Ochenta años de la presentación de Manolete en Zaragoza

Tal día como hoy, un 3 de julio de 1938, Manuel Laureano Rodríguez ‘Manolete’ se presentó como novillero en Zaragoza. Tenía tan solo 21 años, pero su debut en La Misericordia, que coincidió con el estreno de la empresa Picazo al frente del recinto, venía precedido de grandes triunfos por tierras andaluzas. “Posee un gran ambiente que procurará confirmar aquí”, rezaban las previas del festejo, y le deseaban “suerte” con el ganado de Concha y Sierra.

Manolete compartió cartel con el aragonés Paco Bernal y Juanito Belmonte, dos diestros que ya contaban con el beneplácito de nuestro público. “La novillada que se celebrará esta tarde, a las 17.30, es para agradar a los amantes de los espectáculos de toros. Veremos cómo se portan los animales ya que, como es natural, sus condiciones de lidia han de influir en el éxito de los toreros”, recogía el HERALDO de una jornada que no respondió a las expectativas creadas.

La plaza registró un lleno en los tendidos, pero el resultado artístico, dado el escaso juego de las reses traídas por doña Concepción de la Concha y Sierra, fue más bien pobre. “En conjunto fue una novillada sosa que no permitió el lucimiento. Todos llegaron agotadísimos a la suerte final y jamás embistieron alegremente”, resumía la crónica firmada por Don Faroles, antes de profundizar en la labor de los de luces.

“Por las condiciones del lote que le correspondió, Manolete anduvo toda la tarde disgustado por el ruedo. No obstante, apuntó cosas de torero valiente y artista. Algunos pases de muleta en redondo al último de la tarde fueron superiorísimos y se perfiló muy de cerca para matar. Se ve que domina esta suerte pero no podemos hacer otra cosa que dejarlo en expectación de un novillo que le embista bien para que tanto el público como nosotros, que no somos partidarios de juzgar a un torero por una sola actuación, fallemos en definitiva”, precisaba la crítica sobre un Manolete que, ni mucho menos, hizo presagiar su portentoso porvenir.

Tras una fulgurante etapa de novillero, el ‘Monstruo’ tomó la alternativa el 2 de julio de 1939 y se convirtió en la figura más importante de su época. Apoyado en una pujante personalidad, fue capaz de arrastrar a las masas allá donde toreó. Barcelona encabeza la lista de ciudades en las que más veces (70) hizo el paseíllo con ese glamur que Fernando González Viñas, uno de sus múltiples biógrafos, equiparaba al de una estrella de cine. Zaragoza se tuvo que conformar con verlo 20 tardes entre las que destacan la del 18 de octubre de 1943 (despedida del aragonés Nicanor Villalta) y, sobre todo, la del 14 de octubre de 1944.

Despedida de Nicanor Villalta en la plaza de toros de Zaragoza. Archivo Heraldo de Aragón

“Lo más sobresaliente de la jornada fue la segunda corrida de la feria, que dejó plenamente satisfechos a los aficionados exigentes. Por la noche, en todas las tertulias y cafés, el tema de conversación era la actuación de Manolete, que quedará para siempre en el recuerdo”, detallaba la reseña publicada en HERALDO.

Al año siguiente, también en un festejo de la Feria del Pilar programado el 16 de octubre, Manolete compareció por última vez en La Misericordia. Por delante, aún le quedaba una temporada en la que solo toreó una corrida en España -la Beneficencia de Madrid- y un final marcado por la excesiva presión a la que fue sometido. Los rumores sobre la retirada corrían como la pólvora por los mentideros taurinos cuando el toro Islero se interpuso en su camino el 28 de agosto de 1948. Linares vio caer a uno de los grandes iconos sociales del país y despertó al mito. Su trascendencia histórica en la tauromaquia lo mantiene vivo.