Los usedanos abren una vez más La Parada para inundar la laguna de La Zaida

El alcalde David Campillo y los vecinos Ricardo Sánchez, Rafael Pardos y Jorge Gómez levantaron las compuertas.

Apertura de las compuertas por cuatro vecinos de Used, entre ellos el alcalde.
Apertura de las compuertas por cuatro vecinos de Used, entre ellos el alcalde.
Macipe

La Parada, el estanque que regula el paso de agua hacia la laguna de La Zaida, dejará este año que las cerca de 200 hectáreas de este espacio natural sean inundadas. Todo ello después de que ayer, alrededor de las 10.00, como todos los 15 de agosto, se hayan levantado sus compuertas, situadas en el término municipal de Used. Los encargados de asumir la responsabilidad han sido el alcalde usedano David Campillo y los vecinos Jorge Gómez, Rafael Pardos y Ricardo Sánchez.

Encaramados a una pala de un manipulador telescópico, los cuatro, repartidos en dos equipos, se emplearon a fondo para, con unas grandes llaves, darle vuelta a los tornillos colocados en dos grandes husillos que permiten levantar las tajaderas. El sonido del discurrir del agua hacia la laguna se dejó oír pasados unos seis minutos después de la hora de inicio. Finalmente, 19 minutos después concluyó esta labor.

"Es un privilegio, pero para un rato", comentó con humor Pardos, mientras el sudor le recorría la frente. "Este año por circunstancias no podían venir de la junta y hemos echado una mano, que con voluntad todo se hace", dijo Gómez después del esfuerzo y bajo un sol de justicia.

"La finalidad de La Parada es regular el flujo de agua que llega a la finca de La Zaida. Aquí confluye todo el agua de esta cara de la Sierra de Santa Cruz", explicó el regidor de Used. Asimismo, puntualizó que "no se abre todos los años, si la finca no se ha secado naturalmente en un año y no se ha podido recoger la cosecha no se levantan. Si este año no se hubiera podido recoger cosecha, no se hubieran levantado hasta que se pueda sembrar".

Este sistema, a juicio de Campillo, es "único en España, y un ejemplo de desarrollo sostenible". "Las aguas de los barrancos y las acequias traen nutrientes y limos que se depositan en la finca de La Zaida, lo que hace que salgan buenas cosechas", aseguró. Esta laguna es, indicó Campillo, "una finca de cultivo de propiedad comunal" que gestiona una junta. Las 200 hectáreas de superficie están divididas en lotes –también llamadas suertes– que abarcan 1,13 hectáreas, que se ceden a los matrimonios empadronados en el pueblo en orden de antigüedad de su enlace y que pernocten en él seis meses y un día como mínimo.

Pero las cosas han cambiado. "Ahora hay unas 70 parejas, por lo que las que sobran se adjudican a sorteo entre quienes ya tienen. Antes, no, antes había lista de espera", explicó Campillo. "Antes tenía más peso, sobre todo para quienes no tenían tierras porque con el cereal que cosechaban tenían para pasar el año. Ahora es solo una ayuda", reconoció José María Pardos, presente en la apertura, beneficiario del sistema y antiguo miembro de la junta. Recordó que el año que las compuertas están cerradas, el agua se desvía a la laguna de Gallocanta.

En esta cita también estuvieron vecinos como Ramón Aliaga o Ana Majén, que sin estar vinculados a la agricultura consideran que se trata "de una tradición del pueblo que se tiene que valorar".

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