Alberto López Basaguren: “Nadie sabe cómo puede acabar el 'brexit”

López Basaguren (Basauri, Vizcaya, 1957) es Catedrático de Derecho constitucional. Impartió ayer una charla sobre la salida del Reino Unido de la UE organizada por la Fundación Giménez Abad.

Alberto López Basaguren, ayer en la Aljafería.
Alberto López Basaguren: “Nadie sabe cómo puede acabar el 'brexit”
Raquel Labodía

Es triste celebrar el 60 aniversario del Tratado de Roma en estas condiciones.

Ojalá el único problema de la UE y de la integración europea fuera el ‘brexit’… No sé hasta qué punto es el más importante, por desgracia. Las dificultades para el futuro de Europa vienen arrastrándose desde hace tiempo; el ‘brexit’ agrava y hace inevitable una crisis larvada. Si la UE acierta en la ordenación de su futuro, saldrá adelante incluso sin el Reino Unido.

¿Cuál es más importante?

El propio diseño de la UE. Cómo avanzar teniendo en cuenta que la UE está formada por Estados con una fortísima identidad histórica nacional. Cómo hacerlo sin romper los equilibrios entre una integración federal y el respeto confederal de los Estados.

"No hay nada que ganar en este proceso. En su esencia, es un control de daños", dijo ayer Donald Tusk sobre el ‘brexit’.

Me parece bastante acertado. Sobre todo en contraste con las tentaciones de algunos sectores de la UE de intentar demostrar que la salida del Reino Unido es terriblemente costosa para ellos, con el objetivo de dar un aviso a navegantes, para evitar tentaciones similares. Eso muestra una debilidad en el interés por la integración europea; para los Estados tiene que ser interesante estar dentro de la UE por lo beneficioso que les resulta, no por lo costoso que supone estar fuera.

Por mucho que se elucubre, lo cierto es que el ‘brexit’ conlleva unas dosis de incertidumbre muy altas; ni los mayores expertos tiene claro qué pasará.

En estos momentos nadie sabe cómo puede acabar. Y la incertidumbre es, en el mundo político y en el económico, el mayor de los males. En el Reino Unido los retos que afrontan son terriblemente graves. Se están poniendo de manifiesto no solo los problemas económicos a los que se enfrentan, sino la gran división interna del país. El Reino Unido está fracturado en dos:la propia unión puede saltar por los aires. Hay mayor riesgo para Londres de que se reunifique Irlanda que de una victoria del independentismo escocés en un segundo referéndum. Y quien conoce la historia del Reino Unido sabe que la cuestión irlandesa ha marcado los dos últimos siglos de la política del país.

¿Está Europa preparada a nivel institucional para un acontecimiento como el ‘brexit’?

Yo creo que, desde el punto de vista técnico, la UE está incluso más preparada para estas negociaciones que el Reino Unido. Ellos tienen serios problemas para encontrar técnicos de cara a unas negociaciones para las que la Unión tiene mucha experiencia. La cuestión estriba en si triunfa o no la pretensión que parece tener Londres de negociar directamente con los Estados, y no con las instituciones europeas, para intentar dividir las posiciones.

La fecha de un segundo referéndum en Escocia no es baladí.

Para el nacionalismo escocés es clave que, en caso de un ‘brexit’ duro, el país pueda acceder a la independencia antes de que el Reino Unido deje de pertenecer a la UE, para que de ese modo –según su teoría– pueda haber una ampliación interna y que no deba abandonar la Unión. El Gobierno británico busca lo contrario: ahí va a estar la batalla política.

Sobre Cataluña, y como constitucionalista, ¿tiene la Carta Magna alguna respuesta al desafío independentista? ¿Estamos abocados a la suspensión de la autonomía?

El Gobierno se ha instalado exclusivamente en la defensa de la legalidad –y esa defensa es indiscutible–, pero no ha actuado políticamente, salvo por la lluvia de millones anunciada por Rajoy. En esa tesitura, no hay más posibilidades que aplicar el artículo 155, aunque el Gobierno intentará que la papeleta se la resuelva el Tribunal Constitucional a través de las medidas de ejecución que se introdujeron. Mi mayor temor es que va a tener que aplicarse el Código Penal con delitos mucho más graves que el de desobediencia que ya hemos visto. Es el peligro de instalarse exclusivamente en el principio de legalidad.

Pero ¿había alternativas?

El sistema político español debió tomar la iniciativa hace tiempo, asumiendo los problemas del Estado autonómico, y haber afrontado una reforma en serio de este sistema. Esto hubiese reducido el número de independentistas de una forma significativa.

Recientemente, un grupo de académicos reclamó fórmulas para que el País Vasco y Navarra empiecen a aportar a la financiación autonómica. ¿Lo ve justo?

Hay un consenso generalizado, salvo en el País Vasco y en Navarra, de que el sistema de concierto y de convenio no contribuye a la solidaridad. Yo siempre he defendido que ambas regiones deben contribuir a ello.

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