Pone como aval el piso de sus tías ancianas para pedir dinero, pero dice que no quería "engañarlas"

Las mujeres de 86, 91 y 95 años perdieron su casa porque el prestamista con el que trató su sobrino ejecutó la hipoteca.

Audiencia Provincial de Zaragoza.
Pone como aval el piso de sus tías ancianas para pedir dinero, pero dice que no quería "engañarlas"
Guillermo Mestre

La Audiencia de Zaragoza juzgó este lunes a un vecino de la capital aragonesa que está acusado de estafar a sus tres tías maternas -de 86, 91 y 95 años-, a las que hizo perder su vivienda habitual tras ponerla como aval en varios préstamos abusivos para su disfrute.

Según considera probado la Fiscalía, José Ángel R. B. se mudó en 2011 con sus tías porque le habían desahuciado y les hizo creer que tenía problemas económicos y que le debían una gran cantidad de dinero (100.000 euros, según dijo este lunes). Las mujeres comenzaron a ayudarle económicamente (entre las tres cobraban más de 3.000 euros de pensión, según quedó acreditado durante la vista) e incluso llegaron a hacerle un poder notarial para poder hipotecar el piso en el que residían, en la avenida del Camino de las Torres.

Fue entonces cuando el principal acusado se puso en contacto con un intermediario de la capital aragonesa, Conrado F. P., y un prestamista de Monzón, Sergio U. G., para conseguir liquidez hipotecando el inmueble. Ambos se sentaron este lunes en el banquillo, porque la acusación particular considera que son responsables de un delito de estafa agravada.

José Ángel R. B. declaró que durante la petición de préstamos y la constitución de hipotecas estuvo asesorado por el intermediario "porque él no entiende mucho de números". Varias veces dijo que no era del todo consciente de las consecuencias de lo que firmaba, aunque reconoció que ocultó a sus tías que podían perder su casa. "No era mi intención engañarlas, confiaban en mí y yo confiaba en devolverles el dinero", afirmó José Ángel R. B. "Tendría que haber estado más hábil para no hacerle esto a mis tías", agregó.

"Busco la rentabilidad de mi dinero, no echar a nadie de su casa", declaró el prestamista Sergio U. G., quien defendió que concedió los créditos personales a José Ángel R. B. a pesar de que no tenía ingresos ni trabajaba porque la garantía que puso para el préstamo (el piso de sus tías) "era suficiente". En la misma línea se expresó Conrado F. P., que explicó que fue el sobrino quien se puso en contacto con él e insistió en utilizar como aval la vivienda.

Ambos señalaron que cuando conocieron a las tres ancianas no apreciaron signos de vulnerabilidad ni demencia, aunque las pesquisas de este caso comenzaron cuando la Policía Local se encontró a una de las ancianas desorientada en la calle y cuando la acompañaron a casa descubrieron que no había nada de comida en la vivienda.

Examen forense

Salvador Baena, forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón, compareció para explicar a la sala el examen que les realizó a las dos tías del acusado. El perito reconoció a las denunciantes en marzo de 2017 y apreció en ambas un deterioro cognitivo tal que le permitió inferir que en 2012 (cuando ambas y su hermana ya fallecida firmaron la escritura por la que acabaron perdiendo su vivienda) ya eran personas "vulnerables" y "fácilmente manipulables". "Cuando una persona no puede cuidar de sí misma (en clara referencia a la mujer que la Policía Local encontró vagando por Zaragoza), no puede conocer, ni entender ni elegir procedimientos más complejos, como contratos monetarios", apuntó Baena.

El juicio continuará el viernes. Entre otros testigos, comparecerán el notario que otorgó la escritura de compraventa de la vivienda de las ancianas.

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