"De las colchas de boda de las abuelas nos hicimos las faldas"

Miles de familias participan hoy en la Ofrenda. Una de ellas los Mangado Gil, nos abre las puertas de su casa para contarnos cómo vive el día grande de Zaragoza en un año en que las mujeres son protagonistas.

Delia y sus hijas, Elisa y Alba, en el salón de su casa con todas las prendas de ropa preparadas para lucirlas en la Ofrenda.
Delia y sus hijas, Elisa y Alba, en el salón de su casa con todas las prendas de ropa preparadas para lucirlas en la Ofrenda.
Víctor Meneses

Vea aquí el directo de la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar

La familia Mangado Gil tenía ayer casi todo preparado para participar en el acto más multitudinario del día grande de Zaragoza: la Ofrenda de Flores. Delia Gil, la madre, con toda la ‘baturrada’ extendida en el salón de su casa del Actur, repasaba en voz alta las tareas pendientes: "Me hago un recogido en la peluquería, que me tiene que durar hasta mañana, y plancho por la tarde porque a última hora tiene que estar todo listo".

Muchas familias de Zaragoza llevan varios días preparando los trajes, la comida, las quedadas..., pero por mucho que se quiera adelantar, las mañanas del doce de octubre convierten los hogares en un campo de batalla con alfileres, agujas, moños, refajos y demás atuendo tradicional.

Los Mangado Gil, una familia formada en su mayoría por mujeres, nos cuentan cómo viven este día tan especial para ellas en el que "desde pequeñas no hemos fallado ningún año. Aunque hayamos estado de viaje o trabajemos fuera", dice Alba, la pequeña de las hermanas.

"Nos levantamos temprano y, como somos tres mujeres y llevamos muchas prendas, se monta un poco de lío. Tenemos la suerte de poder ayudarnos entre nosotras a la hora de vestirnos y peinarnos, sobre todo para llevar el mantón y el recogido del pelo perfectos".

Siempre hay que mirar al cielo antes de salir de casa. Este año no se espera que llueva, pero sí altas temperaturas: "Entre la enagua, la falda, todos los refajos que llevas, el mantón, la camisa... Al final son prendas que pueden dar mucho calor. Todo sea por la Ofrenda", dicen las hermanas.

Una vez vestidas de baturras, madre e hijas cogen el tranvía que les deja en las Murallas y van al Paraninfo andando, donde quedan con algunos familiares y amigos del pueblo. Una vez allí, van al punto de salida asignado.

"Tenemos mucha suerte de tener dos pueblos: Talamantes, en el Campo de Borja y Trasobares, en la Comarca del Aranda", dicen las hermanas, "este año salimos en la Ofrenda de Flores con el grupo de Danzantes de Talamantes, a las 13.00, y al día siguiente, en el Rosario de Cristal, salimos con Trasobares".

Las bisabuelas y las abuelas de las hermanas están muy presentes en este día. Tradición y familia van de la mano en este hogar: "Para la Ofrenda utilizamos un traje con mantón y para el Rosario de Cristal nos ponemos mantilla. La que llevo yo es de mi bisabuela y la que luce mi hermana es de la abuela de su novio", cuenta Elisa, al tiempo que añade: "Tenemos varios trajes. Con las colchas de boda de las abuelas nos hicimos las faldas y de las sábanas antiguas, la enagua".

De Talamantes y de Trasobares

"Tanto mi hermana como yo hemos sido paloteadoras. Esos años no salimos con mantones y enaguas sino que nos vestimos con el traje tradicional del paloteao de Talamantes", dice la mayor. "Siento orgullo –continúa– de poder mostrar nuestro dance en la Ofrenda a todo el mundo. Es verdad que nuestro pueblo es pequeñito y mucha gente no lo conoce, pero es una manera de decirle a todos: esto que hacemos aquí es un patrimonio aragonés tan grande que queremos darlo a conocer". Ese sentimiento que Delia, la madre, dice no poder expresar con palabras cuando se incorporan a la Ofrenda, Elisa lo tiene claro: orgullo. "También siento orgullo cuando salgo con el pueblo de mi madre, es un lujo poder enseñar lo nuestro".

El padre de la familia, Abel Mangado, no se viste de baturro, pero es el encargado de llevar las alforjas con el avituallamiento. "Mi padre va por fuera de la Ofrenda, nos va acompañando. Lleva el agua y la comida", dice Elisa. Abel no concibe unas Fiestas del Pilar sin jotas. Le gusta más el cante que el baile y, aunque no se considera experto, dicen sus hijas que las canta muy bien.

Abel les ha trasmitido la tradición de la jota. Tanto es así que muchas veces no le basta con verlas en la plaza del Pilar sino que también las pone en la televisión cuando llegan a casa.

Es inevitable recordar anécdotas de otras ofrendas, son tantos años... "Mi hermana y yo, muchas veces, hemos llegado de Interpeñas de madrugada y, sin dormir, toca ducharse, vestirse y encaminarse a la Ofrenda", dice Alba.

"Recuerdo especialmente un año que bailábamos el paloteao y llegamos de empalmada. Fueron cuatro horas de Ofrenda con un sol terrible", no olvida Elisa.

Una vez que la familia y el pueblo entregan las flores y el centro comunitario, hacen peticiones y agradecen éxitos a su querida Virgen del Pilar.

En este año en el que las mujeres son las protagonistas de la fiesta Elisa ve necesario "reivindicar nuestro puesto como mujeres en la sociedad para conseguir una igualdad real. Hombres y mujeres tienen que ir de la mano en este empeño", dice.

Para finalizar una jornada tan especial tienen preparado, del día anterior, un buen menú: "Entremeses, ensaladilla rusa, ternasco y, de postre, el manto dulce de la Virgen", dice la familia.

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