JUICIO POR EL ACCIDENTE EN TURQUÍA

La empresa contratista del Yak-42 vuelve a dar plantón a las familias y a la Justicia

La ausencia del representante de Chapman impidió a los letrados preguntar por las irregularidades del vuelo.

Los familiares de los fallecidos, ayer, a la espera de que se iniciase la primera sesión del juicio
La empresa contratista del Yak-42 vuelve a dar plantón a las familias y a la Justicia
PEDRO ETURA/APG

Como si no hubieran pasado cuatro años desde que dio comienzo el primer juicio civil por el accidente aéreo del Yak-42, la escena volvió a repetirse tal cual. Lo único que cambió -por falta de presupuesto- fue el escenario: una abarrotada sala de los juzgados de la plaza del Pilar en lugar del amplio salón de actos de la Feria de Zaragoza. Allí se dieron cita medio centenar de padres, madres, hermanos y viudas de los militares fallecidos para estar presentes en el juicio contra Chapman Freeborn -la contratista alemana del vuelo-, la compañía aérea Ukranian Mediterranean Airlines y la reaseguradora Busin Joint Stock Insurance.

 

Los familiares de las víctimas esperaban escuchar las explicaciones del representante legal de la empresa que contrató el vuelo, en el que murieron los 62 militares que regresaban de Afganistán, pero se volvieron a quedar con las ganas. Russi Batliwala, representante legal en Alemania de Chapman Freeborn, no compareció. Su abogado, a preguntas de la juez, no supo dar un motivo que justificase su ausencia y respondió con un escueto: "No lo sé".

 

A partir de ese momento, volvió a escenificarse lo que ya ocurrió el 25 de enero de 2006: los abogados de las familias lanzaron sus preguntas al aire con el único objeto de que constasen en acta, pues allí no había nadie para responderlas.

Condiciones de la tripulación

Eudald Vendrell leyó la batería de cuestiones que tenía preparada para el representante de Chap-man y que abarcan desde la expedición de billetes, a la existencia o no de un seguro de accidentes, la caducidad de los certificados médicos de la tripulación, su formación y las horas de vuelo que hicieron sin descansar.

 

También preguntó si Batliwala sabía que su empresa imponía a los aviones lugares de aprovisionamiento, con lo que obtenía un lucro, y que si cuando repostaban en Zaragoza les hacían descuento (el avión se estrelló en la localidad turca de Trabzon cuando intentaba aterrizar para cargar combustible).

 

Otro interrogante que quedó en el aire es si Chapman conocía que en la contratación del Yak-42 hubo cinco intermediarios (por este vuelo Defensa desembolsó 149.000 euros a la agencia de la OTAN, Namsa, y se repartieron de la siguiente forma: Chapman (24.043 euros); Volga Dnepr y Adriyatik LTD (81.257 euros); JTR Company Sal (5.258 euros) y UM Air, la compañía que fletó el avión, cobró 38.442 euros).

 

Después de que el abogado de Chapman impugnara alguna de las preguntas de los demandantes, fueron llamados a declarar dos compañeros de los fallecidos que hicieron el viaje de ida a Afganistán en el mismo Yak-42. Como en 2006, Sergio Manzanos, del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo, y Fermín Pérez, miembro del Ala 31 (ahora teniente en la reserva), explicaron que aquella fue la primera vez que volaron con Um Air y que a ninguno de ellos les fue entregado ningún billete ni vieron ningún cartel de la compañía que informara sobre la limitación de la responsabilidad civil.

 

La importancia de los billetes radica en que si se demuestra que no se expidieron no será aplicable el Convenio de Varsovia (de 12 de octubre de 1929). Y por lo tanto, no se podrá limitar conforme a este texto -que establece reglas relativas al transporte aéreo internacional- la cuantía de las indemnizaciones.