“Pensé en vengarme y matarlo, pero me habría arruinado la vida y preferí denunciar la violación”

El fiscal pide 13 años de cárcel para un recluso de Zuera por violar a su compañero de celda amenazándolo con un pincho.

El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
“Pensé en vengarme y matarlo, pero me habría arruinado la vida y preferí denunciar la violación”
Aránzazu Navarro

La Audiencia Provincial sentó ayer en el banquillo de los acusados a David G. A., un recluso del centro penitenciario de Zuera para el que la Fiscalía pide 13 años de prisión por usar un pincho carcelario para doblegar la voluntad de su compañero de celda y violarlo. La víctima, que tiene reconocida una discapacidad del 44% y apenas llevaba unos días compartiendo ‘chabolo’ con su agresor, reconoció ante el tribunal que estuvo a punto de tomarse la justicia por su mano. "Lo pasé tan mal que pensé en vengarme y matarlo, pero comprendí que me iba a arruinar la vida y preferí denunciar la violación", declaró. De hecho, lo primero que hizo este recluso cuando abrieron las puertas de los cubículos fue salir en busca del funcionario de prisiones responsable del módulo para contarle lo ocurrido.

Como recordaron durante la vista varios de los trabajadores, los hechos se produjeron sobre las 15.30 del 3 de abril de 2016 en la celda número 45 de Zuera. "El agredido se acercó a nosotros muy agitado y dijo que tenía que contarnos algo muy grave. Acto seguido, nos confesó que su compañero le había obligado a mantener relaciones sexuales contra su voluntad y que había amenazado con rajarle si lo denunciaba", recordó uno de los guardias de la prisión. "El interno reconoció también que había estado a punto de tomarse la justicia por su mano, para lo que pensaba utilizar una especie de punzón que voluntariamente nos entregó", añadió el funcionario.

Dada la gravedad de los hechos, desde la enfermería del centro decidieron enviar a la víctima al Hospital Miguel Servet para que lo reconocieran. "Lo primero que apreciamos fue una pequeña lesión mandibular perfectamente compatible con la colocación de un pincho o punzón", explicó ayer el forense que lo examinó. "También detectamos una erosión anal y restos de sangre, igualmente compatibles con una agresión sexual", apuntó. El laboratorio confirmó después la presencia de semen del agresor en el cuerpo de la víctima.

En la fase de instrucción, el acusado negó siempre que hubiera mantenido relaciones con el denunciante. Sin embargo, ayer dio otra versión. "Lo hicimos dos veces, pero siempre de forma consentida", aseguró. El fiscal le preguntó por qué no había dicho eso antes de que llegaran las pruebas de ADN, a lo que el presunto violador contestó que "por miedo". Eso sí, no fue capaz de explicar a que obedecía ese temor.

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