Ortiz Perea apenas llevaba 10 euros en el bolsillo y aún no había comprado el billete de bus cuando fue detenido

La Policía cree que Benito Ortiz no tuvo apoyo organizado tras fugarse de la cárcel y que han sido ayudas puntuales las que le han permitido sobrevivir escondido 35 días tras escaparse de Zuera.

Un agente toma las huellas dactilares a Benito Ortiz Perea en la comisaría del Actur.
Un agente toma las huellas dactilares a Benito Ortiz Perea en la comisaría del Actur.
CNP

Benito Ortiz Perea , de 61 años, el peligroso atracador de bancos fugado el pasado 29 de agosto de la cárcel de Zuera, no parece que haya contado con apoyo organizado durante sus 35 días de fuga. Con la misma ropa (aunque lavada) y apenas diez euros en monedas en el bolsillo la Policía lo sorprendió en la zaragozana estación de Delicias cuando pretendía, o así se lo dijo a los agentes de la Brigada Móvil, coger un autobús con destino a Valencia, aunque todavía no había comprado el billete.

Su descuidado aspecto, que incluía un pelo más oscuro, teñido y peinado de diferente forma, llamó la atención de los funcionarios, que se sorprendieron aún más cuando les entregó una mala falsificación de un documento de identidad. La situación se aclaró cuando llegaron a comisaría y las huellas digitales, a pesar de lo machacadas que las tiene, revelaron que se trataba de Benito Ortiz, delincuente histórico con un montón de antecedentes penales por robos con violencia y una condena de 25 años y 8 meses de prisión por delante que cumplir.

La Policía y la Guardia Civil lo buscaban intensamente desde que el 29 de agosto se bajara de la ambulancia que lo trasladaba de madrugada desde el hospital Miguel Servet al centro penitenciario de Zuera aprovechando un descuido de los agentes y consiguiera  saltar una valla de de dos metros de altura. Uno de los lugares que peinaron reiteradamente fue el barrio de Torrero y La Paz, en cuyos descampados es probable que haya estado viviendo durante todo este tiempo contando con la ayuda puntual de algunas personas que le hayan considerado más un indigente que un preso peligroso fugado. O incluso como un conocido a quien se han querido quitar de encima rápido y sin comprometerse.

El pasado lunes los agentes volvieron a patrullar la zona y eso pudo ser el desencadenante que llevó al fugado a intentar salir de Zaragoza rumbo a la capital valenciana, donde tiene amigos y familia. Por su aspecto y su estado de ánimo, según fuentes policiales, Benito Ortiz aparentaba estar cansado y en cierto modo derrotado por no haber logrado sus objetivos de obtener los apoyos para mantenerse oculto y al mismo tiempo bien alimentado y cuidado. De hecho, a los investigadores les sorprendió que un delincuente de su experiencia se arriesgara a escapar a través de una estación, donde sabe perfectamente que hay vigilancia y controles permanentes.

Por esa razón, fuentes policiales explicaron que, por su parte, el caso lo dan por cerrado, puesto que entienden que no ha contado con encubridores o colaboradores que facilitaran su estancia fuera de la prisión. Pendiente queda ahora la investigación de la Guardia Civil, que determinará si la fuga fue más bien fruto de una acción oportunista que de algo planeado.

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