Manuel Pellicer: "Esto es como una antología de lo mejor de las fiestas"

El artista desvela algunos de los secretos de la ‘trastienda’ de la fabricación de escenografías y grandes figuras.

Manuel Pellicer, artista y escenógrafo, en la cripta del Torreón Fortea: 'la fábrica de las fiestas'.
Manuel Pellicer, artista y escenógrafo, en la cripta del Torreón Fortea: 'la fábrica de las fiestas'.
Raquel Labodía

Manuel Pellicer (Zaragoza, 1956) es escenógrafo y maquetista y, en cierto modo, pintor un tanto secreto. Estudió Bellas Artes en Barcelona, y cuando regresó a la ciudad, con otros compañeros zaragozanos que habían cursado estudios semejantes, empezó a trabajar en la fiesta de la Constitución, luego en Carnavales con la PAI y decoró el puente del Parque José Antonio Labordeta. Más tarde empezó a trabajar con Festejos y con Zaragoza Cultural. Y lleva, como autónomo, desde 1986 o 1987.

"Entonces ya andaban por ahí Joaquín Merchán, César Falo y Ángel Martínez. Hemos trabajado muy a gusto y con complicidad y entrega", dice Manuel. Y revela algo que sorprende: lleva trabajando sin descanso desde mayo en la cabalgata y el pregón y ahora, en los días de fiesta, hace de "hombre para todo" en el Parque Río y Juego.

Anticipa: "Tienes que estar pendiente de cualquier avería o rotura. Si se produce, la solucionas si puedes, y si no llamas a las brigadas municipales. Me gustaría avanzarle algo: en el fondo, en la historia de las fiestas del Pilar, con José Rubio y otros compañeros, yo siento que he estado detrás. Detrás de detrás, en cierto modo. Para nosotros ha sido muy importante la disposición, la generosidad y la profesionalidad de las brigadas de carpintería, de herrería, de electricidad. Han sido decisivas en las escenografías y en las fiestas".

Manuel Pellicer alude a la parte de la exposición ‘Zaragoza y las fiestas del Pilar’ que se exhibe en el Torreón Fortea, bajo el epígrafe ‘La fábrica de las fiestas’, en cuya cripta se muestran el espíritu de esos talleres, donde todo es posible: un borrón, un nombre, un dibujo, fragmentos de un diario. "Me gusta la exposición en general, y en la cripta en particular, claro. Tengo la sensación de que César Falo y Joaquín Merchán, los coordinadores, han hecho una antología. Se ve el espíritu: son las fiestas de los ciudadanos. Las fiestas de los zaragozanos, de los aragoneses y de muchos extranjeros que nos visitan, que también los hay. A mí me parecen como unas entrañables fiestas de pueblo, populares y multitudinarias, en una ciudad grande", agrega. Manuel Pellicer no solo trabaja en las cabalgatas del Pilar. Colabora con muchas compañías, especialmente con el dramaturgo Alberto Castrillo-Ferrer. "Esto es distinto. El procedimiento es el siguiente. Festejos o Zaragoza Cultural deciden un tema: el Quijote, que nos quedó chulísimo, el Ebro o, este mismo año, el universo femenino. Por lo regular suelen salir cuatro o cinco carrozas y hay que concebir otras figuras sueltas. Y empiezas a documentarte. Antes esa tarea era muy distinta y apasionante, tenías que comprar libros, visitar bibliotecas, indagar, etc. Ahora con internet todo es más fácil y más rápido. Haces unas maquetas y las comentas con las compañías. Y luego las llevas a las naves donde las brigadas profesionales las realizan. Es admirable su afán y su entrega hasta el último día. Me gusta esta parte de la exposición porque es un reconocimiento a su labor", señala.

Todo eso está en esta parte de la muestra, que es como un fin de fiesta. Rostros, sonrisas, actos y curiosidades, como los equipos de transmisión que utilizaba Festejos. Aquí se concentra la trastienda del Pilar, tan imaginativa como imprescindible. Las manufacturas del alma.

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