Niega que abusara de una menor con la que sí admite que compartió cama en Zaragoza

La Audiencia de Zaragoza juzga a un hombre para el que las acusaciones piden entre 3 y 5 años de cárcel por los presuntos abusos a la hija de una amiga de Zaragoza, en cuya casa se alojaba junto a su mujer.

El acusado se tapó ayer el rostro cuando entró a la sala de vista de la Audiencia de Zaragoza.
El acusado se tapó ayer el rostro cuando entró a la sala de vista de la Audiencia de Zaragoza.
Raquel Labodía

Los presuntos abusos sexuales denunciados por una menor en diciembre de 2017 sentaron ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza a José R. A., para el que las acusaciones pidieron entre 3 y 5 años de cárcel. Como explicó durante el juicio la Fiscalía, los hechos se habrían producido durante el periodo en que el encausado y su esposa tuvieron alquilada una habitación en casa de la madre de la chica, que por entonces tenía 13 años.

El hombre niega que intentara aprovecharse de la menor y asegura que detrás de la denuncia podría haber un afán de revancha por parte de su madre. De hecho, este asegura que la mujer quería "algo" con él y no encajó bien que la rechazara.

El acusado, de origen ecuatoriano, recordó ayer al tribunal que llegó a Zaragoza el 3 de marzo de 2017. "Mi señora y la madre de la chica –de la misma nacionalidad– eran amigas desde hacía 18 años, por lo que nos ofreció su casa para alojarnos. Estuvimos allí hasta el mes de julio, en una habitación por la que pagábamos 200 euros", explicó. Sin embargo, no fue hasta bastante tiempo después cuando se tramitó la denuncia por supuestos abusos sexuales.

"La chica estaba muy apegada a mi mujer y como la casa no tenía mucho espacio, en un par de ocasiones se quedó a dormir en nuestra cama. Pero yo me acostaba en un lado y ella en el otro, con mi mujer en el medio", relató el encausado. "Pero yo nunca la toqué ni mucho menos abusé de ella", insistió.

Para la defensa, a cargo del letrado Javier Notivoli, no tiene sentido que estos hechos ocurrieran en marzo y no fueran denunciados hasta el mes de diciembre. "Casualmente, la chica habló por primera vez de los supuestos abusos cuando llamaron a su madre al instituto para decirle que la iban a expulsar del centro por su mala conducta y el trato irrespetuoso que tenía hacia los profesores", indicó el letrado. "Y por cierto –apostilló–, que tras contar esto ya no la echaron".

Cuando llegó el momento de interrogar a la chica, esta contó al presidente del tribunal que es "muy distraída" y no le van bien los estudios. Reconoció también que la directora del instituto llamó a su madre. "Pero yo no sé si querían expulsarme", dijo. Preguntada por qué tardó tanto tiempo en denunciar los abusos, entre lagrimas, esta dijo varias veces que "por miedo". "Tenía miedo e incluso vergüenza. No sabía cómo iba a reaccionar mi madre cuando se lo dijera", manifestó.

A la hora explicar lo sucedido, la menor no pudo recordar si fueron dos o tres veces las que durmió en la misma cama que el encausado y su esposa. Lo que sí dejó claro es que los supuestos abusos se produjeron la "última vez". Según esta, el encausado aprovechó el momento en que su mujer fue al baño para acercarse a ella y empezar a manosearla por encima del pijama, que era "muy fino". "Intentó meterme la pierna entre las piernas, pero yo apreté con fuerza", declaró.

Según la madre de la denunciante, desde aquel mes de marzo el comportamiento de su hija sufrió un cambio radical. "Yo le preguntaba qué le pasaba, pero no me decía nada y no me enteré hasta aquella reunión en el instituto", contó. Según las psicólogas que examinaron a la denunciante, su relato reúne los parámetros de credibilidad.

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