Calle de Asalto: un abrazo a la Magdalena y muchos recuerdos en el parque Bruil

Asalto evoca a los Sitios de Zaragoza y a la linde de la ciudad de siglos pasados, pero hoy es una zona afable y de barrio que solo echa en falta una mejor oferta comercial.

La calle de Asalto, entre la Magdalena y el parque Bruil
La calle de Asalto, entre la Magdalena y el parque Bruil
José Miguel Marco

Tiene forma de arco, nombre bélico, pocos comercios y mucho que contar. La calle de Asalto abraza al barrio de La Magdalena junto al río Huerva a través de un peculiar trazado en el que hoy domina el tráfico rodado, pero que guarda mucha vida y curiosidades por conocer. Atractivos como el parque Bruil, la muralla medieval, el edificio Trovador o el Centro de Historias son solo algunos de sus reclamos, que han ido variando con el paso del tiempo.

"En el parque había antes un pequeño zoo, tenía un oso, monos, pavos reales... Aunque vigilaba un guardia, al oso se lo tuvieron que llevar porque no estaba muy bien cuidado y encima la gente le tiraba de todo", recuerda Carmen Turégano, presidenta de la asociación vecinal Parque Bruil - San Agustín. El relato, en realidad, es incluso peor. Esta zona verde llegó a acoger desde 1965 –cuando se inauguró el parque–, entre otros animales, dos leones, dos osos, dos zorros, tres monos y un jabalí.

Pero eran otros tiempos, y todos fueron muriendo por la desatención municipal. Incluso el jabalí tuvo un final siniestro: "El animal no cabía ya en la jaula. Una original cacería se improvisó en el zoo zaragozano para abatir a un enorme jabalí, al que le había quedado pequeña la jaula donde se alojaba", contaba una crónica de HERALDO aquel año. "Con su carne comieron los ancianos acogidos en la casa municipal de Amparo y su cabeza quedó en poder del cazador que lo abatió", concluía.

Los animales han sido protagonistas de la calle de Asalto por muchas razones. "Estaba la antigua perrera y también el canódromo, que se llenaba de gente para apostar en las carreras en las que se usaba una liebre mecánica", recuerda Ismael Prado, vocal de la asociación de vecinos. Además, "donde hoy se levanta el edificio Trovador estaba el cuartel de sementales", un servicio de cría caballar que todavía perdura, aunque a las afueras de la ciudad.

Décadas antes, desde 1924, se encontraba en la zona el campo de fútbol de la Torre de Bruil, de tierra, en el que jugaba el Zaragoza F.C., hasta que en 1932 se trasladó a Torrero convertido ya en el Iberia. En la zona proliferaban las típicas torres zaragozanas, donde se vendían verduras y hortalizas. Para controlar su paso a la ciudad, el Ayuntamiento contaba con los conocidos fielatos, una especie de aduana que ejercía, a su vez, de control sanitario. La última de estas garitas que se inauguró fue, precisamente, en Asalto, en 1961. Se clausuró once años después.

La muralla

Hoy en día, en la calle domina el tráfico rodado, con 7.200 vehículos al día. "Habría que intentar reducirlo, porque además los coches pasan a mucha velocidad", lamenta David Arribas, uno de los responsables de Recicleta. "Abrimos en Asalto en 1996 y seguimos en el mismo local, que entonces era grande y barato pero no estaba pensado para ser una tienda, más bien un garaje" que incluso "tiene en el sótano un refugio antiaéreo".

Este emprendedor resalta que la calle "es muy poco comercial", principalmente, "porque la muralla no permite abrir negocios". Alude a la defensa de origen medieval mil veces remendada con ladrillos de rejola que domina buena parte del trazado de una calle que recibe el nombre de los asedios perpetrados por los franceses en los Sitios de Zaragoza. Una lápida conmemorativa colocada en 1908 con motivo del primer centenario recuerda los hechos.

Pero entre Tenerías y San Miguel, toda esta arteria curvilínea de la capital aragonesa sigue atesorando vivencias. "Es de las pocas zonas en las que se sigue haciendo vida de barrio, y aunque ha venido mucha gente nueva a vivir, conoces a todo el mundo", comenta Turégano. "Los niños van a comprar el pan porque les puedes ver desde la ventana", le apoya Prado.

Sin embargo, los vecinos recuerdan viejas reivindicaciones que siguen sin prosperar. "Hay muy mala iluminación, porque las farolas son altas y la vegetación, los ailantos, las tapan", critica la presidenta vecinal. Por su parte, el vocal de este colectivo recuerda la presencia del albergue municipal en la zona. "Tenemos que convivir con los usuarios del albergue, que tienen sus derechos, pero generan muchos problemas". En este sentido, y solo contando lo ocurrido en el interior de este equipamiento, el Consistorio ha registrado más de 170 peleas y trifulcas en los últimos tres años.

Tampoco convenció la reforma del parque Bruil porque "metieron mucho asfalto y cayeron demasiados árboles", mientras que también se reclama una solución para lo que queda del antiguo cuartel de San Agustín. "Está parado y es una pena, podrían hacer una ludoteca, viviendas sociales...", sugiere la presidenta.

Un cuartel centenario que dio nombre al barrio de sementales

Donde hoy se eleva el edificio Trovador, centro de negocios y sede, entre otros, de Inspección de Trabajo, se instaló en 1885 el 5º Depósito de Sementales, cuartel del ejército que permaneció en la calle de Asalto hasta 1989. Isabel II, ante el declive que experimentó el caballo en España en el siglo XIX, decidió crear en 1864 esta iniciativa para preservar las distintas razas. Actualmente se denomina Centro Militar de Cría Caballar de Zaragoza, y se ubica en Garrapinillos. Su presencia en la zona de Tenerías durante más de un siglo llevó a la denominación popular de barrio de sementales, como todavía recuerdan los vecinos de la zona. Justo al lado se encuentra la parroquia del Corpus Christi, de donde sale en procesión la Cofradía de Jesús Nazareno para recorrer las calles de este rincón de la ciudad.

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