La oleada de casos pone en alerta a los vecinos

Las últimas muertes en soledad parecen haber sensibilizado algo más a los zaragozanos, ya que han sido precisamente varios avisos de vecinos los que han destapado los sucesos.

Los vecinos suelen avisar a las autoridades cuando se percatan de algo inusual.
Los vecinos suelen avisar a las autoridades cuando se percatan de algo inusual.
Raquel Labodía

El hecho de que todos estos casos de muerte en soledad se estén produciendo en Zaragoza pone de manifiesto que en las grandes urbes los vecinos viven físicamente más cerca, pero a la vez más despreocupados por quienes viven en la puerta de al lado. Sin embargo, lo ocurrido en estos últimos días y su reflejo en la prensa parece haber sensibilizado algo más a los zaragozanos, ya que han sido precisamente varios avisos de vecinos los que han destapado las últimas muertes.

Como en el caso de este sábado, el pasado 2 de agosto fueron los residentes del 152 de la avenida de Madrid de Zaragoza quienes llamaron a los Bomberos al percatarse del fuerte olor que salía de uno de los pisos. Dentro se encontró el cadáver de un hombre de 58 años.

El miércoles, 8 de agosto, entre la medianoche y las ocho de la tarde se registraron cuatro casos similares en distintos barrios de la ciudad. De madrugada, se halló un primer cuerpo, el de un hombre de 70 años, en una vivienda de la zona de Kasán, en el Actur; a mediodía, se localizaba a una mujer de 62 años que había muerto sola en su domicilio de Valdespartera; a última hora de la tarde se recibían sendos avisos de viviendas de San José y Las Fuentes. En estos, los cadáveres pertenecían a varones de 43 y 70 años. Las autopsias revelaron que los decesos de estas tres últimas personas podrían haberse producido, por lo menos, hacía una semana.

Todavía no se había conseguido identificar oficialmente –mediante la regeneración de la piel de los dedos índices, en el laboratorio de la Policía Científica– a los últimos fallecidos cuando el jueves se conocía un nuevo caso. Esta vez, el de un hombre de origen madrileño de 36 años al que encontraron postrado en la cama de la habitación que tenía alquilada en un piso compartido de la calle de La Paz. Sus compañeros se extrañaron al no verlo en varios días y avisaron a la Policía, que se presentó en el inmueble y al abrir la puerta constató su muerte.

El deceso se había producido hacía solo un par de días, pero el cuerpo había estado expuesto directamente al sol y con la ventana abierta, lo que había acelerado su descomposición.

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