Las temperaturas extremas que se registran en Zaragoza producen una media de 53 muertes prematuras cada año, fundamentalmente en personas con alguna patología previa. Esa es la principal conclusión del informe que el Instituto de la Salud Carlos III de Madrid ha elaborado para el Ayuntamiento, y que se ha integrado en la nueva estrategia de calidad del aire y cambio climático (ECAZ 3.0) presentada ayer por la concejal del área, Teresa Artigas.

El estudio epidemiológico calcula cómo ha afectado la contaminación entre los años 2000 y 2009 en la mortalidad de la capital aragonesa. En concreto, se fija en tres agentes: el ozono troposférico, los óxidos de nitrógeno y las temperaturas extremas.

Tal y como detalló Jesús de la Osa, técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento, en "Zaragoza no se superan los niveles de contaminación que marca la Unión Europea, y normalmente tampoco los de la Organización Mundial de la Salud, que son más restrictivos".

Por ello, "las concentraciones de ozono troposférico no están teniendo impactos importantes en la salud" de los zaragozanos, mientras que los óxidos de nitrógeno (partículas NO2) "sí pueden suponer una pequeño incremento de la mortalidad", reconoció.

Sin embargo, el condicionante ambiental que más fallecimientos directos refleja este estudio es el frío o el calor extremo. "En Zaragoza, las temperaturas a partir de las cuales crece la mortalidad son 36 grados y -3", comentó De la Osa. "Esto ocurre, sobre todo, entre las personas más vulnerables, como los mayores o con patologías previas". Según el estudio, en la década de referencia se produjeron 530 muertes prematuras por este motivo.

Tal y como explicó Artigas, la nueva estrategia de calidad del aire "incorpora la salud de los ciudadanos" como estrategia de disminución de los contaminantes. El Consistorio recogerá aportaciones a este plan de actuaciones hasta otoño, cuando se pondrá en marcha.