Animales

Un centenar de especies de aves viven en Zaragoza

La presencia de pájaros en la ciudad puede resultar molesta en ocasiones, pero tienen un papel fundamental en el ecosistema.

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Halcón peregrino (Falco peregrinus)
JORGE MARTÍNEZ

Están en las calles todos los días, pero pocos se fijan en ellas. Las aves son otros vecinos de Zaragoza, a veces molestos pero con funciones importantes en el ecosistema urbano.


Es el caso del vencejo común, por ejemplo. “Tiene un importante papel en el control biológico, ya que se alimenta de insectos y mosquitos, como la mosca negra”, explica Maite Ríos, técnica de proyectos en la oficina de SEO/Birdlife Aragón.


Los gorriones son otras aves que conviene tener en cuenta. Su población lleva años en retroceso, lo que es un “síntoma muy grave”, explica Ríos. No hay una sola causa que explique su desaparición, sino que se barajan varias: la dificultad para encontrar comida en una ciudad cada día más limpia o los ataques de nuevas enfermedades por el efecto que tiene la contaminación sobre ellos. Una pérdida de calidad de vida, “que nos termina afectando”, explica la técnico de SEO/Birdlife.


Muy diferente es el caso de las cotorras argentinas. No solo son un peligro para los monumentos de la ciudad con sus deposiciones y para los árboles por sus grandes nidos, sino que además pueden desplazar a las especies autóctonas. Las primeras se encontraron hace más de 25 años y según la consejería de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza su población es de unos 1.220 ejemplares.


Desde 2006, la Unidad de los Agentes Forestales del Ayuntamiento de Zaragoza se encarga de esterilizar los huevos mediante un pinchazo. De esta forma, las cotorras no se dan cuenta de que los huevos no son viables y los siguen incubando, lo que evita una segunda puesta. Esta actuación evita que se multipliquen, pero disminuir su población “es complicado”, reconoce Maite Ríos.


Un método más expeditivo para acabar con la sobrepoblación es el denominado Proyecto Halcón Peregrino. La introducción de esta ave rapaz y la consolidación de varias parejas de cernícalos en la ciudad sirven para controlar de forma natural la población de cotorras argentinas, palomas, tórtolas y estorninos.


Es un proyecto a largo plazo”, puntualiza Ríos, porque durante sus primeros años de vida, los jóvenes ejemplares realizan vuelos de dispersión que los alejan de sus nidos. No será hasta el momento de criar a sus propios polluelos cuando sientan la necesidad de volver a sus orígenes y será entonces cuando se note una mayor efectividad del plan.


Las palomas son otras aves problemáticas. A las bravías, las típicas que se pueden observar en casi cualquier punto de Zaragoza, se les están uniendo las palomas torcaces. Comunes en los campos, la mayor protección que le ofrecen las ciudades frente a sus depredadores y la abundancia de alimento han hecho que se adapten a vivir entre los edificios. Contra ellas también actúan las rapaces, pero los resultados se harán esperar.


Un buen lugar de avistamiento


Palomas, cotorras y estorninos son las aves más comunes en Zaragoza, pero desde luego no son las únicas. “Hasta un centenar de especies viven en la ciudad”, asegura la técnica de SEO/Birdlife. Los ríos Ebro y Huerva actúan son un corredor natural, una “autopista” para las aves migratorias, que hacen de Zaragoza un “muy buen lugar” para avistar diferentes especies, según explica Ríos. Las garzas o cigüeñas negras que se dejan ver de vez en cuando son el deleite de los aficionados a la ornitología.


Algunas especies de interés han hecho de la ciudad su hogar. Es el caso del vencejo pálido, más claro que su pariente el vencejo común, y que solía preferir la costa. Sin embargo, la única colonia que se conoce en Aragón se encuentra lejos del mar, en el Parque de Bomberos de la avenida Valle de Broto. También son típicas de las zonas marítimas las gaviotas, aunque una pareja de gaviotas patiamarillas han decidido criar en las playas de Zaragoza creando una estampa realmente marina.


El avetorillo, un ave similar a una garza de pequeño tamaño, es otra de las aves protegidas que se pueden observar sin salir de la ciudad, en los carrizales del soto de Ranillas. Este es uno de los mejores lugares para disfrutar de la avifauna, junto al soto de Cantalobos y los galachos de Juslibol y La Alfranca.


Pero si quedan a desmano, hay más opciones. “Recomendaría un paseo por la orilla del Ebro desde el punto que se quiera. Ahí se pueden observar una barbaridad de especies”, afirma Maite Ríos. “En un mismo escenario, la película es diferente: la vegetación crece y cambian las aves”, asegura.


Volverán las rutas ornitológicas


Los parques son otro punto clave para disfrutar de la naturaleza. Con el otoño, volverán a ellos las especies migratorias y las rutas ornitológicas en el Parque Grande José Antonio Labordeta. A partir del 29 de septiembre, tres grupos de 20 personas recorrerán los domingos sus caminos en busca de algunos de los más de 50 tipos de aves que se pueden encontrar en ellos, además de realizar anillamientos. Una forma diferente de ver este jardín.