Una ciudad a escala con colegio, museo, policía, gobierno y mucho tráfico

El excesivo ruido y la ausencia de zonas verdes son los únicos inconvenientes de una vía tradicional que en los últimos años se ha abierto a la arquitectura de vanguardia.

Bajo el nombre de una de las heroicas defensoras de Zaragoza durante los Sitios, el largo paseo de María Agustín aglutina un patrimonio incalculable –como la factoría Averly o el edificio del antiguo Café Madrid–, la sede del Gobierno de Aragón, un museo puntero, ninguna zona verde y tráfico, mucho tráfico. Pero sobre todo, esconde miles de historias de personas que, como Antonio Navarro, son parte intrínseca de la calle.

"Me crié en el Hogar Pignatelli, donde aprendí el oficio de impresor, y nadie está más agradecido a esta institución que yo", comenta el día antes de jubilarse, después de regentar durante 50 años la Imprenta Los Fueros. El edificio en el que ahora se mueven los hilos de la Comunidad fue desde hace siglos el hogar de miles de niños que carecían de medios para valerse por sí mismos –bien por orfandad o por falta de recursos económicos–, donde se formaron para afrontar el futuro con una profesión: fontanería, electricidad, zapatería, pintura, panadería...

Muchos de los mejores profesionales de la ciudad son ‘hijos’ de un lugar cuyo origen se remonta a 1666, con la creación de la Real Casa de Misericordia, que perduró con cambios, incluso de nombre y de gestores, todo este tiempo, hasta el siglo XX. "Aquello era como una microciudad prácticamente autosuficiente, donde se consumía lo que se producía, se estudiaba y se formaba a los chavales", relata.

A pocos metros, se mantiene la antigua Maternidad, de la DPZ, donde se reúnen diferentes colectivos, e incluso la banda de música, que a pesar de su virtuosismo atraviesa horas bajas, pero el inmueble "está algo dejado, habría que hacer algo", lamenta Navarro.

Es la zona central de María Agustín, el corazón donde se aglutinan tesoros como el museo Pablo Serrano, la Casa de los Militares (un enorme edificio de viviendas catalogado por su interés arquitectónico) o el colegio público Joaquín Costa.

"Como no tenemos centro cívico en el distrito, usamos el patio para hacer actividades para todo el barrio", comenta Juan López, presidente de la Asociación de Familias de Escolares del centro, que fue inaugurado en 1929 como una escuela-monumento destinada a perpetuar el ideario educativo de Costa. En la actualidad cuenta con 480 alumnos, unas instalaciones envidiables y un programa de actividades que tan pronto ofrece cine al aire libre ?(8 y 15 de junio) como recibe a la comitiva de los Magos de Oriente la víspera del día de Reyes.

Enfrente se encuentra la sede central de la Policía Nacional en la capital aragonesa, y más adelante, el centro de especialidades Ramón y Cajal y la iglesia parroquia del Carmen, donde se presta una impagable labor a través de su comedor social.

Un ‘pueblo’ ferroviario

Tanto Antonio Navarro como Juan López son vecinos de la zona, y coinciden en que el entorno de María Agustín, al menos la más cercana a Anselmo Clavé, siguen manteniendo el espíritu de hace años. "Es como un pueblo", dice el representante de los alumnos, mientras que el impresor destaca que "perduran las casas pequeñas, el arbolado, la gente que se conoce...".

Lo que se está perdiendo, en cambio, es la influencia que durante décadas tuvo la estación de tren del Portillo, que propició la proliferación de pensiones para los viajeros que llegaban a la capital aragonesa. El Ayuntamiento prometió que en la reconversión de esos terrenos se crearían zonas verdes, una de las principales reivindicaciones de los residentes, pero "de momento no hay previsión a corto plazo", lamenta Carlos Terrer, vicepresidente de la asociación de vecinos Puerta del Carmen.

A su juicio, el paseo "es una buena zona para vivir", aunque reconoce que "es una de las calles con más tráfico de Zaragoza", con los consiguientes "problemas de ruido". De hecho, es el vial con más atascos de la ciudad, y alguno de sus tramos llega a registrar el paso de hasta 30.355 vehículos al día, según reflejan los aforos municipales.

De ahí que la reforma del paseo sea motivo de debate cada cierto tiempo. La consulta ciudadana para decidir si el trazado de una futura segunda línea del tranvía pasaba por María Agustín fue el último ejemplo de ello. La votación se inclinó por el sí –frente a la alternativa de Conde de Aranda–, pero el proyecto no parece una prioridad para la ciudad a corto o medio plazo.

Precisamente por eso, la implantación de un carril bici también está en el aire, pese a ser uno de los proyectos con más apoyos en los presupuestos participativos de este año. En el Consistorio consideran necesaria su instalación, pero no se ve con buenos ojos hacer una inversión de ese tipo, cuando la llegada del tranvía obligaría a levantar el paseo de nuevo.

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