La huelga del tranvía

Hoy tendrá lugar el tercer día de paros parciales en el tranvía; y muchos zaragozanos se sienten, con razón, como ocurrió en la larga huelga de los autobuses en 2016, víctimas de un conflicto sobre el que no tienen influencia alguna y de un gobierno municipal que, al parecer y lamentablemente, no comprende que su primera misión es velar por el funcionamiento de los servicios esenciales de la ciudad.

Tranvía de Zaragoza
Tranvía de Zaragoza
Guillermo Mestre

La espera en las paradas del tranvía puede alargarse hoy hasta la media hora entre las 8 y las 10 de la mañana y hasta los quince minutos entre las 7 y las 9 de la tarde. Tiempos excesivos para un medio de transporte que es la columna vertebral del sistema de movilidad en Zaragoza. Miles de zaragozanos vuelven a sentirse rehenes en un conflicto en el que solo participan para sufrir las consecuencias negativas. Las huelgas –aunque sean parciales– en servicios públicos debieran ser siempre el último recurso, de manera que esta situación revela un fracaso de los representantes de la empresa y de los conductores, que no han sabido mantener el diálogo. Llama más la atención cuando existe un convenio colectivo en vigor y cuando ambas partes ya llegaron a un acuerdo hace seis meses sobre los asuntos en litigio. Por su parte, el gobierno municipal repite el error cometido en 2016 durante la huelga de autobuses, volviendo a fijar unos servicios mínimos que resultan claramente insuficientes. Una actitud difícil de entender, pues el Ayuntamiento debe mirar por el interés de los ciudadanos, lo que exige asegurar en lo posible el funcionamiento del servicio. Lo peor es que, aunque las partes dicen estar dispuestas a negociar, ni siquiera hay fecha para una nueva reunión. Sería muy negativo que el conflicto se enquistase.