Huesca y Teruel separados por 50 metros

En la década de 1950 se construyeron dos casas en el Parque Grande José Antonio Labordeta de Zaragoza, una de estilo pirenaico y la otra como las que dan forma a las calles de Albarracín

Huesca y Teruel separados por 50 metros
Huesca y Teruel separados por 50 metros

En la realidad las provincias de Huesca y de Teruel están separadas, como mínimo, por unos 30 kilómetros, en la zona más próxima al mar Mediterráneo. Sin embargo, en un rincón de Zaragoza ambas provincias están a un minuto, es decir, a unos 50 metros. Ese lugar es el Parque Grande José Antonio Labordeta, junto a la entrada principal.

Entre el cauce del río Huerva y la estación del trenecito que recorre este pulmón verde de la capital aragonesa hay dos casas de grandes dimensiones, ambas obra del arquitecto Alejandro Allánegui e idea del profesor y cronista de la ciudad Antonio Beltrán. La más cercana al puente de los Cantautores es de estilo pirenaico. Una chimenea destaca sobre el tejado de pizarra de vertiente inclinada, para hacer frente a las copiosas nevadas tan habituales en los pueblos de montaña. Este tipo de edificaciones suele ser de planta rectangular, como la mencionada. Las originales se conforman de cuatro pisos, entre semisótano y falsa. Su distribución se basa en un zaguán rodeado de cuadras y otras estancias. En la primera planta se encontraba la vivienda y en la última el granero.

Patrimonio Cultural de Aragón manifiesta que esta casa “fue posible gracias al entusiasmo de la familia Cativiela, afincada desde principios del siglo XX en Zaragoza y natural de Ansó”. Precisamente el edificio recuerda a las casas de “los valles de Ansó, Benasque, Hecho o la Sierra de Guara”, como se indica en el Museo de Zaragoza. “Es un interesante elemento patrimonial, testimonio de los modos constructivos tradicionales en la montaña”, según la misma entidad.

La tradición pastoril o la artesanía textil del Pirineo, así como su indumentaria, son algunos de los aspectos que se podían conocer en este ápice del Museo de Zaragoza, conocida como la Sección de Etnología. Según Patrimonio Cultural de Aragón, fue reabierto en junio de 2010, sin embargo, en la actualidad está cerrado por “acondicionamiento del edificio”, como se puede leer en su puerta.

El pedacito turolense

La que continúa a pleno rendimiento es la Sección de Cerámica, ubicada en la casa de la Sierra de Albarracín. Este edificio toma su inspiración en Bronchales y Calomarde para la fachada principal y la puerta es de modelo albarracinense, según define el Museo de Zaragoza. “Consta de tres plantas más el semisótano, instalado en el desnivel del terreno”, tal y como aparece en su ficha técnica.

Un elemento característico es la forja que decora sus ventanas. Las rejas altas están inspiradas en Bronchales y las de la planta baja en Orihuela del Tremedal. Otro protagonista es el escudo que preside la puerta de entrada. Se trata de “un escudo con cuarteles de Zaragoza, Huesca y Teruel así como las armas de los Pardo Santayana, Gobernador Civil que impulsó las construcciones de las dos casas”, según Patrimonio Cultural de Aragón.

Los materiales en este caso son la piedra y la cerámica. A este último está dedicada la muestra de su interior. En 1991, tal y como indican las mismas fuentes, este edificio pasó de albergar la colección de Ciencias Naturales a ser el cofre de las piezas de cerámica. Así, esta muestra incluye tanto series estéticas u otras piezas de uso diario, como ollas o cántaros. “Los objetos se presentan siguiendo un criterio evolutivo, que permite conocer desde los orígenes hasta las recientes aplicaciones tecnológicas de los materiales cerámicos, además de los diferentes procesos de fabricación”, según Patrimonio.

Estas casas son dos arcas que guardan un tesoro, que es parte de la identidad aragonesa, y que unen en terreno zaragozano el estilo de los valles pirenaicos y de la turolense Sierra de Albarracín.

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