El amigo de Lanza se arrepiente de haberle dicho que Laínez tenía "ideología neonazi"

Este comentario, calificado como "desafortunado" por el testigo ante la juez, fue el que animó al encausado a hablar con la víctima y agredirla después.

La agresión se produjo en el bar Tocadiscos de la calle de Antonio Agustín.
La agresión se produjo en el bar Tocadiscos de la calle de Antonio Agustín.
Guillermo Mestre

Pablo M. G., el joven que acompañaba a Rodrigo Lanza la noche en que se produjo la muerte a golpes de Víctor Laínez en el bar Tocadiscos, ha dicho este viernes a la juez instructora del caso que se "arrepiente" del comentario "desafortunado" que hizo a su amigo referente a que la víctima "tenía ideología neonazi". Este comentario fue el que, a la postre, motivó a Lanza a levantarse de la mesa en la que estaba tomando unas consumiciones con Pablo M. G. y dos amigas y dirigirse a la barra para hablar con Laínez.

Así lo han comentado los abogados de las acusaciones, Juan Carlos Macarrón, en nombre de la familia de la víctima, y David Arranz, en representación de la formación Vox, que ejerce la acción popular. Este último ha añadido que Pablo M. G. sabía que Lanza ya había sido condenado por agredir y dejar tetrapléjico a un guardia urbano de Barcelona tras un desalojo de una casa okupa en 2006. "Incluso en su declaración ante la Policía dijo que compartía la ideología de su amigo pero no sus métodos. Luego, conocía su pasado violento", ha subrayado.

Tras esa conversación con Laínez, Lanza regresó enfadado y le dijo al resto del grupo que el señor le había llamado ‘sudaca’. Minutos después, cuando estaban abandonando el local, Laínez fue detrás de ellos para decirles algo y volvió a entrar al local. Acto seguido, según han declarado hasta ahora los testigos, Lanza regresó y le propinó por detrás un fuerte golpe en el lado derecho de la cabeza, a la altura de la oreja derecha, que hizo que, tras dar algunos pasos, se desplomara en el suelo y, tumbado bocarriba, el encausado continuara dándole puñetazos. Los golpes le causaron múltiples y graves fracturas en la cara, así como un severo traumatismo craneoencefálico que le provocó una parada cardiorrespiratoria. Laínez ya no recuperó la consciencia en ningún momento y murió cuatro días después en el hospital.

Pablo M. G., el único testigo que quedaba por declarar de todos los presentes en el bar aquella noche, ratificó la declaración que hizo ante la Policía, pero "sin tantos" detalles, según los letrados. Ayer volvió a decir que vio que Laínez llevaba una "navaja" o "cuchillo pequeño" (arma que nadie más vio ni se encontró en el lugar) y que avisó a Lanza para marcharse del lugar. A pesar de esta advertencia, este se empezó a quitar la mochila y volvió a entrar al local tras Laínez y entonces se produjo la agresión mortal.

Para las dos acusaciones, este joven podía haber hecho "algo más" para impedir la agresión, por eso pidieron su imputación, lo que fue desestimado tanto por la juez como por la Audiencia, con el apoyo de la Fiscalía.

En su declaración estuvo presente también el abogado de Rodrigo Lanza, Endika Zulueta. El letrado mostró su condolencia a la familia y lamentó lo ocurrido. "No tiene justificación lo que pasó, pero quizás pueda tener explicaciones", dijo. "Aquí hay dos familias con dos dramas; uno irresoluble, la pérdida de la vida, y el otro es la pérdida de la libertad, que es el bien más preciado después de la vida, sin querer comparar", manifestó.

El abogado añadió que espera un juicio "justo, honesto y sin presiones" y que el jurado emita su veredicto "con garantías".

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