César Román se presentó un día de finales de septiembre en el restaurante Gerardo porque había oído que estaban buscando un cocinero: él tenía experiencia porque presumía que había trabajado en Arzak. De la necesidad hizo una gran mentira, que se amplió con su identidad falsa (llevó la documentación dos días después de la contratación, el 2 de octubre, con el nombre de Rafael Rujano Contreras) y su nacionalidad venezolana procedente de Maracaibo, aunque su acento era español.

Ni era cocinero porque como mucho era camarero; ni era venezolano sino español; ni se llama Txiqui, este nombre con el que se bautizó en consonancia con su altura de 1.52 metros, sino César. Además, alegó que le robaron la cartera la víspera de que lo contrataran como excusa para no llevar la documentación encima. Todos los días se marchaba solo del trabajo (a veces, con la comida) y siempre tapado con una gorra para evitar que lo reconocieran. Aunque el rey del Cachopo llevaba el pelo cortado al tres y tenía una poblada barba, para evitar que lo reconocieran.

"Mentía hasta al médico"

"Era chiquitín y muy basto para la cocina. Le dije que había entrado aquí sin saber nada, pero cuando se marchara habría aprendido. En el Arzak no había estado ni en las escaleras", critica Miguel, el jefe de cocina y marido de Raquel. Pero como necesitaban ayuda para las fiestas del Pilar y él era trabajador, decidieron contratarlo. "Primero lo cogimos para ocho horas y luego lo rebajamos a cuatro. Le he metido muchas broncas, como si fuera Chicote", reconoce Miguel, pero las asumía sin problema.

"Este le mentía hasta al médico y yo les dije a los demás trabajadores que había algo raro detrás, pero no pensaba en algo así", reconoce el jefe de cocina. "Mi mujer es la que ha llamado a la Policía y yo no la creía porque pensaba que íbamos a hacerle algo malo porque no nos metemos en la vida de los trabajadores".

Con la rebaja de tiempo de trabajo y de salario, le llevó a buscarse otro piso en la zona de la calle Portugal, donde estaba pagando unos 300 euros por la habitación del piso que compartía.

Aunque este viernes su horario era de 12.00 a 16.00 para dar comidas, como tenían también contratada una cena de una empresa había que preparar más y lo habían citado a las 11.00 de la mañana. Una hora antes fue cuando Raquel Cisneros, dueña del negocio, había llamado al 091 para avisar que creía que el cocinero era el rey del Cachopo, después de ver su foto en la televisión.

Cuando César Román estaba en la cocina fue detenido por dos agentes de la Brigada de Homicidios al reconocerlo. "Sí, yo soy al que estáis buscando", reconoció ante los policías. Lo sacaron esposado del bar sobre las 11.30 y su detención provocó la llegada de varios coches zeta de la Policía Nacional a la calle Italia, cerca de la plaza de Roma, en el corazón del barrio Delicias.

Por la tarde, efectivos de la Brigada de Homicidios de Zaragoza tomaron declaración a la dueña del negocio y recogieron el contrato laboral de César Román, que puede servir de prueba como un delito de usurpación de identidad. Este sábado prestará declaración ante los policías, antes de pasar a disposición judicial. La titular del Juzgado de Instrucción 32 de Madrid, Rosa María Freire, advirtió ayer a la Policía de Zaragoza que el sumario estaba secreto para evitar filtraciones. Fuentes policiales señalaron que la instructora podría reclamar el traslado del detenido a Madrid para prestar declaración allí. Un aspecto que le queda por resolver a la juez es el paradero de Giovanni, el guardaespaldas y mano derecha de Román, que desapareció a principios de noviembre.