Un traje que enamora más allá de Aragón

El experto en indumentaria Miguel Ángel Lahoz lleva más de 30 años dedicado al estudio de la vestimenta regional aragonesa, una labor reconocida en 2018 con un premio nacional

Miguel Ángel Lahoz en El Bancal, su tienda de la zaragozana calle de San Andrés
Miguel Ángel Lahoz en El Bancal, su tienda de la zaragozana calle de San Andrés
P. Z.

En los días previos a los actos centrales de las Fiestas del Pilar: la Ofrenda de Flores, la Ofrenda de Frutos y el Rosario de Cristal, las compras de última hora en establecimientos de vestimenta tradicional aragonesa son inevitables. En El Bancal, local abierto en 1987 por el especialista en indumentaria Miguel Ángel Lahoz, se vive como cada año este ir y venir de personas en busca de complementos y accesorios que se adquieren en el último momento.

En esta tienda todo se realiza de forma artesanal. Y lleva su tiempo. “Este año no te gastes dinero. Si tienes por casa algún zapato negro que no sea escandaloso póntelo para pasar en la Ofrenda, no compres de propio y después del Pilar ya te haremos unos a medida”, aconseja Miguel Ángel Lahoz a una de sus clientes, a la que se le ha quedado pequeño el calzado que utilizaba hasta ahora.

Y es que los zapatos no son un complemento que se pueda dejar para el final: “Hay que encargarlos al zapatero y tardan en llegar entre 15 y 20 días”, cuenta. En los días previos a la Ofrenda de Flores, añade que “lo que más se demanda son complementos: manteletas, mantones, joyas...”

La pasión de Lahoz por la indumentaria tradicional aragonesa le viene desde su juventud, a finales de los 70, siendo integrante del grupo de folclore aragonés Somerondón. A partir de entonces comenzó a recopilar diverso material y documentación acerca del traje aragonés y su historia.

“Somos como vestimos. Pero también, como recordamos a nuestros antepasados”, afirma este experto en su pagina web. Por este motivo, y con la firme intención de divulgar y dignificar la indumentaria aragonesa, en 1987 abrió las puertas de un taller en el que ha volcado el resultado de su investigación durante todos estos años para mantener el rigor y la autenticidad de la vestimenta como fiel reflejo de la de nuestros ancestros.

Consejos a la hora de vestirse

Aunque reconoce que se ha mejorado mucho a la hora de vestirse de manera correcta para la Ofrenda, Lahoz señala algunos errores que deben evitarse: en el caso de las mujeres, “es imprescindible hablar del peinado. El pelo se lleva recogido, tirante, y el moño trenzado. La forma da igual, que sea redondo, alargado, pero siempre trenza y el pelo bien pegado. No vale llevar el peinado de moda. Y fuera flequillos”.

También indica que “no hay que llevar gafas, ni joyas de pulseras. Las únicas joyas son los pendientes, con el sofocante que le haga juego si lo necesita, dependiendo de las épocas, pero ni relojes ni nada más”. En cuanto a los zapatos de tacón, “que sean los correspondientes con el traje, no un zapato de calle de tacón de aguja o con plataforma”, subraya.

Sobre la colocación de los mantones de manila, entre otras prendas, recuerda que “van siempre cubriendo el hombro y cerrando alrededor del cuello. Delante, se pueden recoger totalmente cuello y cintura y luego abrirlo, que es el estilo mariposa, o dejarlo totalmente colgando liso. Todo esto si nos referimos a indumentaria del siglo XIX. Para la de época anterior, el XVIII, las manteletas, tienen que ir recogidas alrededor del escote, siempre bordadas a cadeneta, no nos vale una mantilla de blonda por que está fuera de lugar. Los justillos van todos envarados porque en ese periodo hacía de faja sujetador. Y luego, o bien se viste el jubón de manga larga o el justillo, que es como un chalequillo”.

El Bancal

Si hablamos de hombres, una equivocación clásica atañe a la colocación de la faja: “Los flecos no son un adorno para llevar colgando, es lo que hace que la faja no se caiga. Hay que llevarla bien metida y el fleco estirado, porque así actúa como freno”. “Y las camisas han de ser las correctas a cada época, de hilo o de algodón, y no mezclar prendas de distintos siglos, y los chalecos tienen que llevarse cerrados y debajo de la faja: cruzados y con doble botonadura, si son de la época del siglo XVIII; y botonadura simple y solapilla de esmoquin, si corresponden al XIX”, recalca.

Asimismo, advierte de que los pantalones “no pueden lucir ningún bordado ni lentejuelas” y que si se viste traje de fiesta el calzón (pantalón) y la chupa (chaqueta) “tienen que hacen juego, sean del material que sean: paño, pana, raso…”.

Lahoz también reconoce que “desde hace unos años existe mayor interés, se cumplen muchos de estos preceptos. Se viste mejor, aunque también ha proliferado una moda por los cursos de indumentaria que ha generado un batiburrillo y cierto intrusismo de personas, furtivas casi todas, que no enseñan bien y que mezclan piezas del siglo XVIII con las del XIX”, lamenta.

Chaleco

Dignificar el traje regional

Cada acto tiene su vestimenta y entre las distintas ofrendas o el Rosario de Cristal, por ejemplo, hay mucha diferencia. “La Ofrenda de Flores es un día de fiesta y se lleva traje de fiesta, del XVIII o del XIX. Tiene que ser un traje bonito -explica-. Para la Ofrenda de Frutos, lo normal es llevar trajes de diario, ropa de campesino, pañuelos de algodón, mantones de merino… Y el Rosario de Cristal exige algo más serio. Ahora no es obligatorio pero en su día todas las señoras tenían que ir de negro, de arriba abajo, y la única pieza blanca era la camisa, con la manteleta encima y, por supuesto, mantilla. Hoy en día, la norma no es tan rígida y se puede lucir un traje de color, pero qué menos que ponerte mantilla”, apostilla.

La solemnidad del Rosario también se refleja en las prendas de respeto para los hombres, tocados con sombrero y capa y, preferiblemente, vestidos de oscuro.

Acerca del calzado, Lahoz comenta que en la Ofrenda de Frutos los hombres pisan con “abarcas, zuecos y zuecos abarqueros (de las zonas del llano, que son los que llevan esparto por encima). La alpargata es un calzado de domingo aunque la gente pudiente, y en casos concretos como son los concejales, llevaba zapato de cuero. En el caso del alcalde, este lucía hebillas de plata, como signo de distinción”.

Con los trajes de diario las mujeres, al igual que los hombres, se calzan alpargatas. Y para los días de fiesta zapato de tipo salón, para indumentaria del XVIII; y cerrado abotinado, para la del XIX, a juego con el traje o en cuero, a gusto de cada cual”, añade.

Miguel Ángel Lahoz

Bien vestidos desde la cuna

A los niños recién nacidos, “se les ponían trajecitos, camisita y faldón de piqué y la mantilla de encima de seda, si procedían de buena familia. En casos más humildes, llevaban la mantilla de arriba de lana, como las sayas de las señoras con apliques de adorno, y los gorretes con muchas cintas y monerías. Esa misma ropa se iba alargando hasta que empezaban a dar sus primeros pasos, y a partir de ese momento ya vestían como los mayores, con sus camisitas, sus calzones... o chambras y faldas, en el caso de las chicas”, explica.

Los primeros trajes importantes se estrenaban a los 16 años (las chicas) y a los 18 (chicos) y la primera vestimenta de calidad, para el día de la boda. Ese traje era el que se usaba luego para las ocasiones importantes.

Sin duda, el trabajo realizado por Miguel Ángel Lahoz para poner en valor y reproducir fielmente la indumentaria tradicional aragonesa contribuye a que el traje regional aragonés se conozca y se valore más allá de nuestra Comunidad.

Este ha sido su empeño desde 1978. Una dedicación por la que el pasado mes de febrero fue distinguido en los Premios Nacionales de Moda a la Excelencia Empresarial 2018 (Prenamo), en la categoría de honorífico por su contribución a la divulgación cultural de Aragón.

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