Jóvenes aragoneses se acercan a la realidad de los presos de Daroca

Participan en un campo de trabajo organizado por la archidiócesis de Zaragoza.

Jóvenes aragoneses se acercan a la realidad de los presos de Daroca.
Jóvenes aragoneses se acercan a la realidad de los presos de Daroca.
Archidiócesis de Zaragoza

Un grupo de jóvenes aragoneses, que participan en un campo de trabajo organizado por la archidiócesis de Zaragoza, convive varias horas al día con internos del Centro Penitenciario de Daroca. "La Iglesia católica busca suscitar así una mayor implicación en la realidad del mundo penitenciario", explican en una nota de prensa.

“Hemos metido la pata y pagamos por ello, pero no somos tan malos como a veces aparentamos. Por eso nos duele cuando la sociedad se olvida de nosotros”, explica Óscar, un valenciano de 41 de años que lleva cuatro y medio en prisión. Él es uno de las 364 reos que cumplen condena en el Centro Penitenciario de Daroca y que, del 2 al 8 de julio, participan en el campo de trabajo organizado por la archidiócesis de Zaragoza.

“Nos ayuda a salir de la rutina y a soñar una vida buena fuera de la cárcel”, apunta este interno, que siente "el daño causado y sufre el tiempo entre rejas".  “Los niños crecen, las personas mueren. Solo nos queda prepararnos para no volver a cometer los mismos errores”, indica Óscar.

María Gómez, coordinadora de tiempo libre en las cárceles de Zuera y Daroca, ha destacado la labor de la Pastoral Penitenciaria. “Las personas privadas de libertad nos reciben en su casa, con sus miedos e ilusiones, como nosotros, y tratamos de aportarles una visión de vida más esperanzadora”. "Al final -apunta Gómez- los voluntarios también crecen, porque planteamos preguntas vitales: de dónde venimos, qué hacemos, a dónde vamos, cómo queremos vivir”.

Sentimientos encontrados

Los jóvenes destinan las mañanas a trabajos de sensibilización y formación sobre la realidad de los internos. Por la tarde, ya dentro del Centro Penitenciario, conviven con los presos en el área de la escuela y en el módulo de enfermería. Una experiencia “transformadora que te convierte en mejor persona”, asegura Tatiana Artigas, una de las jóvenes voluntarias, que siente cierta frustración ante realidades muy duras. “Con todo, el mundo me parece ahora un poco más bello”, concluye.

El campo de trabajo terminará este sábado, a las 10.00, con una eucaristía presidida por Ángel Pérez Pueyo, obispo de Barbastro-Monzón y responsable de la Pastoral Penitenciaria de Aragón.

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