Aceras peligrosas

Los ciudadanos de Zaragoza piden, a través de las asociaciones vecinales, que se mejore el estado de las aceras.

Las aceras de Zaragoza en mal estado
Las aceras de Zaragoza en mal estado
Guillermo Mestre

Las asociaciones vecinales de Zaragoza denuncian el mal estado de las aceras de la ciudad y piden un plan de actuación urgente. La escasa conservación provoca caídas de ciudadanos y limita el paso de sillas de ruedas y carros de compra. El Ayuntamiento está obligado a atender esta demanda cuando antes porque la mitad de los desplazamientos en la capital son a pie.

La ciudad de los paseantes es un espejismo de otros tiempos. Numerosas aceras de Zaragoza se asemejan hoy a una pista de yincana, con baldosas sueltas y socavones con los que tropezar, o un velódromo, donde la bicicleta comparte reinado con los patinetes y las motos. La ciudad ha olvidado al peatón, cuando si hay una capital para ser paseada es la aragonesa, asentada en un llano desde hace dos mil años. Los derechos de los peatones, el eslabón más frágil en la cadena de movimientos diarios, han sido conculcados en aras de otros intereses o por simple dejadez. Los carriles bicis son una buena idea, pero al darles prioridad sobre las aceras se generan situaciones ridículas. Por una parte están más estropeadas las vías por las que transitan a diario la mayoría de los ciudadanos que las vías por las que ocasionalmente pasa alguna bicicleta. Por otra, con frecuencia resulta imposible ir por las aceras con un carro de la compra o con un cochecito de bebé.

La ciudad es el resultado de un pacto de convivencia, donde es imprescindible armonizar prioridades, hábitos, aficiones y comportamientos. El Ayuntamiento es esencialmente el encargado de gestionar este pacto. Pero este Consistorio ha desentendido al peatón a pasar de que la mayoría de los ciudadanos lo somos siempre o con frecuencia. Zaragoza, como todas las ciudades, debe construirse escuchando más a sus habitantes, teniendo una idea clara de qué ciudad queremos y no imponiendo criterios ideológicos en sus inversiones de mantenimiento o de nuevas infraestructuras.