El atrincherado en el bar tiroteó a la Policía, que ya ha detenido a quien le vendió el arma

La investigación ha revelado que plantó cara a los agentes y pasó las 20 horas  tomando cocaína y bebiendo alcohol.
El hombre al que compró el revólver hace unos pocos meses declarará hoy ante el juez

Los dos disparos procedentes del bar pusieron en alerta a los agentes. Como se aprecia en la imagen, la mayoría de los policías desenfundaron su arma reglamentaria al ver que el atrincherado disparaba.
El atrincherado en el bar tiroteó a la Policía, que ya ha detenido a quien le vendió el arma

El empecinamiento de Luis Pedro Rocafull Gutiérrez en mantenerse atrincherado en el bar Maxi 2 de la calle de La Salina fue tal que no dudó en disparar contra los agentes cuando estos iniciaron el asalto del local con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. Así lo reveló ayer la Jefatura Superior de Policía en Aragón en un comunicado en el que informaba, además, de que ha detenido al sujeto que vendió el arma al vecino de Zaragoza que hace una semana terminó pegándose un tiro en la cabeza con ella. Se trata de un hombre de 43 años, con una decena de antecedentes penales, la mayoría por tráfico de drogas, identificado como M. J. A.. 


Según la Jefatura, a lo largo de todo el encierro, que se prolongó durante casi 20 horas, Luis Pedro Rocafull mantuvo una actitud "desafiante, llegando hasta a despreciar, ignorar o insultar a sus propios familiares". 


"La labor negociadora resultaba ardua y difícil, puesto que casi desde el primer momento se evidenció su intención de no salir con vida del local, probablemente porque su situación era desesperada, tanto emocional como económicamente", señalaron ayer estas fuentes. Esta actitud la mantuvo durante todo el encierro y no solo rehuía cualquier diálogo con el negociador, sino que les respondía también con improperios y solo pedía una cosa: que dejasen entrar a su expareja. Se le disparó el arma

Los policías que integraron el dispositivo para conseguir que Luis Pedro Rocafull se entregase contaban con la posibilidad de que el cansancio lo doblegase. De hecho, ayer reconocieron que sobre las 15.00 del pasado martes, cuando ya llevaba catorce horas de encierro, se quedó dormido, se le cayó el arma al suelo y se le disparó. Él mismo lo reconoció cuando, tras escuchar la detonación, le preguntaron qué había pasado. 


En otro momento de la intervención, y cuando intuían que se había podido quedar dormido de nuevo, intentaron una primera incursión, que fue desbaratada por el ruido que hicieron al entrar al local y el de una alarma de coche que se puso a sonar en ese preciso instante. Viendo que el atrincherado, de 62 años, no tenía intención de cejar en su empeño de no salir del bar, se decidió que fueran los miembros del Grupo de Operaciones Especiales quienes accedieran al local, tras lanzar varias tandas de gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. La Policía informó ayer de que Luis Pedro Rocafull respondió disparando dos veces el arma contra los agentes, a los que no alcanzó. Después, se refugió en una despensa del bar y se quitó la vida. 


Cuando los policías lograron entrar por fin en el establecimiento, descubrieron que Luis Pedro Rocafull guardaba 12 cartuchos en uno de los bolsillos de su pantalón, además de los 6 con los que había alimentado su revólver. Además, averiguaron por qué el atrincherado había conseguido mantenerse despierto durante 20 horas seguidas: en una mesa situada junto a la reja desde la que vigiló y apuntó en todo momento a los funcionarios con el revólver habían quedado restos que evidenciaban que estuvo tomando drogas (muy probablemente cocaína), como una papelina, un canutillo y una tarjeta de crédito, además de bebidas alcohólicas y otras energéticas.


Una vez que se produjo el fatal desenlace, la investigación policial se dirigió a descubrir dónde había conseguido el revólver. La familia informó a la Policía de que Rocafull tenía conocimientos relacionados con el manejo de las armas y que, de hecho, hace tiempo había amenazado de muerte con otra pistola a su anterior pareja y madre de sus dos hijos. 


Cuando en la noche del 18 de agosto su última excompañera sentimental y socia del bar Maxi 2, Fátima S., le dijo a la Policía que Rocafull había llegado exhibiendo un arma de fuego, también les contó que era real y que la había adquirido hacía unos meses. Tras una primera conversación con él, en la que incluso llegó incluso a encañonarles, los policías lograron que la mujer abandonara el local y comenzó un atrincheramiento que duraría casi 20 horas.