El dulce arte de coleccionar azucarillos

El zaragozano Víctor Barón atesora más de 100.000 sobres de azúcar en su hogar, organizados por temáticas y época.

Algunos de los azucarillos que colecciona Víctor Barón
Algunos de los azucarillos que colecciona Víctor Barón
C. I.

Desde un terrón que cuenta con más de 60 años de historia, del ya desaparecido café Ambos Mundos –considerado el más grande de Europa y ubicado, hace tiempo, en pleno paseo de la Independencia- hasta series de azucarillos de Cafés Orús o El Criollo. Estas son algunas de las curiosidades que se pueden encontrar entre los más de 100.000 azucarillos que atesora el coleccionista Víctor Barón.

En la actualidad los guarda en más de un centenar de álbumes y varias cajas en su casa ubicada en La Puebla de Alfindén. “Los tengo seleccionados y ordenados por temáticas”, asegura. “Casi todos hemos tenido alguna vez un azucarillo perdido en un cajón, no se sabe muy bien por qué. Es un producto que pasa desapercibido”, afirma Barón.

Sin embargo, él, hace ya diez años, decidió comenzar con esta afición casi casi por casualidad: “Todo comenzó durante un viaje, decidí comenzar a guardar sobres de azúcar con el ánimo de coleccionar algo diferente”, recuerda. Pronto empezaría a arrasar con colecciones enteras y a contactar con coleccionistas de toda España, de subasta en subasta y a través de páginas como EBay o Todo Colección.

Aunque no lo parezca, Barón asegura que cada una de estas piezas guarda una historia detrás. “Tengo muchas cajas en casa, entre los repetidos y algunos que no me hacen ningún papel pero que en ocasiones me sirven para cambiarlos, venderlos, o incluso regalarlos a alguien para iniciarle en este hobby”.

La mayoría de sus colecciones cuentan con varios años de antigüedad, ya que evita los sobres nuevos: “para mí lo entrañable es que tenga una historia detrás, como aquellos de los años 30, 40, 50 que pertenecen a locales con pedigrí. Están muy perdidos”.

De los más de 100.000 que atesora a día de hoy, 20.000 proceden de diferentes partes del mundo, aunque se decanta por los azucarillos españoles y principalmente los aragoneses. “Me parece una forma muy interesante de rellenar ese espacio de restaurantes desaparecidos su historia permanece ahí”, afirma.

Entre sus joyas, también posee un azucarillo del afamado Café Niké, ubicado en los años 40 en la calle del Requeté Aragonés, hoy Cinco de Marzo, y en el que se daban cita intelectuales y artistas de la época. Este establecimiento cerró sus puertas el 22 de mayo de 1969, pasando a la historia como escenario de grandes tertulias y encuentros del momento. “Si lo piensas, los cafés ya no son lo que eran. Antes se convertían en lugares de encuentro en los que ocurrían tantas cosas…”, rememora.

Del mismo modo, asegura que estos azucarillos conservan la clase y la elegancia que despedían aquellos grandes locales de antaño. “Hoy los sobres son de plástico y con diseños bastante pobres. Antes eran verdaderas obras de arte”, afirma Barón.

“En muchos casos se trata de colecciones que han perdido su valor para sus dueños, que o bien las ha heredado o han perdido el interés. Sin embargo, se trata de historia viva de cafés de la época y de un momento que ya no va a volver”, añade.

Otro tipo de coleccionismo

Aunque en la actualidad se trata de una práctica poco extendida, Barón, que asegura que es el único coleccionista de azucarillos de Aragón, habitualmente contacta con coleccionistas de otros puntos de España. “El precio de un azucarillo de colección puede rondar los 5 euros, ya que si fueran precios más elevados nadie se animaría a esto”, reconoce.

“A nivel nacional existen bastantes coleccionistas y verdaderamente buenos que incluso tienen sus propias páginas web”, afirma. Sin ir más lejos, Villanueva del Trabuco acoge desde hace una década el Encuentro Internacional de Coleccionistas de Sobres de Azúcar, que este año tuvo lugar el 30 de junio. En esta localidad malagueña cuentan, además, con su propio Club Trabuqueño de Coleccionistas de Sobres de Azúcar.

“Cada uno colecciona lo que le hace feliz, nadie dice cómo tiene que ser el coleccionismo y el objetivo final siempre es pasarlo bien”, resume Barón, que asegura que le encantaría que surgiesen nuevos coleccionistas en Aragón para compartir su pasión.

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