Se buscan más momias en Quinto

La excavación arqueológica en el interior del Piquete trata de localizar restos momificados, tal y como ocurrió en la anterior campaña que se llevó a cabo en el año 2011.

Una excavación arqueológica trata de localizar más momias en Quinto, dentro de su plan por apostar por estos restos para su promoción turística y cultural. El Ayuntamiento, gracias a una ayuda del Gobierno de Aragón, acaba de iniciar una nueva campaña en el Piquete, donde, en 2011, aparecieron enterrados unos cuerpos momificados, que datan de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Algunos se restauraron y están a la espera de ser expuestos de forma permanente en el futuro museo que se quiere construir en el edificio en el que aparecieron, una iniciativa que sería única en España y en la que se trabaja desde hace más de un año.


La antigua iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Quinto (conocida como el Piquete, y construida en el siglo XV) está situada en la parte alta de esta localidad de la Ribera Baja del Ebro. Su interior ha permanecido levantado los últimos cinco años, desde que la anterior intervención sacó a la luz un conjunto de enterramientos que habían sufrido un peculiar fenómeno de momificación natural. Los cuerpos se depositaron entonces en una capilla lateral. Y en ese habitáculo pequeño, que garantizaba las condiciones de humedad y temperatura similares a su emplazamiento original, permanecieron hasta que en abril de 2015, con ayuda de la Diputación de Zaragoza, se restauraron seis de ellos (pertenecientes a dos adultos y a cuatro niños, tres de ellos bebés). Después, se exhibieron durante dos días coincidiendo con las fiestas patronales y despertaron gran interés entre los vecinos.

 

Los trabajos se han retomado ahora en el Piquete donde, a puerta cerrada, una arqueóloga zaragozana, María Victoria Pastor, lleva una semana seleccionando restos óseos y limpiando tumbas y ataúdes de manera exhaustiva y paciente. Los huesos extraídos son analizados, in situ, por Mercedes González, fundadora y directora del Instituto de Estudios Científicos en Momias, y técnico superior en Anatomía Patológica, junto a su compañera, Amalia Valls, antropóloga.


"Hay –afirma González– fragmentos de tejidos blandos y nos hemos encontramos con alguna sorpresa, como una estola con una cruz bordada con tejido metálico, que pertenecería a un capellán". "Para Quinto, recuperar su pasado es muy importante, porque estas momias son algo singular", añadió Valls, y además "aportan mucha información". Analíticas y escáneres realizados a los cuerpos sacaron a la luz diversas patologías que sufrieron estas personas hace 200 años.


Para la arqueóloga, el trabajo es laborioso, porque hay que retirar gran cantidad de tierra del subsuelo: "En las iglesias se enterraba a los vecinos de poder adquisitivo alto y a los niños. Cerca del altar también se ha localizado a gente del clero, que se identifican por su vestimenta".


La segunda fase de la campaña de excavación arqueológica en el Piquete tienen un coste de 4.200 euros: el departamento de Patrimonio del Gobierno de Aragón aporta el 80% y el Ayuntamiento, el 20% restante. El alcalde, Jesús Morales, adelanta su intención de proseguir después esta actuación "para rescatar todo lo que sea posible", antes de cubrir la nave de forma definitiva.

Otros restos, a la espera

Los trabajos continúan en la superficie del antiguo templo, mientras en la capilla siguen almacenadas las momias halladas en 2011 que todavía no se han restaurado. La especialista Mercedes González, que encabeza el proceso de recuperación y estudio, ha clasificado y guardado de forma conveniente los restos que esperan su turno. El siguiente paso, en caso de conseguir ayuda económica, se centrará en nueve cuerpos momificados, ahora envueltos en plásticos especiales, que conservan sus ropas, hábitos, tocados y calzado. Su análisis permite conocer la evolución histórica de la indumentaria y son testimonios del patrimonio etnológico.


La antigua iglesia está sin uso desde 1961, cuando se inauguró la nueva. Desde entonces, su interior se usó como almacén de trigo y, cuando pasó a manos municipales, hace 15 años, para guardar enseres. El Ayuntamiento se ha marcado como objetivo recuperar este espacio para albergar allí un museo de las momias y podría ser, al mismo tiempo, escenario de actividades culturales.


El primer edil avanzó que solicitaron una ayuda de 150.000 euros a la DPZ para la consolidación del edificio, el arreglo del suelo y la instalación de espacios acristalados. La inversión se financiaría también con aportación local.

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