Un viaje del Pirineo a Guinea Ecuatorial de la mano de Luz Gabás

La autora de ´Palmeras en la nieve` repasa su trayectoria junto a Antón Castro.

Antón Castro, Luz Gabás y Ana Farré, antes de la charla en el Patio de la Infanta.
Antón Castro, Luz Gabás y Ana Farré, antes de la charla en el Patio de la Infanta.
Fabián Simón

Desde Zaragoza al valle de Benasque, y desde el Pirineo a Guinea Ecuatorial. Así fue el viaje que a través de la palabra realizó este lunes la escritora Luz Gabás de la mano del periodista Antón Catro. Ellos estrenaron un ciclo de conversariones coordinado por María Pilar Clau al que Ana Farré, directora de Ibercaja Patio de la Infanta, dio la bienvenida anticipando lo que finalmente fue: una charla cercana e informal llena de rigor y calidad.


La sombra de ´Palmeras en la nieve` sobrevoló el encuentro que se enmarcó en un día melancólico, con nieve incluida en Zaragoza. Antón Castro arrancó hablando de montañas y Luz Gabás asociando su presencia a la palabra libertad, “pero también a la idea de verticalidad, al esfuerzo continuado”.


El diálogo continuó con un viaje iniciático a Estados Unidos, la época universitaria en Zaragoza y el recuerdo, siempre presente, de la escritura y la lectura. “Durante la Universidad era muy inflexible; jamás hubiese leído un best seller como ´Palmeras en la nieve”, confesó su autora. “La vida me ha ablandado intelectualmente y me ha hecho más feliz”.


En esta etapa le marcó mucho un profesor, Túa Blesa, “gracias al que conocí a Julio Llamazares, el escritor que mejor refleja la relación del ser humano con la tierra”. Pero quien de verdad le dejó una marca indelebe fue su padre, el cronista que le regaló tantas historias sobre la emigración a la antigua colonia española. “Tuvo dos paraísos en su vida: Cerler y la isla de Fernando Poo; me lo puedo imaginar como Kilian en la novela, con sus sueños de ascender y salir de un entorno tan duro como el valle de Benasque”.


Su muerte inesperada fue otro gran punto de inflexión. “Si no se hubiese producido igual no estaríamos aquí”, confesó. Escribir la novela fue “la gran deuda que tenía con él. Me costó muchas lágrimas…”. Justo en ese momento, a Luz Gabás se le quebró la voz, pero su madre Mari Luz, sentada en la primera fila, y amigos llegados desde Benasque como Fidel Corcuera y Rosa González le insuflaron el ánimo suficiente para continuar.


Siguió hablando de sus puntos de apoyos como constructora de historias, del peregrinaje por las editoriales y de la versión cinematográfica de ´Palmeras en la nieve`. “Para nada me siento traicionada –concluyó–, la traducción de un género a otro me ha parecido fascinante”.

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