"Me lo habré cruzado mil veces pero no lo conocía"

La detención en el barrio de Las Delicias del Rey del Cachopo causó sorpresa entre los vecinos y parroquianos del restaurante en el que trabajaba como cocinero

Una vecina del inmueble de la calle de Portugal de Zaragoza en el que vivía el Rey del Cachopo.
Una vecina del inmueble de la calle de Portugal de Zaragoza en el que vivía el Rey del Cachopo.
Raquel Labodía

A media mañana, en el restaurante Gerardo, en la calle de Italia del barrio de Las Delicias, se colocan con mimo las tapas y raciones que degustará la clientela a la hora del vermú. Carlos Varea y Carlos Banzo comentan que César Román Viruete, que se hacía pasar en Zaragoza por Rafael Rujano Contreras ‘Txiqui’, no solía alternar mucho con los clientes. "Nunca cruzamos una palabra. Pero pensar que los huevos fritos nos los hacía él...", dicen. Pero era el Rey del Cachopo.

El restaurante en el que trabajó como cocinero el detenido cumple con su rutina sabatina, salvo por la presencia de periodistas que entrevistan a la propietaria del local, Raquel Contreras, que atiende pacientemente a todos. Entre los parroquianos, son pocos los que no hacen la broma del cachopo. "No sabía ni lo que era. No va a ser mi plato estrella, te lo puedo asegurar", afirma Raquel con una sonrisa.

Un cliente habitual, que prefiere no decir su nombre, asegura que "estaba irreconocible". "Iba siempre con el gorro. Y había perdido un montón de kilos. Se disfrazó bien disfrazado", sostiene el hombre, que recuerda al detenido "siempre con una mochila a cuestas"."Nunca lo vi hablar con nadie", señala.

Raquel reconoce que la primera noche tras el operativo policial durmió mal, pero que ya está más recuperada. "Venga, campeona, me alegro de que estés mejor", le dice una mujer. "Ha venido mucha gente, los clientes me están apoyando mucho. La gente me pregunta, me da muchos ánimos. Muchos me dicen que he sido una heroína. La gente nos quiere mucho", comenta. Ella fue la que, al ver la imagen de César Román por televisión, supo que era el empleado que tenía en su cocina. Más delgado, con el pelo rapado al tres, con barba, pero era él. "No lo pensé, lo vi y llamé a la Policía y ya está", afirma.

Recuerda los 40 minutos que tuvo que aguardar a la detención, haciendo como si no pasara nada cuando ya era consciente de que su empleado era El Rey del Cachopo. Dice que, una vez arrestado, se despidió de todos y dio las gracias. "Me dio la mano y sentí como si me la diera el padrino", asegura. Ahora, lo que quiere es olvidar. "Yo quiero volver a mi vida normal", comenta.

Cerca del establecimiento hostelero está la calle de Portugal, donde se instaló el Rey del Cachopo durante su estancia en Zaragoza. En el piso del sospechoso, que compartía con otras tres personas, el timbre no suena, como si no hubiera electricidad, y nadie abre al llamar a la puerta.

Eva Tormos, una vecina, entra en el portal y confirma que César Román logró pasar desapercibido. Nunca causó la más mínima molestia a los vecinos. "Me lo habré cruzado mil veces pero no lo conocía. No lo había visto nunca", dice.

Recuerda que cuando se enteró de la noticia bromeó con su pareja por si hubiera estado en Las Delicias. Pero cuando pasó todo, ella estaba trabajando. "Cuando cogí el móvil tenía 150 wasaps, 150 llamadas...", admite. Declara que le da un poco de cosa haber vivido tan cerca de un presunto asesino. "Ahora, a olvidarlo", concluye.

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