transmitir, en la medida de lo posible, que la labor de la asociación no es la de cerrar bares sin más, sino la de perseguir a aquellos que no cumplen con la normativa”, comenta Monge. Un mensaje que ha costado cierto tiempo que calara entre los residentes, pero que poco a poco va arraigando entre quienes viven en la zona. “A los vecinos les ha costado darse cuenta, pero han visto que hay hosteleros que trabajamos bien”, explica Orea.

No obstante, a pesar de las buenas intenciones y del poco tiempo que lleva en la calle, el cartel ya ha sido vandalizado con pintadas hasta en dos ocasiones, aunque ya se ha procedido a su limpieza.

“Para nosotros, el botellón es una ruina”

Uno de los grandes problemas al que estos tres bares tenían que hacer frente era el botellón, una práctica que ha ido disminuyendo tras el cierre de un local que vendía alcohol para consumir en la vía pública.

“En 1995, el Ayuntamiento sacó una normativa que prohibía abrir discobares en las zonas saturadas como el Rollo”, explica uno de los hosteleros impulsores de la iniciativa. Esa prohibición llevó a algunos propietarios a abrir cafeterías que, de manera encubierta, se dedicaban a despachar bebidas alcohólicas y no cumplían con sus horarios de apertura. Esta práctica ha perjudicado en gran medida a los locales más tradicionales, que han tenido que invertir en más personal para evitar que los clientes salgan con sus bebidas al exterior.

En este sentido, los hosteleros reconocen que no están de acuerdo con varios puntos de la nueva normativa contra el ruido, e incluso cuestionan que pueda tener alguna eficacia. “Si no han sido capaces de aplicar la que hemos tenido hasta ahora, dudamos que se aplique la nueva”, reconoce uno de los propietarios. Además, creen que la administración está implicando a los hosteleros en una labor policial. “No estamos de acuerdo con que se responsabilice a los bares de lo que ocurre fuera. Somos nosotros los que tenemos que perseguir el consumo de drogas, el consumo de alcohol en el exterior, la presencia de menores…”, apunta.

Para hosteleros como Orea, encargado del Posturas, los carteles son tan solo la parte más visible de lo que hacen cada fin de semana. “De jueves a sábado estamos en la puerta vigilando que la gente se comporte y que no saque bebidas, pero no podemos luchar contra el botellón, porque no somos policías”, concluye.

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