El joven que hirió a un policía había llegado el día de antes de Nueva York para ver a su padre

El agresor sufre trastornos psiquiátricos y le dispararon en una pierna para evitar que siguiese acuchillando a un agente.

Una agente recoge muestras de los impactos de bala en un escaparate de la calle de Candalija.
Una agente recoge muestras de los impactos de bala en un escaparate de la calle de Candalija.
oliver duch

El joven de 21 años que el pasado sábado fue tiroteado por la Policía en pleno centro de Zaragoza para evitar que acuchillase a un agente había llegado el día de antes de Nueva York para visitar a su padre, residente en la capital aragonesa. El agresor recibió cinco disparos en una pierna, lesiones de las que fue intervenido en el Hospital Miguel Servet y de las que evoluciona favorablemente. De hecho, según informaron fuentes sanitarias, los médicos ordenaron su traslado a planta ayer por la mañana.


Ahora, permanece allí en calidad de detenido por agresión y desórdenes públicos. Además, está con supervisión psiquiátrica, pues padece un trastorno mental que fue el que le llevó a cometer el episodio de violencia que movilizó a más de cuarenta policías nacionales y locales por las calles del casco antiguo de la ciudad.


El joven, con pasaporte norteamericano y residente habitualmente en Nueva York, tiene diagnosticada una enfermedad mental para la que recibe tratamiento farmacológico, según fuentes policiales. Hace un tiempo que tenía previsto desplazarse hasta Zaragoza para ver a su padre y a su hermano y, al parecer, en los últimos días había dado síntomas de un empeoramiento de su dolencia. A pesar de ello, decidió viajar a España y llegó a el viernes a la capital aragonesa, donde se alojó con su familia.


A tenor de lo que sucedió después, a media tarde del sábado el joven sufrió un brote psicótico y, sin que su familia se percatase, se marchó de casa armado con un cuchillo. Sobre las 18.30, se situó en la céntrica plaza de España, en la puerta del banco del mismo nombre, y empezó a amenazar con el arma a los viandantes. En pocos minutos las centralitas del 091 y del 092 recibieron numerosas llamadas informando de la situación y solicitando su presencia. Varias dotaciones que patrullaban por el centro acudieron rápidamente para intentar que el joven depusiera su actitud. Sin embargo, nada más ver a los policías echó a correr en dirección a la calle de Alfonso I, que a esa hora estaba atestada de gente, abriéndose paso con el cuchillo en la mano. Después, siguió por la calle de Contamina, plaza de San Felipe.


Ante lo peligroso de la situación, los agentes trataron de interceptarle y acorralarle, lo que no consiguieron hasta llegar a calle de Candalija. En este tramo peatonal, un agente intentó arrebatarle el arma pero el agresor respondió lanzándole un golpe al cuello. Los buenos reflejos del funcionario evitaron que le alcanzara de lleno y solo le rozó con el filo. Aun así, el agente cayó al suelo y el joven se dirigió hacia él con intención de acometerle de nuevo, según informaron fuentes policiales. Esto hizo que otros agentes le disparasen y le alcanzasen hasta cinco veces en una pierna. Una de los proyectiles se coló por el callejón del Violín e impactó en el coche de unos turistas holandeses, sin consecuencias graves.

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