Paseo de la Constitución: un bulevar con ADN zaragozano para recorrer a pie... y en bici

Constitución mantiene el espíritu de paseo ciudadano gracias a su arbolado, los monumentos y el aire distinguido, que resisten a un tráfico cada vez más apaciguado.

El bulevar central, imagen reconocible de Constitución.
El bulevar central, imagen reconocible de Constitución.
Aránzazu Navarro

Uno de los últimos bulevares de la ciudad nació con la expansión urbanística de lo que ahora es la zona centro, se proyectó sobre el cubrimiento del río Huerva y ha cambiado hasta en cuatro ocasiones de nombre. Hoy es conocido como el paseo de la Constitución, una de las vías más distinguidas de Zaragoza, jalonada por árboles de gran porte, intervenciones artísticas, un popular quiosco y, pese a vecinos y comerciantes, un carril bici con poco uso.

En sus orígenes, entre el cauce del Huerva y las tapias del convento de Santa Engracia discurría el denominado paseo de Invierno, muy popular entre los zaragozanos hasta el siglo XIX, cuando se planificó la extensión de la ciudad sobre el río. En la década de 1920 se cubrió en su parte más inicial. Pasaron los años y se cambió de denominación, en favor de Galán y García Hernández, capitanes que protagonizaron la Sublevación de Jaca contra Alfonso XIII en 1930. Fueron fusilados, pero su influencia en la llegada de la Segunda República –cuatro meses después– les otorgó el estatus de mártires.

Paseo de la Constitución, un bulevar con ADN zaragozano para recorrer a pie... y en bici

Tras seis años, la Guerra Civil propició el tercer cambio. En la temprana fecha de septiembre de 1936 se acordó en el pleno municipal darle el nombre de paseo de Marina Moreno, en homenaje a la joven falangista que encontró la muerte cuando el camión en el que se dirigía con víveres al frente de Almudévar fue ametrallado por tropas republicanas.

Las cuatro décadas de régimen franquista permaneció su nombre en el paseo, tiempo en el que cambió notablemente su fisionomía. La gran avenida se configuró con un bulevar ajardinado que todavía perdura gracias al espacio que se ganó con el cubrimiento del río Huerva.

La primera fase de la obra, hasta la altura del camino de las Torres, se ejecutó en los últimos años de la década de los 60. "Comienza a perfilarse la prolongación de la avenida de Marina Moreno mediante el cubrimiento del Huerva. El río de nuestros pesares aparece ya completamente cubierto", relataba una crónica de 1969 en HERALDO. La segunda fase, hasta San José, tuvo que esperar a 1975 para ver la luz, y pocos años después, en octubre de 1979, adquirió su actual denominación, tras aprobarse la Carta Magna.

Protagonista

En sus décadas de vida, el paseo de la Constitución ha sido protagonista de algunos de los acontecimientos más relevantes de la capital aragonesa. Fiestas militares, desfiles y celebraciones han tenido lugar en este rincón zaragozano. Para muchos todavía perdura en la memoria, por ejemplo, la acampada en protesta por el incumplimiento del Gobierno central de destinar –tal y como había aprobado la ONU dos décadas antes–, el 0,7% del PIB español a programas de ayuda a país subdesarrollados.

En su parte final, cerca del paseo de la Mina, se asienta el memorial a las víctimas del Yak-42. Lo diseñó el arquitecto José Manuel Pérez Latorre y se inauguró en 2007, cuatro años después del fatal accidente. Cada 26 de mayo se reúnen los familiares de los militares que perdieron la vida, y que fueron nombrados hijos adoptivos y predilectos de la ciudad.

No es el único monumento de Constitución, que ofrece al paseante obras de Manuel López (Pareja del paraguas, 1974), Ángel Orensanz (Fuente, 1974) o Joaquín Tobajas (La ciudad honra a sus funcionarios, 1924). La que ya no se encuentra en su bulevar es la estatua del Buen Pastor (1885), de Dionisio Lasuén, que volvió a su emplazamiento original en el antiguo Matadero.

"La zona es muy buena para vivir, los pisos son caros y como en casi todo el Centro, no tiene locales comerciales vacíos", comenta Carlos Terrer, presidente de la asociación de vecinos Puerta del Carmen. La última reforma del paseo llegó hace dos años, cuando el equipo de gobierno de ZEC introdujo un carril bici, destinó uno de los de circulación al transporte público y bajó la velocidad máxima a 30 km/h.

Medidas que despertaron las críticas de vecinos y comerciantes, aunque poco a poco se fueron mitigando. "Al final no ha habido tantos atascos como se preveía", reconoce Terrer, que en cambio lamenta la "falta de mantenimiento" tanto en el bulevar central como en el asfalto de la calzada. Tampoco convence el "escaso uso" del carril bici, a la espera de los nuevos sistemas de para contarlos con exactitud.

Tras el mostrador de la panadería Le Petit Croissant se encuentra Sonia Guirao. "Las aceras son muy estrechas y además es complicado aparcar en la zona", explica. Pese a todo, el negocio marcha viento en popa gracias a una clientela fiel, "la mayoría mujeres vecinas" del entorno.

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