Teresa Blasco: "En los años difíciles, la Virgen nos ayudó"

Desde la década de los 80, regenta Casa Pascualillo en el corazón del Tubo, donde, en los años de deterioro, apenas llegaban a los 10 bares. «Hoy son más de 60», se felicita.Texto: Alejandro Toquero

Teresa Blasco, vestida de baturra y con un ramo de ajetes como el que llevará mañana en la Ofrenda de Frutos.
Teresa Blasco, vestida de baturra y con un ramo de ajetes como el que llevará mañana en la Ofrenda de Frutos.
Toni Galán

Casa Pascualillo es uno de los templos gastronómicos del Tubo, epicentro del buen comer durante todo el año, pero especialmente en las Fiestas del Pilar. Estos escenarios los conoce bien Teresa Blasco, discreta pero omnipresente en los dos. A principios de los años 80, ella, enfermera, y su marido Guillermo, capitán de buque mercante, echaron el ancla en Zaragoza dando continuidad a Casa Pascualillo, un negocio familiar que a día de hoy ve pasar a la cuarta generación.

Sobre las tablas

Teresa compatibilizó su trabajo con el restaurante y aún hizo más: se empeñó en la titánica tarea de transformar aquel Tubo deteriorado y extraviado en un espacio de convivencia y alegría. Así que a su mochila echó todas las horas del mundo dirigiendo el rumbo de la asociación de comerciantes.

"Fueron años difíciles -reconoce-, en los que la Virgen del Pilar nos ayudó mucho; los turistas que venían a verla también se acercaban al Tubo; tenían el recuerdo de otra época y se quedaban sorprendidos de su deterioro". La travesía fue dura, "pero por lo menos, en fiestas, siempre estuvo animado y eso que llegamos a quedar menos de diez bares; hoy somos más de 60".

Teresa describe así su trabajo en Pascualillo: "He sido el ungüento amarillo, el comodín, guardando días de vacaciones o asuntos propios para echar una mano en lo que hiciese falta". Atendiendo siempre a una clientela variada. "Esa es la grandeza de nuestra casa; hemos visto pasar a tanta gente…". Anónima y no tanto. Las fotografías que ‘visten’ los comedores dan fe de ello. Músicos, actores, políticos, escritores, pintores… La lista sería interminable, "así que mejor no citar a nadie". Los talentos -el nombre que recibe la receta de sesos en honor a Goya-, los callos y madejas; el guiso de rabo de toro, la paletilla de ternasco asada… Estos son los argumentos principales de Pascualillo durante las fiestas. "No hacemos cosas especiales -comenta-, la clientela es fiel a la carta de siempre". Tampoco faltan las famosas cigalitas de la huerta, esos ajos tiernos de Ricla que tanto gustan. "La gente que no las conoce, al principio, se sorprende, y luego las disfruta". Para Teresa es un plato muy especial y la fotografía que acompaña a esta entrevista así lo confirma. "El día de la Ofrenda de Frutos me visto de baturra, preparo un ramo precioso con los ajetes y salgo con el grupo de la Diputación de Zaragoza para ofrecérselo a la Virgen". Es su momento, el más esperado de las fiestas, porque del resto solo le viene a la memoria una imagen: trabajo, trabajo y más trabajo.

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