Una isla por descubrir en el Gancho

La tradicional Carrera del Gancho se puso ayer en marcha con actos para los más pequeños y un relato de fantasía que busca mejorar la convivencia del barrio.

Las manualidades fueron protagonistas de la primera jornada de la Carrera de este año.
Las manualidades fueron protagonistas de la primera jornada de la Carrera de este año.
Raquel Labodía

Yassmin, una jovial niña de 7 años vecina de Zaragoza, elaboraba un denso plumaje mientras Walid, un ‘peque’ de la misma edad trabajaba la madera a pocos metros. "Es para decorar un pájaro", explicaba ella, mientras que él quería "construir un avión". Dos propósitos diferentes pero igual  de válidos para explorar una isla secreta, que es la propuesta de este año de la Carrera del Gancho para fomentar la cohesión social en el barrio.

Una iniciativa que cumple 15 ediciones totalmente consolidada y con uno de los planteamientos más ambiciosos, ya que en esta ocasión se prolongará hasta el próximo 10 de noviembre. "Es una fiesta de arte y convivencia en la calle", explicaba desde la organización José Manuel Latorre, de la Fundación Ozanam. "Lo importante –continuaba–, es el proceso durante esos meses, en los que todo el que quiera puede participar en definir cómo será esa isla, si paradisíaca, del tesoro, de un náufrago...". Esta idea, sin final escrito, "permite hablar de los vecinos y del barrio mientras se le da una personalidad a esa isla", declaraba.

El pistoletazo de salida a la Carrera tuvo lugar en el solar del Circo Social de la calle de Las Armas, con decenas de chavales volcados en dar forma al relato mediante manualidades de todo tipo, y bajo un sol de justicia que alejó la posibilidad de que la lluvia aguara la fiesta.

Tras la presentación del relato inicial escrito por Miguel Ángel Ortiz, que da comienzo a la aventura que se desarrollará con diferentes citas durante los próximos meses, los más pequeños de la casa pudieron hacer todo tipo de manualidades. Desde trabajar con volúmenes de madera y cartón con Anastasia y Marta Boza, hasta crear y dibujar animales y plantas gracias a la labor de los monitores del centro de tiempo libre La Cadeneta, pasando por creaciones tecnológicas de la mano de ZGZ Maker.

Además, los integrantes del Teatro La Boca ayudaron a los chavales a imaginar en primera persona cómo se vive en una isla desierta, mientras que gracias al Festival Asalto –un clásico en el barrio–, crearon un mural colaborativo con espray en el que dominaron lo motivos selváticos y que fue una de las actividades que más éxito tuvo.

Yassmin reconocía que pese a "trabajar mucho" toda la mañana en la Carrera (calle, en aragonés) se divertía porque estaba "todo el rato jugando y aprendiendo". Y Walid, que había madrugado para darse un chapuzón en la piscina, prefería "construir cosas y hacer amigos".

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